AVISO IMPORTANTE: Este capitulo contiene escenas e imágenes de sexo que pueden no ser apto para todo el público o herir la sensibilidad del lector.
Suena el despertador, pero aunque me tiemblan las piernas a lo que sumar un dolor de cabeza incipiente, me incorporo de la cama no sin antes echar un vistazo a la mujer allà tendida. Ya en pie me pongo a buscar en completo silencio las pertenencias que pueda tener en la habitación, situación que me lleva hasta su lado de la cama, donde me agacho para apartarle el pelo de la cara viendo lo realmente guapa que está.
Salgo por la puerta de la habitación haciendo el mÃnimo ruido posible cuando llego al caos en el que se convirtió el salón, restos de galletas, cajas de comida asiática... botellas de vino, son solo algunas de las cosas que uno se puede encontrar, a lo que hay que añadir ropa esparcida, condones usados... manchas sospechosas, todo ello vestigios del homenaje que ambos nos hemos dado. En una esquina una caja rota de condones que cojo con la esperanza de guardarme alguno, «vacÃo» me digo mientras miro en su interior ante la sorpresa por ello, y es que la noche ha dado para mucho, donde a la comida y su correspondiente bebida, se le ha añadido el alcohol, algo de hierba y como no podÃa ser de otro modo, el sexo.
Rebusco entre los restos con el fin de encontrar las cosas que me faltan, tengo que irme a casa puesto que voy con el tiempo justo, una ducha para despejarme, vestirme e irme a trabajar, sin tiempo ni siquiera para llevarme algo a la boca, aunque pasado un rato desisto en seguir buscando pensando que me pasare más tarde a por ellas, asà que me dirijo hacia el pasillo con idea de salir por la puerta cuando justo antes de llegar oigo un silbido a mi espalda. Me giro al momento para contemplar a Patricia en la distancia, apoyada en la pared junto al marco de la puerta, completamente desnuda pero con ese brillo en los ojos tan suyo, mueve la cabeza negando en silencio antes de dar un paso más cerca mientras humedece sus labios.
—Ya te marchas?...— comienza a decirme —...sin despedirte de m�...— prosigue mientras se aproxima aún más, observándola en silencio completamente hipnotizado.
—...sin darme los buenos dÃas...— continua hablando, —...acaso he sido mala?...— me pregunta mientras niego con la cabeza, al tiempo que chupa uno de sus dedos mientras trago saliva, —...o el niño malo lo eres tú...— me dice al tiempo que mi corazón late con fuerza, en el instante que lleva ese dedo húmedo hasta su sexo.
—Tengo ganas de desayunar— me susurra ya próxima a mi cuerpo, para detenerse un segundo antes de lanzar sus brazos a mi cuello. —Y a falta de comida, lo más cercano aquà eres tú— me suelta antes de besar mi boca, un beso que me derrite por completo, con lo que suelto todo lo que llevo encima para dedicarme por completo a ella.
Sus piernas me abrazan alrededor de la cintura mientras mis manos se acomodan en su culo, que amaso al tiempo que las bocas se comen con un hambre desmesurado. Mi pene erecto se clava en su cuerpo, asà que allà mismo en el pasillo ella toma posesión del mismo guiándolo hasta su sexo, al tiempo que la apoyo en la pared, resoplo, suspiro y jadeo en el instante que mi pene entra en su cueva, húmeda y salada para clavarme ante su mirada atónita por la fuerza de la embestida.
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Vecinos de Comunidad
RandomEn algún momento de nuestra vida podemos vivir en Comunidad, pero que ocurre cuando realmente las puertas de cada casa se cierran. Agustín nuestro protagonista se embarca en una historia digamos poco convencional, donde las interacciones huma...