Capítulo 4

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—Ahora, Troye Sivan nos brinda su nueva canción: "For him". Disfrútenla, señores. Mientras, nosotros nos iremos despidiendo. Hasta la próxima, ¡oyentes de lo clásico y nuevo! —así se despedía el conductor de voz gruesa en la radio llegada las ocho de la noche. Akaashi subió el volumen, habiendo escuchado ya esa canción en Youtube y disfrutándola en vivo por la radio.

—Te gusta mucho el pop y el rock —observó en voz alta Bokuto, finalmente.

 Se encontraban arreglando la tienda para su cierre cercano a San Valentín, donde las parejas encargaban ramos extravagantes en tamaño, color y precio. Siendo la actividad del local casi constante. Dos entrando y uno saliendo. Aquellos días agradecía tener un rompe plantas como Bokuto a su alrededor, siendo que este había mejorado su trato con los pimpollos al haber estado trabajando durante más de dos meses allí. Pero, por más que Dios le ame de vez en cuando, tampoco tenía tanta suerte: Un florero era roto por día, al menos. El cual Bokuto prometía pagar con otro día de trabajo.

 "A este paso jamás vas a dejar de trabajar como ayudante aquí. Te das cuenta, ¿no?" Cuestionó, luego de ver como otro pedazo de cerámica era lastimosamente tirado al suelo y roto en varios pedazos de formas irreconocibles. El de raíces oscuras le sonrió avergonzado desde el suelo, donde levantaba el material quebrado con delicadeza de no cortarse.

—Sí —Respondió, volviendo a la realidad, donde Bokuto aún no había roto algo en todo el día y alguien allá arriba parecía quererle un poquito más de lo normal.

 La canción seguía pasándose de fondo, alumbrando el ambiente mientras que Kotaro apagaba la última luz capaz de cerrarles el día.

—Aún no apagué la radio —Avisó Akaashi ante el repentino único sentido que le funcionaba: La audición.

—El que llegue último a apagar la radio paga la entrada a la feria central —retó Bokuto, sonriendo de forma avispada ante la idea.

—¿De qué feria hablas?

—Tres —contó en voz alta al otro lado de la tienda, justo frente a la puerta y a pocos metros de la radio.

—No, vamos a romper algo —alertó el pelinegro, sintiendo como la suerte de un día sin accidentes se esfumaba rápidamente.

—Dos.

 Akaashi dejó la escoba contra la pared a su costado, justo al lado del mostrador. Accedió en silencio, siendo enredado por su debilidad: Los retos.

—¡Uno! —disparó Bokuto.

 Ambos, en plena oscuridad y sin idea de a qué altura de la mesa de muestras se encontraba la radio, comenzaron a correr, enfrentándose. Escucharon como la conocida cerámica se rompía y Akaashi dedujo que su querido compañero había logrado otro día más de trabajo junto con él.

 Bokuto fue a dar otro paso sin importar la tierra y flores tiradas al suelo, resbalando en el intento por un armazón que deslizó con él hacia adelante sin cuidado alguno, llevándose puesto al azabache en mitad de la oscuridad. Cayó bajo este, tomándolo entre sus brazos en la oportunidad y así impidiendo que se dañe la cabeza y brazos mientras terminaban desplomados en el suelo.

—¿Estás bien? —Cuestionó el de abajo, librando a Keiji de su cuidado y esperando una respuesta. Esta no llegó.

 Akaashi se levantó de forma tronca y acelerada sin importar lo sucedido, corriendo nuevamente hasta la mesada y encontrando la radio, apagando la canción que les acompañaba en el último verso antes de acabar.

 Entre la respiración agitada y radio en mano, se encaminó unos pasos cerca de la puerta, permitiéndose alumbrar el lugar nuevamente mediante el tanteo trunco entre la pared rugosa y sus yemas.

Bokuto, no rompas más flores [Bokuaka] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora