Capítulo 20

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No puedo vivir sin ti


Estaba cada vez más nerviosa a cada paso en el escenario. Era el último concierto y el último dúo.
Para hacerlo diferente, Vicky nos había sugerido que olvidáramos completamente la coreografía y hiciéramos lo que sintiéramos más acorde a la interpretación, que diéramos espectáculo.

Cepeda estaba muy de acuerdo con ello, de hecho, hablaba sobre cómo haríamos que todos suspiraran. Pero a mí me daba miedo el qué temerme de esa afirmación y sobre todo el no saber que hacer, cómo actuar, cómo disimular mi reacción a sus acercamientos.

Le miré, se le veía muy confiado, quizás demasiado. Tenía una sonrisa torcida en su rostro que me hacía temer lo peor.

Me miró desde el otro lado del escenario y me guiñó un ojo junto cuando los focos se encendieron y los acordes empezaron a resonar por todo el estadio.

Empecé a caminar hacia él con las primeras líneas de mi canción. Era lo único que habíamos hablado de hacer.

Llevas años enredado en mis manos, en mi pelo, en mi cabeza... —Luis puso la mano en mi cadera y empezó a rodearme a paso lento —Y no puedo más. No puedo más.

Decidí tomar las riendas con la siguiente estrofa y lo aparté de mí con un gesto rápido—Debería estar cansada de tus manos, de tu pelo—Deslicé una mano desde su mandíbula hasta su pecho y noté como se ponía nervioso—... de tus rarezas. Pero quiero más —Canté mientras caminaba en dirección opuesta a donde se encontraba—. Yo quiero más.

Oí como Cepeda se acercaba a mí así que me mantuve donde estaba para comenzar el estribillo. Traía una sonrisa terriblemente maliciosa.

Antes de comenzar, Luis me envolvió desde la espalda juntando sus brazos delante de mi cadera—No puedo vivir sin ti... No hay manera... — Se oyeron un montón de gritos en el momento en el que Cepeda empezó a acercarse lentamente a mi cuello. Me hubiera gustado poder unirme al desahogo—. No puedo estar sin ti —Noté sus labios deslizarse sobre la piel del lado izquierdo de mi cuello e intentando que no me temblase la voz terminé el verso con dificultad—. No hay manera.

Intuyendo mis intenciones vengativas se alejó de un salto y comenzó a caminar decididamente hacia el lugar opuesto del escenario mientras entonaba—. Me dijiste que te irías pero llevas en mi casa toda la vida. Sé que no te irás— dijo enfrentándome de una forma desafiante.—. Tú no te irás...

Empezó entonces a dar vueltas a mi alrededor mientras yo sonreía con suficiencia y cierto aire de molestia. Esto me recortaba a la primera gala en la que la habíamos cantado—Has colgado tu bandera, has traspasado la frontera... —Se acercó a mi oído y me susurró provocándome un escalofrío—. Eres la reina.

Lo enfrenté y él se acercó peligrosamente respondiendo a mi desafío. Me provocó una minitaquicardia. Estaba a centímetros de mis labios—Siempre reinarás... Siempre reinarás.

Tú no te Irás.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora