La curiosidad siempre mata al gato...

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Se dice que la curiosidad mata al gato y Destiny lo sabía perfectamente. Su curiosidad la había llevado al límite de la pasión por la música, era su propia curiosidad a saber sobre el violín y sobre el solfeo la que le había condenado a ese futuro en el que todo dependía de vencer su propio escepticismo, dejar a un lado la lógica, cesando sus cuestionamientos sobre si lo sucedido momentos antes había sido tan real como su propia respiración o una ficción inventada por su cerebro para mitigar el dolor... en cualquier caso prefería vivir en un sueño. Era suficiente, estaba sufriendo en demasía.

Suspiró viendo los libros desparramados a sus pies y luego casi por inercia giró hacia la computadora, encendida, lista para usarse, invitándola con su intenso brillo en la pantalla a que se acercará... sentía como si el mismo fondo de escritorio fuera un mensaje subliminal, un imán para atraparla en las redes de internet donde el Fantasma de Ópera esperaba ser descubierto.

—No pierdo nada con ver— pensó, dejó los libros en el piso y se acercó con paso decidido a la endemoniada maquina. Tomó el mouse sin miedo pues algo más surgió en su cabeza, si todo lo había imaginado sería fácil desmentirse bastaba con teclear la idea que le había susurrado aquella vocecita que de vez en cuando todos escuchamos al leer o al escribir. Se metió al navegador y en lugar de teclear lo que el supuesto fantasma le había indicado, Destiny ingresó en el buscador la pregunta obligada: "¿El Fantasma de la ópera realmente existió?". Quedó petrificada al ver que no era la única con la misma duda, cientos de personas lo habían planteado antes en la web y no solo eso, sino que también habían escrito sobre el tema, la mayoría alegaba diversas teorías de que era lo que sucedió en la Ópera Garnier, de que había pasado con cada uno de los personajes que giraban entorno a la historia de Christine y Erick, eran muchos los que decían que el Vizconde, el Persa y otros más no eran invenciones de Leroux, que fueron personas de carne y hueso, de las cuales habían fotografías de aquellos años. Destiny jamás las había visto, conocía a la Daeé de Andrew Lloyd Webber encarnada por una de sus cantantes preferidas Sarah Brightman, pero nunca a la que fue supuestamente real. La joven quedó pensativa recordando cuantas veces había leído la obra de Gastón, memorizando cada parte de ese libro y de los dos musicales existentes, los diálogos de las películas sin cuestionarse, como lo sugería Leroux, si ese ser, ese genio incomprendido había pisado la Tierra durante el tiempo pasado, jamás pensó que existiese tanto que ver, tanto que leer y tanto que saber sobre el caso. Era tal su impresión que continuó sumergiéndose en ese mundo victoriano, sin acordarse del culpable de que estuviese investigando a esas horas de la noche. Después de varias páginas, hubo un detalle que Destiny notó en similitud, un pequeño y enorme dato a la vez que todos los que se habían encargado de relatar la leyenda Erick omitieron, quizás porque no lo creyeron relevante o porque el mismo Persa trató de borrarlo de la cronología "oficial" de los hechos, la joven tomó nota mental, borró su búsqueda anterior e ingreso "Asesinatos y gran incidente en el Teatro de París durante el año 1800". Otro abanico de paginas apareció ante sus ojos, era un hecho desconocido por la gran mayoría, parisienses o no, el asunto es que estaba registrado entre sucesos históricos inexplicables para los científicos pero no para los creadores de las páginas a las que ella ya había entrado buscando rastros de existencia sobre aquel enigmático personaje.

La historia relataba que durante los primeros once años de 1800, innumerables muertes de actores, actrices, cantantes y ayudantes en general acontecían en las instalaciones de un Teatro con la misma importancia que llegaría tener el Garnier en años posteriores. Cada noche, cuando la función no salía como el enigmático sujeto exigía, daban por hecho que otra muerte teñiría de carmesí los bastidores, el modo descrito era idéntico al que Leroux y Webber hacían referencia en sus obras y al igual que Erick, el misterioso ser pedía el palco número cinco para uso personal y logró escabullirse siempre de la ley, incluyendo de una en particular que también llamó la atención de la joven, un hombre apellidado Shadow andaba en su búsqueda, pero este hombre no era detective o policía de la época, era nada más y nada menos que un cazador de vampiros. Las cosas para ese punto sonaban ya demasiado retorcidas, pero aún así continuó hasta llegar al final de esa serie de eventos desafortunados que llevaron a aquel Teatro a su fin con un enorme incendio del que nadie supo explicar las causas, pero había quienes aseguraban que lo provocó un enfrentamiento entre los dos hombres, nunca existió forma de averiguarlo ya que no existieron sobrevivientes. Pasaron varios años de paz y sin muerte, hasta que la historia parecía repetirse en la Ópera Garnier.

Destiny empezó a atar cabos, pues recordaba que en la vida de Paganini existió un periodo de ausencia en la que nadie sabe con exactitud lo que sucedió, algunos creen que una mujer lo llevó a su villa para alejarlo de los vicios y acercarlo a la música, lo misterioso del asunto es que a su regreso ya era el violinista y compositor virtuoso que todo el mundo conoció. —1813- susurró la joven —Justo tres años después— concluyó —Y si él enseñó a Paganini, si él fue quien escribió las composiciones en realidad...— contó mentalmente, los números no fallaban, su violinista favorito desapareció coincidentemente tres años desde que ocurrió el incidente, misma cantidad de años en el que los asesinatos cesaron, luego Paganini comienza sus giras, destacando con su peculiar estilo en 1813. En todos esos años no hay incidentes porque quizás él estaba ocupado con Niccolò hasta 1834 cuando renuncia por enfermedad a sus giras, justo 41 años antes del surgimiento del Garnier, donde todo volvió a empezar... —¿Que sucedió en esos años al aire?— se preguntó y volvió a buscar "Violinistas parisienses famosos del 1800". Sorprendentemente para la aspirante a músico, no solo existió Paganini sino que habían por lo menos 30 más y todos con las mismas características: Violinistas y compositores complejos. Claro, ninguno fue tan grande como Niccolò, excepto por el aprendiz de este y otro hombre de apellido Bazzini, el único que aspiraba a ser, según se cuenta, el mejor músico de todos los tiempos. Sin embargo murió joven, en circunstancias muy poco claras.

Destiny se despegó de la pantalla por fin, apoyó todo su peso en el respaldo de su silla, sintiendo el dolor de su columna al haber estado encorvada por mucho rato, llevó sus codos por encima del escritorio llevando los dedos sobre sus labios. Cerró los ojos tratando de meditar la situación.

—¿Y bien?— interrumpió una voz —¿Que has decidido?—.

—Dijiste que vendrías hasta el alba— reclamó Destiny con enfado, sabía de sobra quien era. Su misterioso acompañante había vuelto.

—Querida, lamento informarte y por si no te has dado cuenta que el sol esta saliendo justo en estos instantes— La chica giró bruscamente su mirada hacia la ventana. Era cierto —Te pasaste toda la noche averiguando sobre el asunto—.

Destiny volvió la mirada hacia él, allí estaba con su traje antiguo negro, su melena larga y su mirada expectante, recargado ligeramente en el borde del escritorio. No contestó, desvió su mirada al amanecer, luego al violín que reposaba tranquilamente en su estuche, los libros en el piso y la puerta de su habitación cerrada. Ni su padre ni su madre habían ido para ver si podían arreglar las cosas o tan siquiera para intentar comprenderla, aunque sonará muy duro debía aceptar que ellos nunca la apoyarían, no importando si música era la única profesión sobre la faz de la Tierra.

—¿Serás mi motivo?— insistió el fantasma.

Destiny tenía el anuncio a un costado suyo, lo observó y leyó detenidamente una y otra vez. Lo sabía, necesitaba un maestro a como diera lugar si quería entrar en esa academia y necesitaba al mejor. Si todavía existía Erick o alguien parecido al Fantasma de la Ópera, no importaba, lo mismo si era un vampiro (cosa que descartaba) o un fantasma (opción más realista viendo al que tenía enfrente), era un caso de vida o muerte.

—Seré tu motivo— dijo decida ofreciendo su mano —Destiny Massenet, será tu motivo—.

—Y Nicolas D'aramitz será tu guía en esta mascarada— la muerte y la vida estrecharon sus manos en un pacto. La curiosidad mató al gato por segunda vez. 

La violinista:  Una historia del Fantasma de la Ópera.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora