Había quedado esa tarde para ayudar a Neeks para ver juntos el nuevo departamento.
Como solía pasar cuando quedaban o el necesitaba un favor, el mayor pasó a buscarlo en su hermosa y muy cuidada motocicleta. Como de costumbre se colocó el casco negro que se había comprado para ir con él, subieron juntos al vehículo, y disfruto de agarrarse fuerte a su amigo mientras éste conducía.
Tardaron como mucho unos quince minutos en llegar al edificio de departamentos, y después de subir unos cuantos pisos en escaleras, Nikolai se paró frente al departamento 114, sacó sus llaves (con el tierno llavero de calaverita que Daniel le había regalado), y abrió la puerta dejando al menor entrar primero.
Un lugar grande (demasiado para una persona) se abría frente a él, con un hermoso piso de madera cubierto por alfombras en ciertos lugares; había algunos muebles empotrados bruscamente uno contra otro en lugares poco estéticos, marcas en el piso por el arrastre y polvo. Pero aún así el lugar era precioso, tenía un enorme ventanal que se vería hermoso con unas nuevas cortinas, una sala espaciosa para disfrutar el rato, cocina-comedor bien equipada amplia, y dos cuartos preciosos con puertas grandes. El lugar era una joya, y no dudo en soltar varios halagos altos (para que su amigo en la sala lo oyera) mientras lo recorría por su cuenta.— ¡Es realmente precioso! —dijo con emoción ya en la sala mirando al chico.
— ¿De verdad piensas eso? —preguntó con algo de orgullo el contrario. Realmente había elegido bien— ¿No le ves nada malo?
— Lo único malo es el polvo y se limpia, unas cortinas nuevas en esas ventanas y tal vez quitar las alfombras —dijo con una sonrisa mirando el lugar una vez más—, este lugar es perfecto Neeks, aunque parece un poco grande para una sola persona...
— Es la mejor parte —dijo su amigo con una sonrisa aún más ancha, y sacando de su bolsillo una copia de la llave con un pequeño llavero de gatito, y se la ofreció— ¿Quisieras...?
— ¡Oh dios ¿En serio estas invitándome a vivir contigo?!
Nikolai asintió con emoción. El ver a Daniel tan emocionado con el lugar y sobre-todo con la idea de que vivirían juntos lo hacía sentirse feliz, amaba demasiado a Daniel y suponía que el estar juntos podría ayudar a mejorar la relación que tenían, y tal vez le daría la confianza de decirle de una vez por todas lo que sentía.
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Esa mañana de junio realmente no tenía nada de especial, pero para Nikolai lo era.
Estaba todo decidido.
Se había dirigido en silencio a la cocina con unos shorts y descalzo, había prendido algunos sahumerios para darle a la casa olor a primavera del que le gustaba a su amigo, y ahora se dirigía a la cocina. Sabía que Daniel adoraba los sándwiches tostados de jamón con queso, y más si venían acompañados de jugo Baggio de durazno, por lo que no dudo en preparar eso para el desayuno y dejarlo todo con una pequeña mesita para desayuno.
Pasó en silencio al cuarto del menor, y dejando la comida sobre la mesa de luz sacudio suavemente al latino recibiendo un par de gruñidos se sueños antes de que el contrario pudiera desperezarse.— Buenos días —susurró sonriente en lo que el otro se sentaba—, te prepare desayuno.
El moreno estaba hambriento, por lo que esa comida olía y se veía más suculenta de lo normal; pero aún así algo en él se puso alerta, no todos los días lo despertaban con su desayuno favorito en la cama un día al azar. Pero fuera lo que fuera, confiaba en su mejor amigo como en nadie.
Le dedico una sonrisa somnolienta y se acomodo dejando que él le pusiera sobre las piernas la pequeña mesita para deayuno.— Buenos días —saludó también admirando la comida. Su comida favorita servida de forma cuidadosa y estetica—, se ve tan delicioso Neeks, muchas gracias.
— Buen provecho —le dijo el pelinegro con una sonrisa, sentándose en uno de los extremos de la cama.
Daniel disfruto mucho de su delicioso desayuno compartiendo un poco con su amigo, aquel pequeño detalle había alegrado su día, y más por el hecho de que era su comida favorita preparada con cariño que por el sabor en sí.
Pero apenas acabado de dar los últimos bocados y no dejar nada en su vaso de jugo de durazno, el mayor pareció ponerse nervioso de golpe. Le apartó de encima la mesita y empezó a frotar sus manos demostrando que no estaba normal como siempre.— Daniel yo... ¿Nos conocemos desde años verdad? —comenzó con la cabeza algo gacha, y negando suavemente, casi como reprochándose algo mentalmente, y levanto la vista fijándola en la suya— y-y tú-... Bueno... Estoy enamorado de ti Daniel, mucho, y desde hace algún tiempo. Y-y quería saber si tú ¿Quieres ser mi novio Dani?
El latino de alguna manera se lo esperaba por el nerviosismo que tenía mientras hablaba, pero de todas formas se asombró por la declaración.
Nunca antes había visto a su chico malo de chaquetas de cuero sonrojado de esa forma, pero el verlo sacar tímidamente del bolsillo de su pantalón corto un pequeño brazalete de plata con su nombre realmente lo enterneció el doble.Se echo contra el ruso abrazándolo por el cuello soltando una risita emocionada sin indicios de querer soltarlo.
— ¡Claro que quisiera Nikolai! —dijo de forma animada y con la voz algo chillona separándose un poco solo para verlo a los ojos de nuevo.
El contrario tenía una expresión de felicidad pura en el rostro al punto que casi podía brillar, y volviendo a abrazarlo con fuerza (sosteniendo el brazalete en su puño) lo sacó de entre las sabanas dejando escapar una risa triunfante mientras lo levantaba con facilidad antes de besarlo. Y por una vez el beso no fue en la mejilla o la frente.
Por fin podía besarlo como tanto lo habían anhelado. Con pasión y cariño directamente en ese par precioso de labios.
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Save me... [TERMINADA]
Teen FictionDaniel Morales se supone que es un chico normal de dieciséis años; sus padres se mudaron desde Argentina a Estados Unidos cuando él era pequeño, pero aun así lo latino corría en sus venas y se reflejaba en él varias veces. Pero el problema estaba en...