“Tengo que encontrar a Kyres. Se me acaba el tiempo…”
-¡Necesito su ayuda lo antes posible! –supliqué nada más descolgar.
-¿A qué se refiere, señorita Miller? –preguntó Farrow, totalmente desconcertado.
Había estado volando durante apenas diez minutos sobre Santa Bárbara. Pese a que el frío no me molestaba gracias a mi capa y el viento tampoco incordiaba gracias a la esfera de aire que había creado a mí alrededor, había terminado refugiándome en un pequeño centro comercial que afortunadamente, aquel día estaba cerrado. En cuanto rompí los cristales de una ventana y apagué el sistema de seguridad central (bueno, más bien lo empapé hasta que se produjo un cortocircuito), me senté en un banco y llamé a Farrow. ¡Menos mal que aún llevaba el móvil encima!
-A ver: no puedo recorrer la ciudad porque, para cuando encontrara a Kyres, esto sería peor que el Polo Norte. Y me preguntaba… si podría haber una forma de localizarlo.
Daba casi por hecho que no estarían los dos juntos. Tess habría aprovechado la ventisca para ir a por Rose. Tenía que encontrar a Kyres lo antes posible. Era la única solución.
-Hmm… -musitó Farrow-. Puede que sí. Espera un momento –me pidió amablemente-. ¡Jared! ¿Tienes por ahí tu ordenador? Hmm… ¡Ethan! Dime que has traído el ordenador… ¿La Tablet te sirve, Jared? Vale. Señorita Miller, pongo “el manos libres.”
El sonido se amplificó considerablemente.
-Señorita Miller –dijo Lawson-, ¿dónde está?
-Refugiada en un centro comercial –respondí-. ¿Cómo vais a localizar a Kyres?
-Voy a intentar localizar el epicentro –explicó Jared-. Si estoy en lo cierto, al activar el Cristal de Luz, este se vuelve el punto de origen de la tormenta y emitirá un rastro de energía muy significativo y fácil de encontrar. Además, Jalen mencionó ayer que si se activa cualquiera de los dos cristales, alguien tiene que estar casi constantemente vigilando la actividad atmosférica que producen. De modo que es totalmente seguro que Kyres está junto al Cristal de Luz…
-Hmm… ¿y cuánto tardarás? –le interrumpí. No quería ser maleducada, pero tenía prisa.
-Dame un par de minutos. No cuelgues. –dicho eso, me pareció escucharle murmurar. Supuse que simplemente estaba calculando o algo por el estilo. Lawson cogió el teléfono en su lugar.
-¿Cómo es ahora mismo la ciudad? –preguntó el agente.
-Blanca, inhóspita… -murmuré.
Empecé a dar vueltas por la única planta del centro comercial. Había ido más de una vez con JJ y Kevin, aunque a decir verdad, solo íbamos allí por el cine y la bolera (no éramos amantes de las compras). Resultaba extraño verlo todo tan vacío, sin vida y sin luz…
Chasqueé los dedos y al momento, dos pequeñas ascuas aparecieron sobre mis hombros. Ahora veía todo con mayor claridad y en cierto modo, me sentía más segura. Decidí acercarme a un ventanal. El paisaje que mostraba era sobrecogedor. Apenas se veía nada, todo era un mar de nieve infinito. Y seguía nevando… Parecía que nunca iba a terminar.
-¿Vosotros dónde estáis? –pregunté después.
-A las afueras, bastante lejos –contestó Lawson-. Al menos aquí, no hay rastro de la tormenta.
-¿Y el Haz de Luz?
-En el otro furgón… con Jalen. –murmuró de mala gana. Definitivo: a nadie le caía bien Jalen.
-¡Ya está! ¡Lo he encontrado! –exclamó Jared por detrás-. Kyres está en el centro comercial “Loreto Plaza”, en la calle State Street.
-¡¿Qué?! –exclamé y rápidamente, me tapé la boca antes de que pudiera soltar algo más. El fuego también se apagó con mi voz. Tenía que ser una broma. Ya estaba en “Loreto Plaza” (era el mejor centro comercial de Santa Bárbara). Y Kyres también. Maldecí mi suerte por lo bajo e intenté estar alerta, pero me resultaba complicado.
ESTÁS LEYENDO
La Hechicera: El enigma del quinto cristal ©
ParanormaleSEGUNDA PARTE DE LA HECHICERA, LEER PREVIAMENTE LA PRIMERA PARTE. ----------------------------------------------------------------------------- Tras los acontecimientos ocurridos a principios de verano, Tara está convencida de que su hermana sigue v...