Capítulo 13

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 El sonido de la puerta abriéndose llamó la atención de Kenma, quien se encontraba echado fijamente sobre el sofá con el celular en mano mientras Kuroo pretendía aprender a cocinar junto con la anciana amargada. O eso pensaba él, aunque se estaba llevando una sorpresa ante la paz que había entre ellos a pesar de las pequeñas riñas respecto a: "Corta eso más fino", "Pero si corto más fino, me corto el dedo" y "Bueno, hazlo. Pero corta fino".

 Los recién llegados se andaban quitando el abrigo, estampándose en todo el cuerpo el calor del horno prendido que se expandía por el apartamento y les obligaba a querer meterse a una piscina en pleno invierno.

—¿Qué huele tan bien? —cuestionó Akaashi mientras dejaba su bufanda colgada en el perchero.

—¿Pidieron delivery? —preguntó Bokuto emocionado. Incluso corrió hacia la mesa, esperando ver las cajas de ramen o algo parecido.

—Invitamos a Okami a cenar y al ver que Kuroo apestaba preparando la cena, decidió enseñarle ella —explicó Kenma sin sacar la vista de la computadora.

 Ambos muchachos se fijaron en la cocina, la cual quedaba justo alada al pasillo donde habían pasado al entrar, pero concentrados en la comida no notaron diferencias en ella.

—Esto no pasaría si me hubieras ayudado a cocinar —quejó el pelinegro entre dientes.

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 Bokuto se sentía cansado, aunque el olor a carne abrazaba el apartamento, el calor del horno le permitiera andar sin frazadas por ahí, el sonido a platos chocando al ser sacados se apiadara del silencio y por más que de vez en cuando sus brazos rozaran con los de Akaashi al moverse de aquí para allá entre la cocina y la pequeña mesa del comedor, se sentía pesado. Había muchas cosas las cuales desconocía, más que nada sentimentales. Por eso, a pesar del agotamiento apoderándose de su cuerpo, puso la mejor sonrisa y comentarios bobos, para aliviarle el aire al pelinegro después de un día estampado en sentimientos imposibles de leer para Bo.

 Ya se encontraba servida la cena, donde la carne hervida en sake, azúcar y salsa de soja se veía gustosa en mitad de la mesa,  siendo acompañada por tallarines, huevo y variadas verduras. Era una cena bastante grande e irónicamente, barata. Por eso no tardó ni dos segundos en tomar su plato y servir una gran parte para él.

—¡No lo comas todo! —quejó Kuroo.

 Sintió el golpe de papel en la nuca y volteó dolido hacia allí, viendo como la señora arrugada del apartamento alado a la florería le miraba desde arriba con una revista en mano.

—Mejor yo serviré —sentenció la de cabellos oscuros.

 Extrañamente, lo hizo con una sonrisa. De todas formas, Koutaro no prestó mucha atención a la situación, porque estaba ya muy concentrado en su plato hondo, degustando la cena con la pasión de mil hombres luego de un partido.

—Te encuentro diferente —escuchó decir a Akaashi.

 Siquiera levantó la mirada del plato por el momento. Luego, pudo distinguir una suave risa por parte de la mujer al final de la mesa, justo a su lado.

—Es que estoy vieja y no me da el tiempo como para estar enojada —comentó. Ahora Bo levantó la vista hacia la mesa en sí, terminando su plato y llevando su mano derecha hacia donde el resto de la cena se encontraba para sacar un poco más y chocar levemente su brazo contra el de Akaashi descuidadamente—. Además, en algún momento tenía que dejarlo ir o sino, yo nunca volvería a ser feliz.

—¿Dejar ir a quién? —cuestionó Kuroo.

—Alguien.

—¿Alguien quién? —insistió.

Bokuto, no rompas más flores [Bokuaka] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora