Capítulo II: Batalla Elemental

44 7 0
                                    



Feyer, contento con nuestra respuesta decidió darnos un poco más de contexto. El asesino se llamaba Sombra y según él no portaba ningún arma o equipamiento especial, toda su matanza era pura habilidad nata. Razón por la que estaba de más decir que bajo ningún término podíamos dejar que tenga en su poder a la Daga de las Sombras.

Lo curioso era que Sombra, luego de sus matanzas, jamás hurtó los ítems pertenecientes a los fallecidos y ni siquiera el oro dándole poco sentido a ser un PK's. Quizás la única razón por la que hacia lo que hacía era placer y nada más.

La charla nos llevó hasta un punto en el que supimos todo lo necesario y no quedaban más que palabras de aliento que ayudarían poco y nada al momento de la verdad pero que eran bien recibidas de todas formas.

La puerta de pronto se abrió de un golpe haciéndonos saltar a todos los presentes de nuestros asientos aterrorizados. Tras esta se encontraba un chico de pelo negro con cara de enojado el cual, como todos en el edificio, llevaba una armadura de color negro con adornos rojos.

Tras él estaba otro más observando por sobre su hombro con un color de pelo verde azulado o verde marino que llevaba también sobre él la vestimenta del clan de los Escudos Negros.

—¡Señor!—dijo el primero—¡Déjenos ir también!

—¡Señor Keigho es una total falta de respeto escuchar tras las puertas y mucho más interrumpir una reunión de tus superiores! ¡Deberíamos expulsarlo! ¡Y Frew, me sorprende de ti!—se quejó Kramer parado a un lado de su hermano.

—¡Pero... queremos justicia señor!—dijo el primero.

—Lo que ustedes quieren es venganza—replicó Feyer.

El interruptor se echó atrás ante esta lógica y relevó en el duelo de palabras con su compañero que hasta el momento había permanecido callado.

—Señor, por favor se lo debemos a nuestros compañeros—argumentó de forma más calmada y menos impulsiva que su amigo.

—Está bien—dijo Feyer para sorpresa de su hermano—pero irán con ellos.

El líder de los Escudos Negros nos acababa de encajar dos miembros de su clan al equipo sin siquiera consultarnos. A estas alturas ya quería marcharme a pelear contra el PK antes que seguir soportando el autoritarismo de nuestro anfitrión.

—Y él tiene al Corazón Maldito, por lo que es prioritaria su seguridad por encima de todo—agregó Feyer sin respeto por mi intimidad.

—¡Imposible!—dijo Keigho—¿Podemos verla?

Ya resignado les indiqué el escritorio a mi costado. Ambos la admiraron sin poner un dedo encima y se apartaron segundos más tarde felicitándome y asegurándome que podría detener a Sombra con ella.

Los tres salimos mientras los compañeros recién sumados nos seguían por atrás. Todavía no nos habíamos presentado y ya conformábamos un party. Sé por experiencia propia que esas cosas nunca terminan bien.

En cuanto comenzamos a dejar atrás la capital de Líon me entró la duda de la duración de nuestro viaje por lo que pregunté a los de armadura negra. Estos acercándose amistosamente respondieron.

—Hay un solo camino a la Torre—dijo Frew—pero está custodiado por seis duques, uno en cada pueblo.

—Es tradición en Líon que los duques pongan desafíos a los que quieran pasar atraves de su ciudad—agregó Keigho.

—Así es—dijo el primero—tendremos que ganarles a todos si planeamos llegar hasta la Torre mientras haya tiempo.

Muchos enemigos nos separaban del destino por lo que nos demoraríamos bastante en llegar pero también significaba que el ninja tendría problemas en esto. Además de pelear él solo tendría que cargar a dos secuestrados de alguna forma.

Corazón Rojo Vol. 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora