Capítulo V : Vuelta a la Capital

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—¡Cuidado!—le grité a Amy mientras bloqueaba uno de los ataques de los pulpos guerreros.

Mi advertencia fue en vano, los mitad hombre mitad molusco atacaron a mi compañera infringiéndole una gran cantidad de daño a sus HP dejándola por debajo del 75 por ciento. A fuerza de golpes con su cetro los apartó como pudo y me dio tiempo suficiente para deshacerme de mi rival e ir junto a ella.

—¡Espalda con espalda!—le dije.

Ella obedeció la orden y ahora con una perspectiva en 360 grados entre ambos pudimos mantenerlos a raya con ataques físicos mientras recuperábamos algo de puntos de vida y maná.

—¿¡Qué hacemos?! ¡Son demasiados!—dijo Amy después de disparar un "Conjuro Apestoso".

—Déjame pensar... ¿Cuánta tinta tenemos?

La maga sin pensárselo dos veces abrió el inventario mientras yo alejaba a los que pretendían atacarla. Me contestó que tenía quince sacos de tinta. Le ordené que me cubra mientras hacía lo propio; dentro de mi repertorio encontré diecisiete de estos elementos que necesitaba, tan solo nos faltaba matar tres de estos monstruos pero a este paso no solo no lo lograríamos sino que moriremos en el intento.

Nuestros contadores de vida estaban por debajo del 50 por ciento y a pesar de que logremos reunir los sacos restantes, intentar escapar por entre los más de treinta pulpos que teníamos a nuestro alrededor no era una opción viable. ¿Qué podíamos hacer?

Es lo que me preguntaba mientras Amy ingería otra poción de HP para sobrevivir un rato más al mismo tiempo que usaba "Sanación amiga" para devolver algunos de mis puntos de vida. Una idea por fin se me ocurrió. Levanté el corazón maldito en el aire.

—Amy tomate una de MP, vamos a salir de acá—dije—¡Águila Feroz!

En cuanto terminé la oración apareció un águila por encima de mi espada de un rojo color llama intenso, parecía prácticamente un fénix. Recordando cómo era el tutorial que aparecía en el menú bajé la espada en la dirección en la que planeábamos escapar.

El ave obedeció mi indicación y fue a estrellarse junto a los pies de los pulpos que allí estaban. Los enemigos volaron por los aires alejándolos de nuestro camino y, a pesar de que no mato a ninguno de ellos, tomé del brazo a la maga que había recién terminado de ingerir su brebaje y corrimos en esa dirección.

Mi mano libre la ocupé con la espada con la cual corté al medio al primer pulpo que quiso evitar que nos retiremos, un saco de tinta fue agregado a mi inventario. Otro de ellos intentó interponerse en nuestro camino y, al igual que su gemelo, corrió la misma suerte. Ahora solo faltaba otro de ellos.

—¡Aliento helado!—dijo Amy desde detrás.

Uno de los pulpos estaba alzando su espada contra mí y me hubiera dado de lleno en la cabeza si no fuese por el hechizo que lanzó mi compañera. La miré a los ojos antes de destruir al pulpo.

—De nada—dijo.

—Gracias...

Ahora con los tres sacos restantes salimos corriendo del lugar a toda velocidad, como si nuestra vida dependiese de ello. Rápidamente llegamos hasta donde la costa terminaba y también el sector al que los pulpos solían considerar como propio.

—¿¡Que... fue... eso!?—dijo Amy entre bocanada y bocanada de aire.

—No sé, nunca antes había visto tantos enemigos juntos en un lugar de tan bajo nivel. Además... sus patrones de ataque.

Corazón Rojo Vol. 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora