Prólogo

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“Aquí estoy otra vez. Para variar, no estoy sola. Lo sé por el frío que se siente en el ambiente.

Ignoro lo que busca, pero siempre que aparece, hay algo que me dice que Tess está cerca. Él la oculta y desconozco el motivo. Al menos es un sinónimo de esperanza, por pequeño que sea y lo seguiré.

Abro los ojos al sentir su aliento cerca de mí cuello. ¿Por qué me acosa? Lleva todo el verano visitándome, noche tras noche. Viene y simplemente, permanece aquí. A veces dice cosas, más bien murmullos. Lo que he averiguado por nuestras escasas conversaciones es que está aquí, planea algo y dice mucho la palabra frío. ¿Por qué?

Escucho sus pisadas y no le veo. Esta andando en círculos, a mi alrededor.

-¿Y tú eres quien, supuestamente, detendrá el frío? -pregunta lentamente.

Su voz no me resulta conocida. Es una voz engatusadora y un tanto orgullosa, de un chico joven, pero no más que yo. Diría que es inteligente, porque parece la típica voz que solo dice las palabras adecuadas.

-Sí he de hacerlo, desde luego que lo conseguiré.

-Algo prepotente –sus palabras se entremezclan con un pequeño carcajeo-. Pero eso ya lo sabía.

-¿Cómo?

-No te daré el placer de saberlo. No soy ingenuo, sé que cosas no debo revelar y cuales sí. Verte confusa es bastante entretenido.

Me quedo estupefacta. Después de tantos meses sin decir nada y sin motivo aparente, empieza a burlarse de mí.

Justo cuando estoy a punto de replicar, siento su gélido aliento en mi nuca. Me vuelvo con brusquedad. No hay nadie.

-No te preocupes –murmura en mi oído-. Pronto tus dudas quedaran solventadas. Donde unas cosas terminan, otras empiezan... Puede que allí nos veamos. Pero por el momento, creo que te vas a despertar.

-Espera...

No puedo permitir que se vaya. Él es el único que sabe dónde está Tess. Estoy convencida. Siempre que acude, siento como aumenta ese cosquilleo en el estómago que me dice que mi hermana está viva.
-¡Tara!

Alguien me está llamando. No quiero irme, aún no…

No puedo fallar otra vez”

La Hechicera: El enigma del quinto cristal ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora