Nuestros pasos se detuvieron en seco. Levantando algo de polvo del camino de tierra, los cinco, parados uno al lado del otro, observamos con detenimiento la imponente torre que estaba frente a nosotros.
Respiré hondo para aliviar mis nervios bajo el sol del mediodía. La estructura se veía imponente y tenía una altura enorme, casi rosando las nubes, que proponía un trayecto largo y dificultoso ya que, muy probablemente, ese camino hacia la sima este plagado de enemigos a vencer.
Otra certeza que tuvimos fue la de no encontrar a Sombra por ningún lado. El ninja evidentemente ya había entrado y en caso de que él consiga el arma, y a la misma vez complete el calabozo, la entrada a él ya no se nos permitiría por lo que con algo de temor intentamos abrir la puerta.
Esta nos condescendió la entrada y pesadamente los portones de madera se arrastraron por el piso dejando un camino a oscuras dentro que contrastaba con el cielo despejado y el sol brillante de mediodía en Líon.
Con un simple ademan de cabeza entramos los cinco casi al mismo tiempo en la oscuridad ya en el último tramo de nuestro viaje en busca de La Daga de las Sombras y rescatar a los paladines secuestrados.
Las puertas se cerraron tras nosotros y múltiples antorchas alrededor de toda la sala iluminaron el ambiente dejando ver una sala que constaba de una forma ovalada en la cual se encontraba una escalera sobre el extremo opuesto y una alfombra negra con detalles dorados tapando gran parte del suelo. En las paredes se encontraban agujeros pequeños que no tenían un uso aparente.
Con la clásica formación de círculo para no dejar ningún flanco ciego avanzamos esperando que nada suceda mientras que manteníamos nuestras armas levantadas en posición de guardia ante el menor ataque.
Unos ruidos equivalentes al que producen las cañerías cuando algo anda por ellas llegó a nuestros oídos. Primero sobre la pared izquierda y luego desplazándose hacia las demás a tal punto que más temprano que tarde todas las esquinas de las salas repetían el eco que llevaban las demás.
De las paredes, más precisamente de los agujeros pequeños, salieron cinco masas viscosas de color gris. Él enemigo que ya habíamos vencido en antaño ahora volvía con cuatro compañeros más ayudándolo. Rodeando al equipo se fueron acercando lentamente mientras sus cuerpos sin cara ni forma se movían por el suelo de piedra y la alfombra negra con adornos dorados.
—Chicos... creo estoy teniendo un déjà vu—dijo Keigho.
—¡Que no los toquen!—dije.
Antes de que pudiéramos tener tiempo a escapar todos ellos se abalanzaron sobre nosotros en un salto que nunca antes habían realizado explotando en una amalgama de colores rosa, rojo, amarillo y verde que lleno de vida la habitación que segundos atrás gozaba de colores apagados.
Entre la ceguera producida por el polvo multicolor logramos reunirnos junto a los Escudos Negros dando tumbos contra las paredes teniendo cuidado que sean nuestros verdaderos amigos en una rápida comprobación. Para cuando la cortina se disipó vimos que las cinco masas viscosas que cambiaban de forma ahora tenían la nuestra y nos observaban a lo lejos.
Habían reproducido exactamente a los cinco y con sus rostros inexpresivos nos miraban uno al lado del otro formando una pared humana a unos cuantos metros bloqueando la subida por las escaleras. Los clones se pusieron en guardia listos para atacarnos aguardando en su posición nuestro inevitable avance.
—¿Listos?—dije ya resignado a combatir.
Todos respondieron que lo estaban antes que de la orden de ataque. Los hechizos de ambas magas pasaban muy cerca la una de la otra congelándose en determinadas ocasiones, infringiéndose veneno con los "Conjuro Apestoso" y quemándose cuando el "Fuego Elfico" se los permitía. Por su lado Jaia estaba en un combate de velocidad con su contraparte en donde la agilidad de ambas era puesta a prueba a cada paso en su batalla que las llevaba por lo largo y ancho de la habitación. Tan parejas estaban, que más de una vez las flechas de ambas chocaban punta con punta en el aire produciendo un destello equivalente al de una luz que se enciende y se apaga continuamente.
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Corazón Rojo Vol. 1
FantasyLuego de semanas de haber quedado atrapado en el juego de su vida, Ghusted, conoce a una maga llamada Amy con la que incursiona en un calabozo en donde encuentran, por arte del azar, la espada mas fuerte del juego: "El Corazón Maldito". Ahora, con e...