Cuando la alarma sonó, tuvo que hacer un esfuerzo por apagarla y otro más grande para poder salir de la cama pesadamente. Hubiera deseado quedarse en la cama entre sus cómodas y tibias sabanas, pero tenía clases al fin y al cabo.
Acomodó la cama sintiendo algo de dolor en el cuerpo al moverse, pero lo aguanto como otras miles de veces y, después de tomar una pastilla para el dolor, se dirigió a darse una ducha suspirando con pesadez; aún debía hacer el desayuno y todo lo demás mientras su pareja descansaba plácidamente en su cama, de lo contrario sólo lograría que se molestara y le diera algún golpe o más gritos denigrantes.
Y no estaba deseoso de ello.
Se lavo bien, se acomodo, oculto adecuadamente sus golpes con la ropa agradeciendo que fuera otoño y al final, estando ya listo, ordeno bien sus cosas de la escuela en la mochila revisando de no olvidar nada antes de ponerse con el desayuno; como de costumbre primero preparo un poco de yogurt de vainilla y cereales de chocolate en un pote junto a un sanguche de queso para Jeremy, dejándolo ordenado en su lugar de la mesa, antes de hacerse un café con leche dejandolo algo dulce y tostadas con manteca para él. No tardó en escuchar como el contrario se levantaba y arreglaba, pero de todas formas él se sentó en silencio a comer, sin prender el tv o poner atención a nada en especifico más que lo que entraba en su boca.
Y unos cuantos minutos más tarde, mientras él ya estaba a mitad del desayuno, el mayor de los dos se sentó en la mesa sin dirigirle la mirada prácticamente para comer concentrado en su celular, y poniendo en la tv lo que se le dio la gana mientras que Dan intentaba no concentrarse en el molesto tecleo intenso de su pareja, o en como masticaba con la boca abierta de forma tan asquerosa y ruidosa.[ . . . ]
El viaje en el coche del rubio fue por suerte rápido y silencioso, ni si quiera se miraron o tocaron. Jeremy siempre subía y esperaba a que Daniel cerrara la puerta del lado del acompañante para arrancar y conducir sin prisas a la escuela; en todo el trayecto rara vez se hablaban (y solía ser siempre el contrario el que empezaba un corto intercambio vago de palabras o para reprocharle algo). Entonces solo estacionaba y luego de que el jugardocito estrella abrazara posesivamente sus caderas al caminar, debía despedirlo con un beso en los labios antes de ir cada cual a lo suyo.
Y comos siempre, mientras el guardaba algunas cosas en su casillero y tomaba otras metiendolas en su mochila según la clase que tendría, podía oír a chicas que pasaban o a otros alumnos simplemente cuchichear sobre su relación. Algunas de ellas pasaban y hablaban alto a drede sobre como se habían encamado con su novio (tal vez esperando molestarlo o herirlo, incluso por mera maldad, pero a él ya no le importaba si ese imbécil lo engañaba o no), otros solo comentaban como él no notaba o dejaba pasar los engaños de su pareja; incluso a algunas porristas de las calientes, de las que siempre estaban seduciendo al equipo de fútbol donde estaba su novio, comentaban estupideces sobre él entre ellas.
— Ya, pero si él no hace o dice nada con el comportamiento de Jerry debe ser que ni le importa—dijo la primera acomodando el cabello de forma coqueta.
— Ademas se lo busco solo—añadió la pelirroja mientras sostenía algunos libros con su bolso—, si nunca complace a su pareja es obvio que el pobrecito esta obligado a buscar a otros para complacerse. Yo haría lo mismo.
— ¡Ja! Pues es un idiota—comentó la líder del trío de taradas—, si Jerry fuera mi novio de seguro que se pasaría mucho mejor. Y ni si quiera estaría tan mal atendido.
Eso lo hacía hervir de rabia. Ese montón de tontas no tenía idea de como era realmente su lindo Jerry, ni del noviazgo tan abusivo que tenían ¡Y mucho menos tenían idea de cuanto él deseaba más que nadie poder romper esa maldita relación y ser libre de una vez! Lejos de todo lo que a él se refería, incluso si eso significaba cambiarse de país por sus propios medios.
Pero al final dejaba de apretar con enojo sus libros y respiraba un par de veces para calmarse. Con la cabeza casi baja y levemente distraído caminaba a su salón sabiendo que incluso si gritaba a los cuatro vientos la verdad de todo, ninguno de esos adolescentes iba a echarle una mano; solo harían la vista gorda o solo lo mirarían con pena o diversión antes de seguir con sus vidas sin más.
Su novio podría molerlo a golpes en medio del pasillo hasta matarlo y nadie haría nada por detenerlo.
Después de todo él era un chico popular, sus padres tenían dinero, era el capitán del equipo y uno de los más sexys chicos que había en toda la secundaría según varias chicas. ¿Por qué llevarle la contra no? Incluso si estaba asesinando a su pareja.

ESTÁS LEYENDO
Save me... [TERMINADA]
Teen FictionDaniel Morales se supone que es un chico normal de dieciséis años; sus padres se mudaron desde Argentina a Estados Unidos cuando él era pequeño, pero aun así lo latino corría en sus venas y se reflejaba en él varias veces. Pero el problema estaba en...