Capítulo 8

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      «¿Qué carajo habrá escrito en la botella?», se preguntaba Akaashi mientras analizaba detenidamente el comportamiento de Bokuto ese día (y los anteriores durante todo el mes).

 Desde aquella desastrosa noche donde la ira pretendió pulverizarse, Keiji mantuvo en la cabeza el derecho a la duda frente el extraño exterminio de clama que aconsejó Kotaro:

 "En la botella que sobre vamos a escribir algo sobre la etiqueta y eso tiene que ser una cosa que nos haga feliz, así lo recordamos".

 Cómo no, Keiji tomó el marcador traído por su amigo e imaginó los mil colores explotando en un aroma floral, escribiendo a la par el nombre de la florería la cual le había acompañado toda su vida. Pero luego de salir de allí se comenzó a carcomer la cabeza con aquello tan personal capaz de hacerle feliz a Koutaro en momentos donde la oscuridad le rondaba más que la luz de la luna.

 Le observó por varios días y prestaba atención a las conversaciones sin sentido en busca de pistas sobre aquello que Bo impedía contar. Incluso en ese momento insignificante donde el de cabellos bicolor regaba las plantas con una botella amarilla, él buscaba alguna señal.

 ¿Habría escrito algo profundo o estúpido? Ya que Keiji había conocido el amor de Kotaro por la opera y su emoción al verla, como la locura que le entraba al comerse una hamburguesa doble en Mc'donalds. Así como esta, habían miles de opciones posibles. Gruñó por lo bajo al encontrarse cerca de la línea escrita en rojo dentro de su cabeza deletreando: "Date por vencido".

—Akaashi —llamó Bokuto, regresándolo a la realidad donde hacía media hora había acabado de cortar las ramas muertas de algunas plantas decorativas—. ¿Podrías alcanzarme la botella naranja? Se me está terminando el agua en la regadera y me da flojera moverme.

 Keiji asintió, estando acostumbrado a los lapsos donde la energía de Bokuto quedaba en 0%. Usualmente esto ocurría antes del almuerzo. Así que buscó con la mirada la botella naranja, encontrándola sobre el mostrador cercano a la puerta, divisando la etiqueta al instante, aunque no esperando por lo peor desde ya.

—Bo, esto es jane.

—¿Qué es la "Jane"? —cuestionó el mayor.

—¡Es lavandina, estás matando las plantas!

 Instintivamente Bokuto direccionó la regadera a otro lado, dando una vuelta sobre sus talones y apuntando hacia el pelinegro y sus pantalones de Jean oscuros.

—¡Ahí no, loco! —Keiji movió hacia un costado la regadera, nivelándola e impidiendo que salga más producto de esta. Suspiró; ahora sus pantalones habían quedado arruinados casi al instante, ambos viendo la decoloración que obtenían al entrar en contacto con el líquido.

 Ahora se debería encargar de un Kotaro en mitad de una crisis existencial; perfecto. Así fue como luego del llanto, mil disculpas y abrazar las cuatro macetas en su lecho de muerte, ambos fueron a almorzar durante media hora al puesto de comida rápida en la esquina de la cuadra.

—Akaashi —reclamó su atención Bokuto, embutiéndose un pedazo de carne de su Yakisoba—. Tengo que pedirte permiso para no ir unos días al trabajo.

Keiji lo analizó durante unos momentos antes de acceder, viendo la forma animada en que comía y la mirada emocionada de sus ojitos brillantes.

—¿Ocurre algo esos días?

 Bokuto le sonrió de boca llena, tragó el resto de su almuerzo y limpió con su mano los restos de fideos alrededor de la boca, llevándose una mirada asqueada por parte del azabache.

—A mis muchachos los invitaron a una semana de prácticas intensivas en Miyagi con tres equipos increíblemente fuertes—explicó, explotando en color.

Bokuto, no rompas más flores [Bokuaka] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora