Capítulo 16

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“Fragmento número 4 de la estancia de Tess en su subconsciente.”

“Empiezo a pensar que ya no me queda nada que perder. Estoy tan perdida que ni si quiera sé quién soy… Quiero algo bueno en mi vida, pero eso implica dolor. Antes era manipulable y después aprendí que podía decidir por mí misma. Pero ahora ¿aún pueden manipularme los fantasmas del pasado o puedo decidir sin miedo lo que quiero en mi vida? ”

Las visitas de Kyres se habían convertido en una rutina para Tess. Él llegaba siempre a la misma hora, y ambos hablaban generalmente sobre cosas sin mucha importancia, como sus gustos, alguna anécdota… Kyres también la había revelado ciertos datos sobre dónde se encontraba Tess. Pese a que este se mostrará reacio a decir la ubicación exacta, Tess había conseguido sonsacarle un par de cosas: estaban en una casa situada en una isla. No era demasiado, pero por otro lado, Tess no estaba totalmente segura de saber la verdad. Disfrutaba de esa magia que solo existía en la ignorancia.

Aunque ahora ambos se mostraban más cordiales entre sí, de vez en cuando aparecían las réplicas maliciosas y un tanto crueles de Tess, y las muestras “corteses” del desmesurado orgullo propio de Kyres. La diferencia residía en que ahora se soportaban e incluso, habían logrado hacer la vista gorda con los defectos del otro.

Sin embargo, pese a que en apariencia Tess parecía alegre por las visitas del príncipe, en realidad se encontraba sumida en una espiral de confusión. Al igual que en ocasiones anteriores cuando se quedaba sola en su subconsciente, se dedicaba a pensar en su pasado. Ahora se centraba exclusivamente en los buenos recuerdos, que desgraciadamente, eran historias sin final feliz. Aun así, ella añoraba aquella felicidad efímera e incluso, la inocencia que poseía antes de la repentina muerte de Sancia.

Hubo un día en el que al final, todo lo que Tess se había guardado para ella, terminó por salir. Tal y como le había dicho a Kyres tiempo atrás, era hora de que descubriera quien era en realidad aquella joven de pelo rubio, ropas verdes que no sabía apreciar su vida y poseía unos poderes tan extraños.

Kyres apareció a su hora habitual, con una gran sonrisa, cosa que era un tanto extraña en él. El joven príncipe encontró a Tess sentada en la arena, como era costumbre. Ella tenía la vista ligeramente alzada hacia la noche estrellada y, gracias a la luz de la luna, se podía ver un peculiar gesto en su rostro. Una mezcla de tristeza y nostalgia.

-Mi querida reina de hielo, traigo buenas noticias que estoy seguro que te encantará escuchar. Verás...

-Sea lo que sea que vayas a decir, mejor ahóratelo–le exiguió Tess de malas maneras, pero luego se arrepintió de su brusquedad-. Necesito… contarte algo antes.

-Estoy convencido de que te gustaría oír esto –insistió él.

-¡Me da igual! Eso puede esperar –repuso Tess tajante-. C-creo que es hora de que… te cuente la verdad sobre mí…

Kyres no contestó hasta que no se sentó a su lado. Estaban cerca el uno del otro y se rozaban ligeramente.

-Theresa… -empezó Kyres con voz trémula-. Comprendo lo difícil que puede ser hablar de tu pasado. Y aunque es cierto que una parte de mí estaría dispuesta a hacer cualquier cosa por sonsacártelo… otra parte cree que cometería un gran error si te obligara a hablar. Además, lo referente a tus poderes ya me lo sé.

Tess le miró sorprendida y por un momento le pareció el ser humano más real y normal del mundo. Algo totalmente imposible, pero sí era visible que, a fin de cuentas, no era más que un mortal como ella. Un ser con sus debilidades, miedos y sus propios principios (aunque a menudo retorcidos).

-Por eso resumiré lo relacionado con la Rosa Negra –respondió Tess en voz baja-. Pero mi vida también tiene aspectos más… humanos que son de gran trascendencia.

La Hechicera: El enigma del quinto cristal ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora