Capítulo VI: Asaltante Nocturno

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La noche estrellada y vacía de nubes era iluminada por la luna plateada casi blanca que brillaba en el cielo esplendorosa mientras que algunos grillos ambientaban la escena con su sonido habitual.

En sumo silencio para no molestar a mis compañeros de viaje me levanté suavemente y siguiendo el camino por el que vinimos me alejé un poco metiéndome dentro del bosque buscando llegar a un claro qué divisé mientras preparábamos la cena.

La pelea de ese día seguía resonando en mi cabeza y repasaba paso a paso las consecuencias que podría causar. Un equipo dividido no era un equipo en lo absoluto y si ya me preocupaba la sola presencia de Sombra y su aviso amenazante del otro día ahora lo hacía más.

En estas cosas pensaba cuando oí unos pasos detrás de mí. Alertado presumí lo peor y desenvainé la espada produciendo ese característico ruido a filo de las películas.

—Tss—dijo la voz de Amy acercándose—pensé que iba a estar sola.

Esta vez estando sin la compañía de Furry se sentía como verla desnuda. La maga, con los brazos cruzados, se detuvo en donde estaba y miró al piso evidentemente triste, o cuanto menos, pensativa.

Estoy seguro que no pude evitar poner una cara parecida a la de ella mientras guardaba la espada en su lugar. A pesar de ser una chica orgullosa, que no le gustaba pedir ayuda, y que pretendía ser independiente y valerse por su cuenta ella se veía molesta por la situación de la tarde.

Ver su rostro con una mueca triste en la boca y los ojos cerrados escuchando el silencio me apretujó el pecho y sentí que me faltaba el aire. Amy, durante este tiempo juntos, se había vuelto más que una compañera considerándola una amiga ya y estoy seguro que a su vez ella me veía a mí de la misma forma. Sentí la impetuosa necesidad de abrazarla muy fuerte y decirle que lamentaba las palabras hirientes que dije rato atrás pero en su lugar solo me decidí a hablar en voz baja.

—Amy yo...—dije.

—Espero no interrumpir nada.

Esa voz, esa estridente voz, me despabiló de mi delicadeza y me puso los pelos de punta. Viniendo de todos lados al mismo tiempo mis oídos la identificaron asociándola con la persona correspondiente de inmediato al mismo tiempo que mi corazón comenzaba a latir fuertemente a sabiendas de lo que nos rodeaba.

Estando a las puertas del claro a la luz de la luna había solo un lugar del que podía venir esa voz: la arboleda entre nosotros y la ruta donde acampaban los chicos.

—¿¡Quien anda ahí!?—dijo Amy.

—Es él—contesté a secas.

—¿Quién es él?

Arrojándose de uno de los arboles el ninja cayó a unos metros de nosotros justo en el claro permitiéndonos verlo en su totalidad. Al igual que la vez anterior portaba el traje de ninja clásico y la bufanda roja que ondeaba sobre el viento.

—¿Ese es...?—preguntó Amy. Él arrojó una daga que se clavó sobre el árbol detrás de ella.

—Me parece una falta de respeto que no conozcas mi nombre—dijo sonriendo antes de largar una carcajada intranquilizadora.

Permanecí en silencio tanto por el shock y el temor de volvérmelo a encontrar como por su personalidad relajada y burlona que me impedía anticipar que acciones podría llegar a realizar a continuación.

Su repentino elevo de voz funciono de radar para que una flecha salga disparada hacia la posición del ninja lanzada por Jaia a un par de metros de distancia. Sombra, disponiendo de unos reflejos más afilados que las otras clases, percibió el ataque de la cazadora y dando una pirueta hacia atrás logró esquivarlo.

Corazón Rojo Vol. 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora