Capítulo 17: Niña buena

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Bowie se fue cinco días después de mi cumpleaños. Por un lado quería que se quedara, me hacía falta tenerlo cerca para sentirme más querida que nunca. Lo amaba, y él a mí. Pero debía volver a su trabajo de mecánico en un taller (al cual no iba muy seguido), que no sabía que tenía hasta ese momento, y la maquinaria del padre de Aldana necesitaba mantenimiento. Por otro lado, quería que se fuera, ya no soportaba ver lo mal que se llevaba con Austin por estar celoso de que viviéramos en la misma casa, peor aún al saber que se había declarado. Bowie confiaba en mí, o eso intentaba. No creía que yo pudiera engañarlo, aunque sabía que Austin intentaría hacer de la suya en cuanto partiera. Al menos eso es lo que él pensaba, yo confiaba en que Austin se comportaría al haberlo rechazado. Su forma de ser, tan molesta, no acabaría, no obstante, aparentaba haber desistido a su aspiración por separarnos.

Incluso esa mañana había tensión. Había preparado tostadas con manteca y mermelada de frambuesa para que desayunáramos los tres juntos, con la intención de que se llevaran bien las últimas dos horas. Fue mucho pedir. Tuvieron una discusión tremendamente absurda sobre el boxeo y casi me meten en el medio. Austin era el encargado de llevarlo al aeropuerto, y lógicamente yo los acompañaría para que no se terminaran matando entre sí. Su vuelo salió a media mañana. Sólo Bowie y yo nos bajamos del auto.

Entre despedidas cortas y sentimientos poderosos, percibía que no lo volvería a ver en persona. Por un segundo pronostiqué nuestro futuro, pero luego pude ver una luz, o mejor dicho, visualicé a Bowie; las vacaciones. Y así disipé mis preocupaciones... tal vez.

Cerca de perder su vuelo, lo abracé con todas mis fuerzas.

–Te amo, no lo olvides.

–Yo también, hermosa –susurró en mi oído.

En cuanto se fue, salí de ahí, a punto de estallar en llanto, corriendo como si escapara de ese efecto que me dejaban las despedidas.

No quería que Austin me viera llorar y subí al auto pero al asiento trasero.

–Ya está –dije antes de que el nudo en mi garganta hiciera que mi voz sonara temblorosa.

Le llamó la atención que no estuviera a su lado como copiloto, por lo que volteó extrañado y su expresión cambió por completo.

–Creo que me lo esperaba –se bajó del auto y subió conmigo, atrás–. Ven aquí –abrió los brazos, me tomó con una mano por la nuca y con la otra sobaba mi espalda. Me arrimó a él hasta que mi frente chocó contra su pecho y mojé su remera con lágrimas–. No me gusta verte llorar.

No dije nada, lo único que pude hacer fue apretar su ropa con mis puños hasta arrugarla y mojarla aún más.

A Bowie tampoco le gusta verme llorar.

–¿Hay algo que pueda hacer? Me siento inútil.

Me tragué el nudo de mi garganta y sorbí por la nariz– Estoy bien –me separé un poco de él. No podía demostrarle lo débil que era y tampoco quería romperle el corazón más de lo que ya lo había hecho.

–¿Quieres que te lleve a algún lado en especial?

–No, volvamos. Quiero recostarme un rato.

Asintió levemente.

Los siguientes días no fueron los mejores; tampoco los peores. Según Alex, Bowie había vuelto a su trabajo en el campo, por lo que no podía comunicarme con él. Me levantaba tarde, las clases de español de Eric se me hacían largas y estaba desconcentrada. No recibí regaños de los padres porque comprendían, y Austin se portaba decentemente.

William y Michelle se fueron de viaje a París a visitar a una de sus hijas. Eric se quedó con Austin y conmigo toda la semana que no estuvieron. Austin lo llevaba al jardín de infantes por la mañana y luego yo iba a buscarlo. Hacíamos las compras del día y Austin venía a buscarnos al terminar. Volvíamos a casa, le daba lecciones a Eric, preparaba la cena y luego Austin se encargaba de bañarlo y acostarlo. Tuve que ceder mi baño porque se negaba a bañarse en el suyo como hacía cuando su madre estaba, no podíamos competir con ello. Al final de cada día, Austin se sentaba bajo las estrellas mientras yo terminaba de lavar los platos. Luego le hacía compañía mientras tomábamos una taza de té.

Prometo Encontrarte y Enamorarte {Parte 1}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora