Capítulo 20

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“Fragmento número 5 de la estancia de Tess en su subconsciente.”

“No estoy segura de sí quiero escuchar lo que Kyres tenga que decir con respecto a… nosotros. Puede que no haya encontrado la solución que prometió, o peor aún, puede que si la haya descubierto y entonces… ¿Podrá soportar él una relación tan extraña conmigo?”

Kyres había terminado abandonando el subconsciente de Tess con el objetivo de pensar en la nueva relación de ambos. Él le había prometido a Tess que en 24 horas le daría una respuesta. De modo que ella, había buscado la forma de calcular ese tiempo, pero terminó dándose cuenta de que era imposible. En su mente el tiempo transcurría de otra forma.

Incapaz de seguir sentada en la arena contemplando el oleaje, Tess había decidido dar una vuelta por la infinita playa bajo el amparo del sol del eterno amanecer. Le sorprendió darse cuenta de que el tacto de la arena y las caricias del mar parecían más reales que cuando llegó. ¿Significaba aquello que estaba lejos de despertar o justo lo contrario? Por el momento, prefirió no conocer esa respuesta.

Antes necesitaba la de Kyres. Por un lado, temía que le dijese que su relación sería un error porque dada la condición de Tess, resultaría algo inconcebible y destinado al desastre. Mientras, que por otra parte, le asustaba que le dijera que había posibilidades por un motivo en especial: ¿Y si Kyres, pese a sus buenas intenciones iniciales, terminaba dejándola en un futuro?

La cabeza de Tess era un mar de dudas e inseguridades y detestaba sentirse así porque era impropio en ella. No solo por el hecho de que era casi imposible ver un lado de Tess más frágil, sino porque incluso Kyres la describía como alguien segura de sí misma.

“¿Y dónde está ahora esa seguridad?” se preguntaba Tess “¿De veras soy tan fuerte como él me ve?”

Al rememorar otros aspectos de su última conversación con el príncipe Frío, recordó que ella había hecho mención a si debía ser Tess, la persona libre con tendencia a equivocarse; o Tess, la aprendiza de Sancia.

“Si me decido por una u otra (de verdad y de una vez por todas), las cosas cambiaran. Es eso al fin y al cabo, ¿no?”

No pudo continuar con su lucha interna porque la voz de Kyres la interrumpió. Ella se volvió para mirarlo y lo encontró… diferente. Vestía las mismas prendas mundanas que la última vez, pero ahora sonreía de otro modo. Con optimismo.

“No es posible”, se dijo Tess.

Kyres se acercó a ella sin desprenderse de su sonrisa y los dos se sentaron en la arena, como siempre hacían cada vez que Kyres entraba en la mente de Tess.

-Ayer quería decirte una cosa –comenzó Kyres-. No obstante, como insististe tanto en hablar sobre tu pasado, decidí que podía esperar a decírtelo. Como tú sugeriste también.

-Sí, lo recuerdo. –respondió Tess-. ¿Pero qué tiene que ver eso ahora?

La pregunta se le escapó por accidente. Era una indirecta muy clara para hacer referencia a la gran cuestión que asolaba la mente y el corazón de Tess. Evidentemente, para Kyres aquella cuestión no pasó desapercibida.

-Pues tiene mucho que ver porque… creo que sé cómo hacer que despiertes de tu “coma”.

Tess tardó un par de segundos en reaccionar y cuando lo hizo, soltó lo primero que se le paso por la cabeza.

-¡¿Y a qué estabas esperando para decirme eso?! –le espetó de mal manera. Kyres ni se inmutó, estaba acostumbrado. Simplemente la miró y le dedicó una breve sonrisa más ancha antes de responderla.

La Hechicera: El enigma del quinto cristal ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora