AVISO IMPORTANTE: Este capitulo contiene escenas e imágenes de sexo que pueden no ser apto para todo el público o herir la sensibilidad del lector.
Buenos DÃas
Son poco más de las seis de la mañana cuando llego al portal de casa, aun no hace ni una hora que he salido del local y todavÃa me encuentro en una nube. Una sensación de vacÃo es lo único que albergo ahora mismo mientras me sigo preguntando qué ha pasado, una sensación que me ha perseguido desde el momento en el que me he levantado de aquel reservado, pero ahora estoy frente a la puerta de casa sin ser consciente de como he llegado hasta allÃ, solo para echar un vistazo a la puerta de Patricia como si el hacerlo me sirviera de algo, tal vez la simple necesidad de hablar con alguien podrÃa liberar cierta parte de la carga que llevo a mi espalda, pero no ocurre nada más que lo esperado, una puerta cerrada mientras su dueña seguro que sigue de fiesta.Â
Ya dentro y en dirección al baño sigo dando vueltas al asunto en un intento de encajar todas las piezas del puzzle en el que se ha convertido la noche, «como es posible que la misma se torciera, donde empezó todo, acaso soy parte culpable» pienso mientras me voy liberando de la ropa sin prestar atención. «Claro que si joder, como puedo ni siquiera dudarlo» me sigo diciendo mientras el agua caliente recorre mi cuerpo con la idea de templar el mismo.
Yo he sido el principal culpable de todo, desde el momento en el que recibà el primer beso, una idea que se refuerza con las imágenes que van llegando a mi cabeza, imágenes de besos en algunos casos robados, juegos prohibidos y fantasÃas sexuales hechas realidad en otras, pero sobre todo me llegan los rostros de ellas con las distintas emociones reflejadas en sus caras, como el cariño o el amor de Sara, la lujuria y el placer por el orgasmo de Patricia, la determinación mezclada con la vergüenza posterior de Lydia, pero sobre todo la que mas me ha dolido por mi traición, la ira y el dolor de Irene, todo sin pensar en el rostro de Pedro al intentar darme un beso, un momento que me ha dejado fuera de juego en el que soy incapaz de pensar más allá del asunto, porque creo que prefiero no saber que es lo que ha pasado por su cabeza en esos momentos.Â
Ya fuera del baño me encaminó al cuarto donde me tumbo no sin antes mirar las cosas de Sara, en parte colocadas sobre la silla alojada en la habitación, su recuerdo solo aviva las ganas de estar con ella, tal vez la única persona que en estos momentos me dirÃa la verdad sin hacerme daño, clara y precisa, como una buena cirujana. Pero como no está cierro los ojos en un torpe intento de dormir donde apenas puedo conciliar el sueño, asà que mis ojos no hace más que buscar el pequeño reloj digital que tengo en la mesilla para contar las horas, las 7, las 7 y cuarto, instantes que se hacen eternos mientras los minutos pasan lentamente.
Cabeceo lo que parece un instante aunque ha pasado casi una hora, contengo la respiración a la espera cuando de nuevo suena la puerta, las 8 y diez me indica el reloj, me levanto al tiempo que tomo un bóxer que me pongo de camino a la entrada, la cual abro sin preocuparme en mirar por la mirilla, frente a mi se encuentra Patricia, toda sonrisa y mirada juguetona, en su mano derecha una bolsa grasienta de churros, en la izquierda un termo de chocolate.
—¡Buenos dÃas cuerpo!, te apetece mojar el churro?—, me guiña el ojo mientras pasa a mi lado.
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Vecinos de Comunidad
AcakEn algún momento de nuestra vida podemos vivir en Comunidad, pero que ocurre cuando realmente las puertas de cada casa se cierran. Agustín nuestro protagonista se embarca en una historia digamos poco convencional, donde las interacciones huma...