Capítulo catorce: Confío en ti

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Jimena está durmiendo. Tiene las mejillas encendidas y un fuerte olor a mi gel de ducha la envuelve. De vez en cuando arruga la nariz y se aferra con fuerza a las sábanas; sabe que no está en su cama pero no creo que su cabeza responda ahora mismo como para poder abrir los ojos.

Me he llevado un susto terrible cuando Nicole ha llamado a Erik, borracha, y ha dicho que Jimena estaba con Chris. He querido estrangularlo. Creí haberle dejado muy claro que tenía que dejarla tranquila. Estoy enfadado, mucho. Paseo de un lado a otro de la habitación con una copa en la mano y el teléfono en la otra. Estoy tan enfadado que no puedo ni pensar. Sé perfectamente lo que quiero hacer ahora, no es nada que no haya hecho con anterioridad. Pero me da miedo que pueda tener consecuencias, sobretodo en torno a Jimena.

La miro una vez más. Cuando se ha despertado y la he subido a mi habitación, los pensamientos dañinos han desaparecido por completo y mi cabeza solo respondía a su voz. Ahora que vuelve a estar callada, ausente, la maldad regresa y se aferra con fuerza a cada centímetro de mi piel. Bebo lo que queda de la copa de un trago y marco en el móvil.

- Quiero que desaparezcas a alguien.

- Discreto – contestan al otro lado.

- Discreto.

Le doy un par de indicaciones con la máxima brevedad posible. Me gustan los trabajos sencillos y pulcros, nada de chapuzas. Siento que la podredumbre gana terreno en mi interior. Me siento en el borde de la cama con cuidado y acaricio el rostro de Jimena. Es tan buena que duele.

Siempre he estado rodeado de chicas como Jimena, de carácter fuerte y corazón débil. Ha dicho que me quiere, y ha quemado tanto que aún siento los oídos adormecidos. A mí no me quiere nadie, no cuando me conocen de verdad. Jimena, si quiere a alguien, es a la imagen que en estos tres meses se ha forjado de mí. Cuando me vea de verdad, cuando entienda lo dañino que puedo llegar a ser, me odiará. Es lo que todos acaban haciendo.

Creo que Jimena tiene ya bastantes indicios para descubrir la verdad, como Nicole, pero su mente no puede concebir la maldad en el grado que yo represento. En el mundo de Jimena, la gente como yo no existe. No pude evitar sentir cierta ternura cuando me contó lo de los narcos en el coche. Y también vergüenza, porque esa persona a la que desea la muerte soy yo.

Jimena se revuelve en la cama. Son las cinco y media y he tenido que mandar a alguien a asegurarse de que Nicole se ha quedado a dormir en casa de una amiga, como me ha dicho.

- ¿Qué pasa? - murmura Jimena entreabriendo los ojos.

- Nada. Duerme.

Parece a punto de decir algo más, pero los párpados se le caen sin remedio. Llevo su móvil en el bolsillo, que suena sin parar. Echo un vistazo a las notificaciones que aparecen en la pantalla de bloqueo. La han etiquetado en no sé cuántas fotos y tiene casi tres cientos mensajes de sus amigas, bastante preocupadas. Creo que van a llamar a sus padres, si es que no lo han hecho ya. No puedo permitir eso. Si no he llevado a Jimena a casa es para que no tenga problemas con sus padres por una tonta borrachera. Podrían castigarla y entonces adiós a nuestras salidas por las tardes. No estoy dispuesto a renunciar a mi tiempo con ella.

Tomo su mano y presiono el botón del móvil con su dedo para desbloquear la pantalla. De nuevo, ella se revuelve, inquieta. Mantengo su mano apoyada en mi rodilla y con la otra contesto a los mensajes. Espero que Jimena entienda mañana lo que estoy haciendo. He hablado tanto con Jimena que podría reproducir por Whattsapp cualquier cosa haciéndome pasar por ella.

Está amaneciendo. La he cagado pero bien. Se supone que yo debería estar con los chicos asegurándome de que a ninguno de mis socios se les ocurre pasarse al bando contrario. No puedo permitirme traidores ahora que tengo a los rusos detrás mía, no puedo permitirme un solo fallo. De vez en cuando toca recordarle a la gente lo que es la fidelidad y lo que pasa cuando me siento traicionado. Mi abuelo dice que podría perdonar cualquier cosa, lo que fuera, excepto que le mintieran. Creo que eso es en lo único en lo que coincidimos y por eso mismo no he querido mentir a Jimena. Podrá echarme en cara todo lo que quiera, pero no que le he mentido, porque no lo he hecho.

León Donde viven las historias. Descúbrelo ahora