c a t o r c e

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Abrí los ojos lentamente, me dolía todo el cuerpo y la cabeza me estallaba. No recordaba absolutamente nada de la noche anterior, sólo que me había cogido a una rubia que dejé sola en la habitación.

Miré el lugar y suspiré relajado cuando me di cuenta que estaba en la casa de Mauro, lo bueno es que había podido volver. Giré mi cabeza y se me apretó el estómago. Ahí estaba Zoe, durmiendo al lado mío, con su carita relajada, tenía el ceño fruncido como si hubiera soñado algo feo.

Me la quedé mirando unos diez minutos, sus rasgos, sus boca, sus ojos cerrados, su naricita chiquitita, los mechones de pelo que le caían en la cara, y aún así estaba realmente hermosa. Lentamente empezó a despertarse, y yo no podía dejar de mirarla.

Me miró alterada cuando abrió sus ojos, pero la tranquilicé con la mirada, iba a tocarla pero me duele tanto todo que no puedo ni moverme.

—Joaquín, y-yo... No quise... yo —las palabras no salían de su blca por mucho que lo intentase.

—Zo, está bien, no digas nada linda —hablé tranquilo dedicándole una sonrisa.

—Pero fue mi culpa —dijo al borde del llanto.

Se acomodó en la cama y se sentó, para cubrir su cara con sus manitos y empezar a soltar sollozos. Me puse en su misma posición con muchos quejidos y la abracé por los hombros, ella se apoyó en mi pecho.

—¿De qué hablas, Zoe? Vos no hiciste nada, es mi culpa, soy un pelotudo —intenté tranquilizarla pero ella sólo lloraba más fuerte.

—¿No te acordas de nada? Ayer en el boliche Tomás y sus amigos te cagaron a palos —dijo con un tono de tristeza—. Perdón, me siento tan culpable.

Las cosas se empezaban a acomodar en mi cabeza y los recuerdos me iban llegando lentamente. Recuerdo cuando entré al baño y Tomás me pegó y después los recuerdos se van directamente hasta cuando quedé inconsciente. Si no hubiera estado tan en pedo le rompía toda la gorra.

Miré a Zoe y ella lloraba sin parar y repetía "perdón" una y otra vez. Empecé a acariciar su pelo y le di un beso en la frente. No estaba enojado con ella.

—Basta Zo, deja de pedirme perdón —hablé tranquilizándola—. No fue tu culpa, yo lo provoqué el un principio.

—No te pido perdón sólo por eso, también por decirte cagon —respondió limpiando las lágrimas que caían por sus cachetes—. Si estás con otra me la tengo que ban...

—No estoy con nadie —la corté—. No sé porqué te de dije eso, soy un pelotudo. Ayer me puse en pedo para dejar de pensar en vos y lo único que hice toda la puta noche fue pensarte, no salís de mi cabeza Zoe —confesé bufando.

Ella guardó silencio y luego de unos segundos sonrió. Se acercó a mi y me dio un corto beso en los labios. Al lado de esta chica cualquiera se sentiría bien. Se rió nerviosa y ya me era imposible borrar la sonrisa de mi cara.

—Me encanta como te reís, me fascina —dije sin poder dejar de mirarla—. Siento que nada puede estar mal cuando vos te estás riendo.

—No quiero que me lastimes —susurró mirándome a los ojos.

—No te voy a lastimar Zoe, es lo último que haría —afirmé.

Ella sonrió sin mostrar los dientes y se acomodó en mi pecho. Podía mirarla horas y horas y nunca me aburriría.

¿Por qué? Es la única pregunta que me hago desde ese día, ¿Por qué yo, Joaquín?

no goodbyes [sevenkayne]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora