Cuando Kenma y Kuroo llegaron a la florería aquél fresco día de lluvia otoñal solo lograron quedar perplejos un minuto luego de entrar. Mientras las mil gotas caían por los vidrios donde el vinilo publicitaba la florería "Cerezos del aire", el ambiente interno del local era medianamente silencioso, siendo acompañado por la clásica música de los sesenta, tocando The penguins en la radio la canción "Earth angel". El poco movimiento fue extraño para ambos visitantes, quienes estaban acostumbrados a entrar al recinto y encontrarse con alguna escena divertida o cotidiana, como regando las plantas, acomodando sus posiciones, regañando a Bokuto y, como más común: Bo rompiendo algo por la impresión de un nuevo cliente.
La cosa había estado muy calmada desde la gran tormenta hacía un tiempo. La economía se vino abajo rápidamente en toda la ciudad, teniendo el municipio que reparar veredas rotas, levantar árboles caídos y demás destrozos que se habían generado aquella noche, subiendo así los impuestos de forma brusca. Tomando también en cuenta que los locales y hogares muchos quedaron en muy malas condiciones, así que la gente estaba apretada de dinero entre impuestos, bajas de salario y gastos personales. ¿Quién compraría flores en una situación así? Además, tenían sus propias preocupaciones. Por suerte el interior del local no fue dañado. Sin embargo la huertilla que tenían al fondo se había arruinado por completo: Las plantas y flores que llevó tanto tiempo criar se ahogaron en los litros de agua, estropeando sus raíces y siendo nada más que un lindo recuerdo roto al abrir la puerta del fondo. La razón de todo fue la gran rama que cayó del árbol de alado, abriendo así el nylon que mantenía a los brotes a salvo del viento pero vivos en rayitos de sol.
—¿Por qué parece que alguien les canjeó la actitud? —preguntó Kuroo. Se encontraba impresionado con aquella insólita escena, además de totalmente espantado.
Ambos se encontraban sentados detrás del mostrador sobre las altas sillas rojas giratorias, Bokuto mantenía la mirada cansada perdida entre las flores de muestra mientras apoyaba su cabeza sobre la mano; a la par, Akaashi se había acomodado con algún tipo de balance extraño sobre la silla, en posición india. Tomaba sus piernas y las acercaba a él, mientras se balanceaba levemente de lado a lado totalmente sonriente y vivo.
Kenma levantó la vista de su consola y puso cara de terror.
—Pero qué carajos —musitó.
—Bo por fin accedió a dejarme que le corte el pelo —informó Keiji sin dejar ir aquella sonrisa escalofriante.
—¡Solo porque el señor Hiroshi aún no ha vuelto de sus vacaciones! —aclaró Koutaro, empezando con su berrinche—. Además, lleva cuatro meses insistiendo con cortarme el pelo. ¿Saben cómo estoy? En cualquier momento mi cabeza hace "Wooosh" y se va a la mierda.
Kenma rió levemente.
—Ah, así que ahora sabes cómo se siente cuando insistes en hacer un viaje de mil kilómetros por dos años para ir a jugar volley a la playa, ¿no? —retrucó Kuroo, cruzando los brazos. El otro muchacho fue a contraatacar, sin embargo, apenas abrió la boca el pelinegro levantó las cejas marcando la razón, haciéndole callar nuevamente.
—Lo más genial es que será el primer corte de pelo que haré —intervino Akaashi con la misma energía positiva que llevaba ese día. Bokuto se horripiló.
—¡Dijiste que habías hecho cortes de pelo antes!
—A las Barbies de mi prima, nomás.
Bokuto sacó el celular de su bolsillo con manos temblorosas, yendo directamente a la lista de contactos. Kuroo y Kenma se habían acercado al costado de la mesada, viendo directamente lo que ocurría. O, más bien, Kuroo observaba, ya que Kenma había vuelto al mundo del vicio.
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Bokuto, no rompas más flores [Bokuaka]
FanfictionDurante un hermoso día de sol, nubes blancas cual algodón y una preciosa temperatura de verano, Bokuto se cayó de cara al suelo y se rompió todo contra unas cuantas flores espinosas provenientes de una pequeña florería en el centro de Tokyo. ¿Lo pe...