Capítulo 25

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Tus alas

Maratón (2/5)

—Venga Vicente, date prisa —Habló Marcos apoyado en la puerta del taxi.

 Llevábamos esperando unos diez minutos ya y Marcos comenzaba a impacientarse. Desde la última declaración que había hecho en público, sus niveles de estrés estaban por las nubes.

—Ahora salgo —Se oyó desde el interior de la vivienda.

Marcos rodó los ojos y entró en el coche. Se sentó conmigo en el asiento de atrás dejando el de copiloto para Vicente, todavía vacío.

— No te voy a decir que hayas hecho mal. La verdad, prefiero tu respuesta a todas las otras que podías dar —dijo mientras se ponía el cinturón—, pero va a ser para mi un suplicio aguantar a este chico un mes.

— Tendría que haber dicho la verdad —afirmé. 

Marcos se encogió de hombros.

—Bueno, has ahorrado mucha polémica. Solo que ahora tendremos que cargar con él hasta que podáis "romper de forma civilizada" y sin dar pie a especulaciones.

— ¿Y eso cuando será? —pregunté un tanto aturdida todavía por la situación.

— Seguirás con ese...¿ Problema con Luis? — preguntó de refilón, sin afrontar el problema de frente. Me mantuve en silencio por unos segundos, suficiente respuesta para él—. En ese caso, puede que después de este viaje ya sea suficiente —concluyó.

Pocos segundos después, Vicente cerró el maletero con fuerza tras tirar en él su equipaje y tomó asiento al lado del conductor.

— Ten bien presente que estás aquí por la cagada de Aitana en la entrevista — Vicente asintió—. Después del concierto en Glasgow te vas a tu casa, lo entiendes ¿no?

Marcos no le tenía demasiado aprecio a Vicente y parecía que tampoco se molestaba en disimularlo. Para que se controlase un poco le di un pequeño codazo.

Volamos hasta Glasgow. Los realizadores del festival me habían pagado la estancia en un hotel cercano. Algún periodista español había viajado hasta aquí para hacerme un par de preguntas y después de tanto esfuerzo por su parte, respondí a todas. 

Vicente, al venir conmigo, en muchas ocasiones aparecía por allí, haciendo más difícil crear la historia de la ruptura. Por suerte y, posiblemente por el rencor de Marcos hacia Vicente, teníamos habitaciones separadas.

Dediqué el día a descansar, a la noche debía estar a tope. 

Mi actuación en el festival se limitaba a unos quince minutos. Siendo un festival repleto de música bastante movida, opté por interpretar New Rules, Inssues y Bang Bang. Probablemente mi inglés para ellos habría sonado lamentable, pero al menos el rap parecía haberlo clavado.

Después de mi actuación, realización me llevó hacia la pequeña habitación que me habían asignado como camerino. En el fondo de la estancia me encontré con una cesta repleta de rosas rojas.

— Vaya cursilería —reí acercándome. No tenía tarjeta. La situación se me hacia muy graciosa. Encontré entonces un papel en medio de las flores.

Estaba lleno de notas musicales y letras en perfecta armonía. En la parte de arriba figuraba el título "Tus alas"

Oí la puerta abrirse y me giré con una gran sonrisa en la cara. Vicente me sonreía también. Corrí hacia él para abrazarlo y él se sorprendió antes de corresponder a mi abrazo.

— A veces eres tan cursi... — sonreí tiernamente.

— ¿yo? ¿Por qué? —preguntó. Cómo le gustaba hacerse el loco en estas cosas.

— Las rosas, la canción... No me habías dicho que habías vuelto a componer.

— Ah si, eso... No es para tanto —dijo rascándose la nuca. Me la arrebató de la mano y la observó durante unos segundos — Y... ¿Te gusta?

—Me gusta mucho — respondí antes de abrazarlo de nuevo.

Volvía a sentirme bien entre los brazos de Vicente. Él me apretó más fuerte contra su pecho y empezó a jugar con mi pelo.

Alguien carraspeando entró en la habitación y nos separamos rápidamente.

—¿Interrumpo algo? —preguntó Marcos un poco molesto —Todos al hotel, mañana hay otra actuación que hacer.

...

Sonó el despertador del móvil y lo apagué perezosamente. Suspiré rendida sobre la cama y después de unos segundos me levanté. Tomé mi bata del pequeño sofá que estaba al lado de la puerta del baño y tras ponérmela, caminé hasta la segunda estancia que tenía mi habitación de hotel.

Miré el reloj con impaciencia. Eran ya las nueve y treinta y cinco, Marcos siempre pedía que me subieran el desayuno a y media. Después de pasar unos minutos mirando a la nada e intentando no volver a caer dormida, llamaron a la puerta.

Corrí a abrir deslizándome por el parqué en calcetines. De detrás de la puerta surgió una mujer morena con una coleta alta y el uniforme de botones con un carrito lleno de bandejas.

— Venimos cargados hoy, ¿eh? —reí al cabo de unos segundos al darme cuenta de que no podía entenderme. Eché una vista rápida a toda la comida que me traía. Unas tostadas francesas con mermelada de fresa, melón, zumo de naranja... — What's this? —pregunté al encontrar una nueva hoja de papel entre las bandejas. La mujer se encogió de hombros para luego abandonar la suit.

Sonreí como una estúpida al desdoblar el papel y encontrarme con una nueva partitura. Vicente se lo estaba tomando en serio. Ya me había compuesto algo en alguna otra ocasión, pero debía reconocer que se estaba superando. "Don't look" decía esta.

Decidí darme una ducha rápida antes de ponerme a comer. Me puse un pantalón de chándal y una camiseta blanca, ya que hoy por la mañana solo tenía que pasarme por el estudio para grabar la canción de "Fue todo una mentira".

Cuando me había sentado ya en la mesa y me relamía pensando en las tostadas, volvieron a tocar a la puerta. Me encontré a Vicente apoyado en el lateral de la pared. Se había puesto una camisa y estaba realmente guapo. Nerviosa puse un mechón rebelde detrás de mi oreja. Me mordí el labio y sonreí de medio lado. Me miró durante unos segundos y me sonrió abiertamente.

—¿Qué tal has dormido? — preguntó con tono sincero.

Me puse de puntillas y besé sus labios dejándolo tieso de la sorpresa. No reaccionaba así que decidí hablar yo, para que se calmara.

— Gracias por la canción Vincent — sonreí aún con mis manos rodeando su cuello —. Vamos a desayunar, alguien ha pedido comida de sobra — tiré de él hacia dentro de la habitación después de guiñarle un ojo.



Dios, qué horror. Es que voy leyendo esto y la redacción da un poco de vergüenza, la verdad. No sé cómo os podía gustar. Menos mal que luego mejora un poco porque sinceramente...

Tú no te Irás.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora