Parte 44

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Al salir no puedo quitar de mi mente esos golpes, las marcas que le ha dejado... ese cretino merece estar en la cárcel, pero ella no hace nada, solo quiere el divorcio y no lo logro entender. Es tan frustrante, sentirse que te atan las manos.

Camino por las calles de Nueva York, el frio ha comenzado a intensificarse. Voy si rumbo, la noche a caído, siento que mis pies avanzan, pero mi mente no dice a donde, solo pienso en ella, en cómo puedo ayudarla, como puedo evitar que esos hermosos ojos se nublen.

Logro percibir luces de neón, amarillas, verdes y rojas... levanto la vista y estoy donde menos quería llegar, porque mis pasos me trajeron aquí. Ese emblema de la rosa, me la recuerda, estoy en el antro de mala muerte donde trabaja Anastasia, logro apartarla de mi mente, pero no creo poder quitarla de mi corazón. Entro sin otra opción, necesito un trago, solo espero no topármela.

Al ingresar, la poca luz y la música fuerte hacen estragos en mis sentidos. Una de las chicas me dirige a una de las mesas, le solicito mi trago y ella sonríe afablemente. No voy a negarlo, todas aquí son lindas, pero nadie como ella.

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Las luces disminuyen y la música suave comienza a sonar y una melena negra sale de entre las cortinas rojas de seda. Sus sutiles movimientos son hipnóticos, me recuerda a cuando la conocí, ese día que bailo para mí, que sus ojos solo me miraban, cuando creí todo lo que salía de esa boca mística; hoy teñida de un rojo sangre. Se desliza por el tuvo con agilidad y delicadeza, como un ángel sin alas. Pero ella es mi infierno; una pesadilla que me gusta repetir día y noche. Sus hermosos ojos me ven y sonríe.

Sus movimientos son más intensos, más desgarradores, baja del escenario recorriendo los lugares, hasta llegar a mí, su cuerpo frente al mío; moviéndose, seduciéndome, encaminándome a la lujuria. Quiero tocarla, quiero besarla.

Al terminar la música se marcha, dando pasos tranquilos y firmes sobre el piso cerámico. Doy un trago largo y profundo a mi bebida terminándolo de una sola. Levanto la mano para que me traigan otro trago, las presentaciones de las chicas continúan y yo solo observo. Ya no sé cuántos tragos llevo y creo que lo mejor es retirarme.

-Tan pronto te vas, yo que venía a hacerte compañía- dice una voz angelical.

-No necesito compañía- digo de forma bruza cal verla a los ojos

-Eres muy descortés Ismael- toma asiento en el sillón donde me encontraba

-No creo- simulo una sonrisa, la cual sale más torcida por los efectos del alcohol

-¿Cuantas te tomaste?- fija la vista en la mesa, donde está la botella que solicite hace menos de quince minutos

-¿A caso te importa?- fija sus ojos en mí y sonríe.

-Siéntate por favor- lo dice tan suave y dulce, que solo obedezco

Estoy a su lado y percibo su olor, los prados y las flores silvestres aparecen en mi mente, siento su toque, el cual me sobre salta, ya que no esperaba tal acto.

-Tomaste demasiado. Deberías esperarme y te llevo a casa-

-No necesito tu ayuda- tomo su mano y la retiro con delicadeza- solo debo salir de aquí- me levanto nuevamente.

Tomo mi saco que está en el respaldo del sillón y me giro sobre mis talones con dificultad, para encontrar la salida de ese lugar.

-Ismael- su voz me detiene, por qué demonios tiene tanto poder sobre mí.

Me giro para verla nuevamente, se ha levantado y está a un paso de mí.

-¿Por qué me evitas?- su pregunta tiene un tono de dolor -¿Qué paso que me evitas?-

-No te evito- digo sin mayor preámbulo

-¿Entonces?- su mirada dulce y angelical.

-No lo sé... solo... no quiere...- trago fuerte, no quiero decir algo de lo que pueda arrepentirme.

-Hay alguien más ¿Verdad?- abro mis ojos y su pregunta es como un antídoto a mi borrachera.

Pero más su expresión, esta triste ¿Por qué? si ella es la que me alejaba con sus desplantes, su actitud, su soberbia... todo en ella es un enigma para mí. Estoy ebrio y desconcertado, el mundo me da vueltas. En momentos es la dulce y angelical Anastasia, en otros, es el mismo demonio.

-No sé qué te hace pensar eso-

-La chica del divorcio. Ella es linda, dulce, sensible... Te gustan de esa manera ¿no?- niego repetidas veces sin entender.

La música es más fuerte y no puedo pensar con claridad, ella da el último paso desapareciendo la distancia entre nuestros cuerpos. Su aroma me invade y si de por sí el alcohol ya ha hecho su trabajo, ella, ella me vuelve loco. Coloca su mano sobre mi pecho y veo como desvía la mirada de mí.

-Sé que no es fácil y que no lo entenderías por más que te lo quiera decir- suelta el aire que sus pulmones acumulaban, voltea a un lado y sus ojos se abren tanto- tengo que irme- dice.

Volteo a donde sus ojos se habían fijado unos momentos. Un hombre alto y con canas esta con un cigarrillo en su mano, siguiendo con la mirada la figura de Ana. Reconozco a ese hombre, es el dueño como se llamaba... que pésima memoria tengo, pero culpo al alcohol. Camino hasta la salida, donde pido un taxi para que me lleve al departamento.

Estoy agotado al llegar, solo abro la puerta y me introduzco dentro de mi refugio. Aun siento a Ana en mí, su cercanía, su aroma, su cabello, su piel... se miraba hermosa con esas prendas. Me tumbo sobre la cama, con solo una cosa en mi cabeza. Anastasia.

** ** **

El insoportable dolor en mi cabeza hace que me despierte, además del incesante golpeteo sobre la madera. Siento como me palpita tras cado fuerte estruendo. Alguien intenta tumbar mi puerta con golpes constantes. Veo la hora en el reloj de mi buro y noto que apenas son las 5 am.

-PERO QUE DEMONIOS- grito furioso

Los golpes siguen uno tras otro, me levanto a regañadientes de mi cama y camino en dirección a la puerta.

-¡YA VOY!- grito furioso

Con los mil demonios es sábado y bebí hasta convertir mi sangre en alcohol puro. Ya los golpes se han detenido. Estoy frente a la puerta y abro.

-¿QUÉ DEMONIOS SON LAS...- mis palabras mueren al sentir unos dulces labios sobre los míos.

Ella cierra la puerta de una sola patada, estoy desorientado, pero respondo al profundo beso. Demonios, no debería, estoy ebrio... si le echaré la culpa al alcohol. La levanto y ella con agilidad enrosca sus piernas alrededor de mi cintura. Mis manos viajan a una velocidad sorprendente y acuno su trasero para tenerla más fija. Nos mezclamos y saboreo el interior de su boca, explorándola y detectando cada sabor; algo de licor y cigarro, pero mentolado a la vez.

Sus suaves brazos se afianzan a mi cuello y sus manos juegan con mi cabello, alborotando cada hebra. Su pecho sube y baja, por la dificultad de la respiración. Me está arrastrando y sigo su ritmo. Nos separamos por falta de aire y veo sus ojos... brillan; hay lujuria y deseo.

-¿Qué haces?- logro articular

-Solo bésame- dice y vuelve a sumergir sus labios en los míos.

No puedo, no debo... pero a quién demonios engaño, lo deseaba, hace mucho deseaba esto.

HOLA...

NO LEVANTEN LOS TRIDENTES Y LAS ANTORCHAS

LOS AMO

AMNESIA.  (COMPLETA): SAGA ATRACCIONES PELIGROSASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora