La Hechicera: El enigma del quinto cristal ©

Capítulo 2

“Tess está viva, lo sabía. ¿Pero me creerán los demás? Sé que Kevin sí, porque la vio, pero… podrían pensar que estoy loca, que fue una alucinación provocada por mí. Menos mal que no saben de mis escapadas nocturnas…”

-¡ERA TESS, LO SÉ! –exclamé por quinta vez, está vez sin una pizca de paciencia.

El agente Farrow suspiró con amargura y aburrimiento mientras se colocaba las gafas, por cuarta vez. Se giró sobre la silla para darme la espalda y volvió a resoplar.

Justo después del pequeño encuentro con Tess, Kevin y yo fuimos directamente hacia el puerto. En una de aquellas naves, la O.E.P (Organización de Estudio Paranormal) se había instalado debido a los acontecimientos que protagonizamos Tess y yo. Aunque su verdadera razón de estar en Santa Bárbara era encontrar la forma de reactivar el Haz de Luz, la fuente de energía de Mysticland, la dimensión paralela de la Tierra. El Haz de Luz lo había traído Minerva, la wiccana de la familia, de la cual surgieron las silbalianas (las descendientes). Mi caso era especial, porque todas las descendientes de Minerva solo tenían un cuarto de su poder (agua, aire, fuego o tierra). Mientras que yo, poseía todos los elementos, era incluso más poderosa que Minerva y la última capaz de tener poderes en mi familia.

Por otro lado, la otra mitad de mi herencia sobrenatural era mi medallón, la estrella con sus cinco cristales. Esos cristales me permitían usar mis poderes sin envejecer de manera estrepitosa. No obstante, aún desconocía el poder del quinto cristal, pese a que en dos ocasiones ese poder hubiera sido el que más me hubiera ayudado. La cuestión era que, se suponía que ese cristal me daría una habilidad única y personal. Desgraciadamente, aún lo ignoraba.

-Señorita Miller -intervino el agente Ethan Lawson-, estoy convencido de que la vio, de que de verdad lo cree, pero si ni siquiera usted la puede encontrar, esto no nos sirve de nada.

“…de que de verdad lo cree…” ¡Claro que no me lo había imaginado!

Noté que mis mejillas estaban ardiendo y que tanto el agente Farrow como Lawson estaban cansados y no estaban muy acostumbrados al caluroso verano de Santa Bárbara. Especialmente el agente Lawson, el cual sudaba bastante y ni siquiera, su piel de ébano podía ocultar alguna gota de sudor.

-Yo vi a Tess, Tara no se ha imaginado nada. Y si la vimos, ustedes deberían buscarla -repuso Kevin, intentando ayudarme.

Farrow se volvió sobre su silla giratoria, dejando a un lado los ordenadores. Se levantó y se acercó a Kevin, que estaba sentado en otra silla.

-Señor Smith, comprendo que le preocupe la situación en la que se encuentra ella –parecía que se compadecía de mí-, pero durante meses hemos dado por hecho que había desaparecido o muerto. Que haya aparecido de pronto, no hará que cambien nuestras prioridades.

-¡Claro que cambia las cosas! –exclamé-. Si apareció hace dos horas en el puerto debe seguir aquí. Además, la última vez que la vi estaba muy débil, no creo que haya podido ir muy lejos.

-Usted misma lo ha dicho, señorita Miller. La última vez que la vio estaba débil, pero ha pasado mucho tiempo –objetó Farrow-. Estoy seguro de que ya está recuperada y bien lejos de aquí.

-¿No se puede limitar a hacer algo por buscarla en vez pasarse los días intentando reactivar ese cacharro? –repliqué, señalando el Haz de Luz, el cual seguía inactivo.

Cuando la O.E.P se instaló en el puerto, trajeron un montón de equipo. Antes el almacén seguramente estaría vacío. Ahora había mesas con ordenadores, varias sillas, artilugios raros que probablemente no funcionaban, una máquina de café y en el centro, una vitrina con el Haz de Luz. La primera vez que lo vi me pareció una bola de discoteca, solo que estaba completamente apagada. Era una esfera con cientos de pequeños cristales y parecía de color azul pálido. Aunque era imposible determinar el color porque estaba inactivo. Ahora era más bien de color plateado apagado. Una bola de discoteca.