León

Capítulo treinta y nueve: Maldito viejo loco

No recordaba estar pasándolo tan bien en toda mi vida. O tal vez sí. Tal vez he estado tan centrada en mis problemas que no he sabido apreciar los momentos divertidos con mis hermanas y mis amigas. No he pensado en León en toda la noche, y no sé si eso es bueno o malo. Espero que lo esté pasando bien. Aunque sé del peligro que corre por las amenazas del abuelo psicótico, estoy completamente tranquila porque sus amigos están con él. ¿Quién puede dañar a León si está Brad para noquearlo? ¿Quién va a dispararle si Erik puede ponerse en medio? ¿Quién lo va a engatusar teniendo a Hugo? Nadie. Nadie en absoluto.

Nicole quería romper hace un par de días con su novio el dj, y en verdad habría sido un alivio para mí; lo que menos me apetece es que Erik y Ashton se partan la cara en mi boda. Pero mi hermana Gloria no lo ve correcto. Dice que mejor espere a que pase toda esta vorágine de preparativos y celebraciones. Resultado: Nicole coqueteándole a medio club porque piensa que así va a solucionar sus conflictos amorosos. No importa, mientras nadie la grabe, algo poco probable dado que aparece hasta en los anuncios del metro.

Ya pensaré en eso mañana, o la semana siguiente, o el mes que viene. Ahora solo quiero bailar con mis amigas y olvidar todo el desastre a nuestro alrededor. Me voy a casar con el hombre más guapo y listo del mundo, estoy de vuelta en casa y mis hermanas son felices. Todo está bien.

- ¡Jimena! ¡Jimena! ¿Te lo estás pasando bien, bebé? - me pregunta Edgar abrazándome por la espalda.

Me ha traído otro gintonic y lleva en la mano el móvil desbloqueado. En la galería hay varias fotos de chicos que se ha encontrado en el baño a lo largo de la noche.

- ¿Cuál te gusta más?

- ¡Eh! ¿Qué estáis mirando? - una de mis amigas se pega a nosotros y Edgar le muestra las fotos- Joder, claramente este.

- ¿Este? No, mi vida, muy pequeña - contesta Edgar - ¿Qué tal este?

Gloria ha perdido los tacones y está llamando a mi cuñado para que le traiga otros. Tan típico de Gloria.

Cuando me canso de bailar y hacerme fotos, me siento un rato en los sofás a hablar con Jay, que está prácticamente fuera de juego, dormida con la cabeza sobre mis piernas, y con mi hermana Ruth. Un par de chicos nos han estado mirando por un buen rato, pero no se han acercado demasiado mientras bailábamos; tal vez les intimiden los grupos grandes. Al sentarme con Ruth y Jay, han visto la oportunidad. No me apetecen estas cosas hoy...

Uno de ellos nos dice algo a Ruth y a mí, pero yo no lo escucho bien, no sé si por el alcohol o por la música tan alta. Seguramente las dos cosas. Genial, ahora entramos en fase de ligoteo y yo tengo que echarlos. No me malinterpretes, no tengo en nada en contra de estos chicos. Es divertido coquetear. El problema está en que ellos saben que no soy soltera, que estoy prometida, que me caso mañana, porque llevo una enorme y reluciente corona con la palabra "novia" inscrita en ella. Eso no está bien.

Mónika, como si me leyera el pensamiento, se acerca a nosotros y se queda con Jay y con los chicos mientras Ruth y yo nos escabullimos en dirección al baño.

- Eran guapos. El rubio, espectacular.

- Demasiado cachas, ¿no? - contesto a Ruth - Me gustaba más el de detrás.

- Voy al baño, ¿vale? ¿Puedes pedirme otro? - pregunta mostrándome el vaso vacío.

- ¿Ron con cola?

Asiente y yo le hago un gesto para indicarle que la espero en la barra. ¿No soy demasiado joven para toda esta mierda? Estoy enamorada de León, le quiero con locura, pero no estoy segura de querer casarme tan joven. Aún así, no vamos a casarnos por capricho; es por protección. Una vez tengamos un papel que nos una, la policía podrá protegerme a mí y a mis hermanas de las posibles venganzas de mafiosos. Y, en el caso de que algo malo llegara a pasarle a León, yo quedaría respaldada de por vida. Aunque a León no va a sucederle nada malo. No, por supuesto que no. Solo está haciendo todo esto porque es muy precavido, porque es un obseso del control y la seguridad, no porque vaya a morirse en dos meses.