Capítulo cuatro: Adiós, chico malo

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Me he pasado bebiendo, aunque eso no es una novedad. En la parte trasera de local, junto a unos contenedores de basura, los chicos tienen retenido al novio de Jimena. Ya le han dado un par de golpes, no los suficientes. Es el típico tío popular de instituto que tanto me irrita, esos que se pasan el instituto de fiesta en fiesta y acaban obteniendo una beca deportiva para estudiar en la universidad. Cuando tenía diecisiete le partí el brazo a alguien como él. Se llamaba Peter Rogers y era un tremendo gilipollas, como este. No le he pegado nunca a nadie, esa es la única mancha en mi historial.

- ¡A ver, repite! ¡No beberé...!- grita Erik golpeándolo en el estómago.

- No beberé...

- ¡Si no sé...!

- Si no sé...

- ¡Comportarme!

Chris cae al suelo pero Brad lo vuelve a levantar de un tirón. Hugo, todavía convaleciente por la herida, se fuma un cigarro apoyado contra el contenedor. Me hace un gesto de cabeza. Es todo tan cotidiano que asustaría a cualquiera.

- ¡No llamaré...! - Erik continúa golpeándolo - ¡Puta...! ¡A mi novia!

Conque has llamado puta a Jimena. Ahora entiendo por qué te están partiendo la cara, lo que no entiendo es por qué no lo está haciendo ella. Lo miro fijamente. ¿Qué tiene un chico como tú para gustar a alguien como Jimena? Es guapo, pero yo soy joder, eres guapísimo y no me soporta. Me ha hablado mal cuando hemos llegado, no me ha mirado en toda la noche y solo se ha acercado a hablar conmigo por Chris.

De nuevo me siento incómodo, rechazado. Me he dicho a mí mismo que no me importa, pero lo cierto es que sí. La he estado observando relacionarse con la gente, cómo sonríe, la calidez que emana. No puedes coquetear conmigo como lo hiciste la otra noche y después ignorarme. ¿Qué te cuesta ser amable conmigo? ¿Por qué con ellos sí y conmigo no? Os salvé a ti y a tu hermana de Harry, lo he mandado matar. Quiero al menos una sonrisa.

Dios, he bebido demasiado

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Dios, he bebido demasiado. Es como si tuviese una pataleta, una rabieta infantil por una adolescente con la que no he hablado más de media hora. Soy un maldito egocéntrico deseoso de atención. Me llevo una mano a la cabeza, mareado.

- ¿Qué hacéis? - pregunto.

- Charlar un poco con el chaval, darle unos consejos de vida – Brad lo empuja contra la pared. Eso seguro que duele.

Chris escupe sangre coagulada. No tiene fuerzas ni para temblar.

- Ya está – digo.

Conozco a mis amigos, así que no sé por qué le he dicho a Jimena que la ayudaría si ya sabía cómo iba a quedar su novio. Da hasta pena. Erik le da un último golpe cuando Brad lo suelta y respira profundo. A veces se le va un poco la cabeza.

- Ese tío es el novio de Jimena –señalo a Chris.

- Me ha pegado – chista Erik.

- No lo digo por eso.

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