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— ¡Marico, muévelo que nos dejó el rojito!—gritó Namjoon corriendo adelante de mí.

La realidad es que me dejó metros atrás, porque apenas estaba cerrando yo el portón de mi casa. Comencé a echar la carrera mientras guardaba el verguero en el bolso y con media arepa en la boca. Eso nos pasaba por habernos dormido a las tres y pico de la madrugada echando una partida del jueguito de tiroteo que nos pasaron el otro día, por andar jugando como pajúos a los policías y malandros nos paramos tarde y ajá. Ahí nos vimos como si fuéramos perseguidos por un motorizado armado por la cuadra, rumbo a la parada más cercana del yutong.

—Ya va menor, que vengo atorao.

Namjoon se volteó riéndose de mí y empezó a darme palmadas en la espalda para quitarme el atoro. Cuando llegamos me di tiempo de acomodarme bien y limpiarme la boca después de que el convive me dijo que parecía indigente basto con la cara chorreada de mantequilla.

—Mosca cuando nos montemos en esa vaina, baja las alas porque se montan con un violín arrecho que no juega, verga—comenté por lo bajo para no llamar la atención de la gente que nos acompañaba en la parada.

Esperamos unos cuantos minutos y ya andábamos desesperados, de por sí nos habíamos levantado tarde y ahora el transporte iba a ser el motivo del retardo. Ahora sí le andaba rezando hasta al santo que no conozco para que no nos llamaran la atención, pero era más que seguro. Ya estaba planeando a quién le iba a dejar la custodia de Holly porque de que me mataba mi señora madre, me mataba.

— ¡Coño e' la madre!

—Y ahora...

—Marico, se me quedó la mardita tarjeta del yutong, nojoda...

—A pues... no me jodas con eso, en la mía me debe de quedar para una sola montada, pensaba recargar al salir de la universidad.

Estuve a punto de tirarme en el piso a esperar que me pasara una moto por encima. Pero es que yo no podía ser más salao porque entonces no nacía.

Estaba viendo cómo coño me iba a ir cuando a lo lejos escuchamos a alguien tosiendo. A leguas se notaba que andaba más enfermo que mi abuela porque se le oía sendo gargajo, como si cargara encima una gripe crónica, un zika o una guevonada así, qué sé yo.

—Pija, va a caer tremendo palo de agua—se burló Namjoon hablando medio bajo, como queriendo que lo escuchara y a la vez no.

Nos reímos disimuladamente, viendo para el suelo y sin ver quién era.

—Cróchelo—seguí con el chalequeo y nos volvimos a reír.

Sea quien fuera no se podía quejar de la echadera de vaina, quién coño sale a la calle con esa gripe así. Si yo apenas estornudaba y lo agarraba de excusa para no salir de mi casa por tres semanas, un coño.

Otros cinco minutos y la coño e madre buceta chavista nada que se estacionaba enfrente de nosotros. Pero así me daba más tiempo para solucionar cómo pagaba el pasaje, no cargaba plata en efectivo porque esa guevonada era un lujo hoy en día, entonces no me quedaba más que meterle labia al chofer para darle una cajetilla de cigarros. La última vez me sirvió, confiaba que ahorita también.

No es que fuera fumador, de hecho me metía un cigarro a la boca una vez a la cuaresma, pero siempre los cargaba porque se los robaba a mi cuñado y me encantaba joderle la existencia a ese cabrón.

Levanté la vista y me dispuse a ver quién podría ser la persona que estaba tosiendo hace rato. Cuando apareció en mi campo de visión esa carita que iba a ser mi salvación, hasta me pareció ver luces celestiales iluminando a su alrededor y de bolas que escuchaba el corito de Está aclarando la mañana en Venezuela. Este menor era siempre inoportuno y esta vez parecía mandado por Dios para salvarme la patria.

—Ay chamo...—susurré preocupado al darme cuenta de que lo estábamos chalequando hace rato, y si había notado que éramos nosotros ya se me jodían los planes de aprovechar su presencia.

Nunca en mi vida me arrepentí tanto de ser un coño e' madre.




comenten, no sean flojas, xoxo

Lacra meets Pajúo ↠ yoontae.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora