Los cuatro fantasmas de Liverpool.

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—¿Tu tren?— Nicolas soltó una carcajada sarcástica —Los que estamos muertos no tenemos nada material, ¿Cuantos años crees que tengo en El Velo bufón?—.

—A juzgar por tu traje, debes de pertenecer a la era prehistórica ¿no?—contestó el otro de los fantasmas. Un joven alto y delgado, su tez era aún más clara que la de Nicolas y su sonrisa solo delataba una personalidad burlona, egocéntrica y con bastante liderazgo —Te voy a decir algo viejo, ya sabemos perfectamente que por ley El Velo no permite que te hagas de algo material, pero... da la casualidad de que nosotros morimos en la calle y lo que hay en ella es parte de nuestro hogar porque aquí nos devolvieron ¿Esta claro?— asintió complacido ante el silencio, para él era como una batalla ganada, sin argumento de la otra parte se sentía el rey de toda lógica y discusión —Y por el otro lado, simplemente porque hacemos lo que se nos da la maldita gana ¿O no es así muchachos?— el fantasma dio unos pasos más al frente, echó su flequillo para atrás de tal forma que no hubiese obstáculos entre sus ojos y los de Nicolas —Yo tenía una casa y tenía una vida... me lo arrebataron todo en contra de mi voluntad, a nadie le importó mis leyes—.

—Julius, por favor— trató de intervenir otro más, era un joven alto y delgado, vestía de negro y su piel estaba tan pálida como la del otro fantasma, de hecho los cuatro estaban igual. Este espíritu parecía más sensato, su mirada era tranquila aunque triste aparentemente, hablaba con pausa, sin prisas, manteniéndose serio ante la situación.

—Por favor mis polainas, ¡Cállate Galen, no te metas!— exclamó —Este no es más que un fanfarrón que se cree de los Oscuros, probablemente porque ya ha estado en sus garras ¿Me equivoco?—.

El tren continuaba su marcha a una velocidad normal, por lo que ninguno de los pasajeros podrían escuchar voces o algo más extraño en el techo. Nadie se podía imaginar que cinco fantasmas y una chica común estuvieran teniendo un pequeño mal entendido.

El viento era gélido, aún más que cuando habían partido de Londres, las estrellas brillaban en lo alto, decorando a una luna grande, brillante y hermosa luna, un verdadero lujo de admirar. Destiny inspiró, tenía que hacer un algo como ese tal Galen lo había intentado, el problema radicaba en que nunca tuvo el valor de meterse en problemas ajenos, porque siempre había tenido la mala suerte de irle peor que al propio involucrado. Si, intento ser defensora de los que al igual que ella anulaban su esencia, pero no le duro el gusto por mucho tiempo, su voz ante esas situaciones no era más que un susurro.

-¡El otro fantasma fue quien empezó!- Destiny desprendió un grito de su desafinada garganta, sus puños y ojos estaban cerrados —Nicolas, solo nos estaba defendiendo—.

—¿Nos?— interrogó Nicolas descontrolado, pero Destiny ni siquiera se molesto en responderle, tal vez ni siquiera lo escuchó, su cabeza estaba inclinada, con su mirada desviada a un costado. Sus mejillas estaban teñidas de un pálido carmesí y su respiración era demasiado rápida.

—Por eso les dije que había que esperar— volvió a insistir el delgado fantasma —No todos buscan pelea en esta muerte Julius, era obvio que algo de esto pasará porque, bueno... Ralph no es realmente bueno con las guardias—.

—¡Zopenco!- dijo el otro fantasma dando un golpe —¿Te das cuenta de lo que pudiste haber provocado?— Ralph bajo la cabeza apenado -¡Pudo haber ocurrido una desgracia!— continuó severo el espíritu —Pudimos dar aviso a los mortales de que había intrusos aquí. A nosotros no nos pueden hacer nada, igual estamos muertos, pero ella no...¡Pudo terminar en la cárcel!-

—¡Si!- secundo Julius, avanzando junto a sus dos compañeros, no sin antes darse el lujo de empujar a Nicolas —¡Y dejarnos sin compañía femenina después de siglos!— volvió la mirada a Destiny —¡Si serás!—.

La violinista:  Una historia del Fantasma de la Ópera.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora