Capítulo 30. Mañana de resacas ...

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AVISO IMPORTANTE: Este capitulo contiene escenas e imágenes de sexo que pueden no ser apto para todo el público o herir la sensibilidad del lector.




Resaca: Malestar que padece al despertar quien ha bebido alcohol en exceso.


Agustín y Lydia

Es curioso ahora que me despierto que lo primero que me venga a la cabeza es la definición que se da de resaca, si bien estoy seguro que en muchas ocasiones se podría considerar tal a cualquier exceso, no solo al producido por el alcohol, pero aun así y en mi caso la acepción es correcta como si no lo supiera por mis propias carnes, al mareo, la sensación de vértigo, la boca pastosa... tengo que sumarle el dolor de cabeza que no cesa, así que en la cocina lleno un vaso con agua que me ayude a tomarme la pastilla que he cogido del botiquín improvisado que dispongo en el baño.

—Hola cielo— me saluda Lydia antes de darme un beso, —no tendrás una de esas para mi—, me dice al tiempo que trago la pastilla para asentir mientras le ofrezco una junto a un vaso de agua.

—Resaca?— la pregunto al tiempo que con los ojos semicerrados ella asiente, —y por lo que veo de las buenas— le sigo diciendo mientras también se toma el analgésico, para justo después sentarse en la silla de la cocina con las manos en la sien.

Y es que es el resultado de lo ocurrido nada más llegar a casa, asaltar de forma indiscriminada el pequeño mueble bar que nos dejó Alex en el salón, como si con ello cada uno intentara espantar los fantasmas, aunque pienso que más bien ese fu...

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Y es que es el resultado de lo ocurrido nada más llegar a casa, asaltar de forma indiscriminada el pequeño mueble bar que nos dejó Alex en el salón, como si con ello cada uno intentara espantar los fantasmas, aunque pienso que más bien ese fue mi caso, puesto que Lydia bebía por inercia tras la fiesta.

—Por que no te echas?— la sugiero antes de darle un dulce beso en la mejilla, palabras al oído que acompaño con un ligero abrazo que en muchas ocasiones es mejor que cualquier medicación.

—Solo si me acompañas— me responde mientras sostiene mi brazo entre los suyos, como si tuviera miedo a dejarme escapar, y es que ahora mientras la contemplo una vez más me llega a la cabeza la definición de resaca, como si a cada uno le hubiera afectado de distinto modo.

De nuevo en la cama nos abrazamos, mientras el peso de su cuerpo descansa en buena parte del mío mis manos acarician su pelo, con la mirada fija en el techo mi cabeza no deja de pensar, cosa seguro que en su caso pasa igual, porque no tarda mucho tiempo en hablarme tras un breve silencio.

—Estaba pensando...— empieza si bien deja las palabras al aire, como si esperara que la incite a seguir, cosa que hago tras no decir nada durante un buen rato.

—...En la fiesta— me suelta sin terminar de concretar, como si dar un rodeo fuera el mejor camino para tratar asuntos que solo recordarlos dan resaca o malestar general.

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