Capítulo 9. Dos Mujeres Y Un Bar

48 8 9
                                    


Son poco más tarde de las ocho cuando me levanto del sofá hacia el baño, ya en el pasillo me detengo frente a la puerta de mi habitación con la intención de mirar en el interior, tomo aire un par de veces con el fin de tranquilizarme, pues tengo miedo que lo ocurrido en la tarde-noche de ayer, hubiera sido un sueño y que cuando abra no encuentre más que una cama vacía, o peor aún, que pese a que todo haya sido real, ella se haya marchado sin despedirse. Así que tras abrir la puerta y ver que se encuentra dormida, mis nervios se calman para entrar en la habitación con la idea de ajustar la persiana a fin de evitar la entrada de la clara mañana. A mi vuelta la observo mas detenidamente aprovechando la luz del pasillo, para una vez más pensar que esta preciosa, momento en el que tengo la tentación de acariciarla, de besarla, pero mantengo la distancia como si pudiera despertarse ante tal pensamiento, así que opto por continuar hasta la puerta que cierro tras de mi.

Continuo con mi rutina matutina en momentos como estos, en los cuales me quedo a trabajar en casa, hábitos que incluyen ducha, cafe, ropa comoda y mi portátil que utilizo para conectarme al portal de la empresa con la intención de revisar mis correos, muchos de ellos sin abrir y cuyo remitente como no es Pedro, que al ritmo que lleva me va a bloquear el buzón. «Hoy es Juernes» anuncia en el asunto uno de los recibidos a primera hora, correo que abro para leerlo «Agustín hoy es juernes, que te parece si salimos de fiesta, me paso por tu nueva casa que por cierto me tienes que enseñar y luego nos vamos a cenar algo», «cenar» pienso justo antes de recordar que Sara se encuentra durmiendo en mi cama, que desconozco sus planes aunque me gustaría compartirlos, pero que presentarle al menos por mi parte a Pedro no esta entre ellos, pese a conocer de la existencia de una Sara en mi vida y de lo que significo para mí, así que le respondo antes de nada, diciendole que hoy me quedo en casa, que ayer sali de forma inesperada y que tengo que estar al cien por cien para el evento de mañana.

Cerca de las diez oigo una voz que me llama desde la puerta, centrado como estaba en mis tareas no me he dado cuenta que Sara se encuentra en el marco de la entrada, lleva puesta una de mis camisetas mientras sujeta su vestido en una mano, su sonrisa es como un rayo de sol que ilumina la habitación dándome ganas de salir corriendo para abrazarla y colmarla de besos, pero me mantengo en mi asiento mirándola embelesado sin prestar atención a lo que dice.

—...Agustín, eooo, deja de mirarme las piernas y prestame atención por favor—, me acaloro por la situación al tiempo que desvío la mirada hacia su rostro mientras sus ojos siguen mirándome, —perdona que decías?—, la pregunto dándome como respuesta un bufido mientras sus ojos se elevan al techo, para después hacerme una mueca horrible a modo de burla antes de reírse, risa a la que también me uno.

—...imagino que quieres ducharte y para ello necesitas una toalla— le digo, —ves como eres listo para lo que quieres, pues si entre otras cosas quiero eso, pero también necesitaría que me enjabonaran la espalda...—, mi reacción la sobresalta para después reírse de nuevo, puesto que casi tiro el portátil al dar un golpe en la mesa ante tal comentario, aunque ella continua hablando.

—...sí tienes una esponja mejor, porque te veo alterado, ya en otra ocasión nos duchamos juntos si te parece—, se muerde el labio inferior a modo de juego con sus ojos brillando por el deseo, de sobra la conozco, quiere calentarme pero me repongo para acompañarla hasta el baño donde le dejo la toalla, tras lo cual me doy media vuelta para regresar a la habitación, no sin antes mirarla de reojo mientras se quita la camiseta de espaldas a mi.

Antes de ni siquiera pensarlo o darme cuenta la encuentro de nuevo en la puerta del despachito mirandome muy divertida, ya está arreglada con el mismo vestido de ayer, a fin de cuentas no trajo muda y yo no tengo nada que le pueda valer, me dice que se tiene que marchar durante un par de horas y que no me preocupe, a la pregunta de si ha desayunado, me contesta que un café y poco más, sobre todo visto lo poco que tengo en la cocina, pero me comenta que antes de regresar me hace la compra para unos días, comentario con el que me enfado puesto que es una invitada pero que ella omite añadiendo que además luego cocina, que es lo menos por mi hospitalidad y caballerosidad  cerrando la puerta para dejarme con la palabra en la boca.

Vecinos de ComunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora