Capítulo 8

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“No entiendo nada… Tess y Kyres… ¿juntos? ¡¿En serio?! No tienen sentido. Pero no debo dejar que eso me distraiga, porque necesito hablar con mi hermana urgentemente. Así que voy tras ella y no me detengo"

Tess y Kyres no dudaron ni un segundo en separarse para huir. Kevin Y Jalen fueron tras el príncipe Frío, el cual corría con torpeza por intentar sacarse del hombro el gancho del inmovilizador de dimensión espacial. Mientras que JJ y yo perseguimos a mi hermana. Tess se movía sin problemas y con velocidad, pese a llevar aquel vestido verde y largo y unas manoletinas. Nos sacaba ventaja, pero no logró que la perdiéramos de vista.

En el exterior, Tess titubeó un instante a la hora de decidir hacia donde huir. En lugar de escabullirse entre las personas que aún rondaban el zoo, fue directa hacia los arbustos que estaba junto a las vallas que rodeaban el parque. Con la elegancia de una bailarina de ballet y sus poderes del aire, ejecutó un salto simple y delicado para salir a la calle.

JJ y yo hicimos lo mismo. No fue tan sencillo como esperaba mantener a mi amiga en el aire. Estaba acostumbrada a volar sola y nunca había intentado usar el poder del viento para hacer volar a otra persona. JJ dejó escapar una pequeña exclamación al sentirse insegura en el aire, pero de todas formas, aterrizamos sin problemas en la acera.

Había cientos de coches aparcados y varios árboles a lo largo de aquella avenida y ni un alma, excepto Tess, a la cual divisé en el otro lado de la carretera. Comprendí que si me limitaba a correr posiblemente no la alcanzaría. Mi hermana pareció llegar a la misma conclusión cuando, al volverse, nos vio. No tardó ni un segundo en levantar el vuelo. Yo hice lo mismo, pero esta vez, tuve que prescindir de JJ. No obstante, ella pareció conforme con mi decisión

-¡Prefiero mil veces correr antes que volver a volar! –la escuché gritarme cuando ya estaba en el aire.

No volví más la vista atrás y me concentré en Tess. Para mi sorpresa, no había alcanzado una gran altura ni iba tan deprisa como me esperaba. Tras atravesar un enorme y desierto parking, llegamos a una zona más verde. Las dos sobrevolamos una serie de arbustos y árboles. Tess se movía con agilidad, pero era más lenta que yo y poco a poco, las distancias entre ambas se acortaban.

Entonces, llegó mi momento. Ni siquiera me molesté en ver donde estaba. Toda mi atención recaía en Tess. Apenas guardábamos una distancia de un metro, y por esa razón, decidí apurar la energía del cristal blanco. Tess dejó escapar una airosa exclamación cuando me abalancé sobre ella y la rodeé con mis brazos.

De haber llevado la capa, estoy convencida de que no me habría hecho tanto daño. El impacto contra el suelo fue seco, pero doloroso debido a la velocidad contra la que había arremetido contra Tess. Pese a que intenté seguir abrazada a ella, mis fuerzas flaquearon y mi hermana se detuvo un poco más lejos de mí.

Solo pasó un segundo hasta que decidí moverme, pero pareció eterno. Ladeé la cabeza hacia el cuerpo de mi hermana y me encontré con su rostro. Seguía siendo ella. Sin embargo sus facciones eran más definidas y habían perdido cualquier rastro de su época adolescente. Calculé que habría envejecido al menos tres años y me horrorizó pensar que eso simplemente había ocurrido por prender una leve ascua sin la energía de su colgante.

Me levanté a duras penas y gateé hacia ella. Tenía los ojos cerrados. ¿Se había desmayado por el golpe? Lo dudaba, pero su respiración era tan pausada y tranquila  que lo parecía.

-¿Tess? –no hubo respuesta. Rocé su hombro y ni se inmutó.

Resoplé con pesadez. ¡La tenía delante de mí y ni si quiera podía hablar con ella! Deseaba preguntarle cosas como: qué había sido de ella, por qué no había contactado conmigo y, muy a mí pesar, qué era lo que se traía ente manos con Kyres (en ambos sentidos).

La Hechicera: El enigma del quinto cristal ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora