La violinista: Una historia del Fantasma de la Ópera.

Ojos abiertos.

La música de Destiny terminó más de media hora después desde que se había ido a su habitación, fue entonces cuando el silencio habitual del hotel volvió a reinar cada rincón, todo parecía estar cubierto por un inmenso velo lleno de paz, los fantasmas también necesitaban descansar o en su defecto, olvidarse al menos por un rato de la terrible condena que los mantiene atados en El Velo.

—Es casi como estar en un cementerio — susurró Galen poniéndose en marcha a su habitación seguido de un muy silencioso Nicolas, de vez en cuando observaba de forma discreta al misterioso espectro y aunque el instante fue muy breve, su rostro revelaba una tristeza tan añeja de siglos, un cansancio del que pretendía desentenderse a como diera lugar, fue ese momento donde pudo percibirlo un poco más "humano", pudo conocer los vestigios de la persona que había sido en vida, negó con su cabeza y siguió caminando hasta donde Mirelle les había indicado.

La habitación era muy amplia o eso le parecía a Galen, después de todo estar largo tiempo entre vagones de tren le hacia percibir cualquier otro espacio como algo gigantesco, había dos camas dispuestas en cada lado del cuarto, separadas únicamente por una vieja mesita de noche en medio, el fantasma de Liverpool tomó asiento, acarició la vieja colcha con cuidado siendo presa de una inmensa nostalgia, momentos como esos en que tenía mayor conexión con el mundo exterior le hacían recordar lo mucho que extrañaba la vida y todo lo que le hubiese gustado hacer de su existencia, era un secreto del que solo Julius tenía conocimiento. Tras un largo suspiro la insistente mirada clavada en su nuca lo hizo reaccionar, giró tan bruscamente que de un salto se puso en pie, Nicolas le observaba insistentemente.

—Pude sentir tu mirada, ¿cuánto llevas así?— preguntó sin obtener respuesta alguna, Galen se estremeció de pronto e intentó no en vano ocultarlo, su expresión era aún más amenazante que cuando Destiny cruzó el Umbral de la muerte, en algún punto de aquel instante sus miradas libraban un mensaje silencioso pero claro, él no tenía miedo y nada de lo que pudiera hacer lo alejaría de Destiny.

—¿Y te molesta acaso? —dijo Nicolas finalmente con visible sarcasmo, él estaba en la esquina de la habitación recargado en la pared, con la ceja enarcada y una mirada llena de odio y rabia contenidas.

—¿Que pretendes? —cuestionó Galen al fantasma tratando de conservar la calma.

—¿¡Que pretendes tu!? —Nicolas contestó enfurecido, moviéndose de lugar bruscamente a quien creía su adversario —¿Cuál es tu verdadero motivo? ¿Porque estas detrás de nosotros? ¿Porque viajas con nosotros cuando nadie te invitó? —

—Ya que lo preguntas... fue tu energía la que me invitó, tu aura no me da buena espina — el fantasma de Liverpool ni siquiera se inmuto, permaneció en su sitio, aun cuando estaba cara a cara con Nicolas —Dime... ¿Realmente es tu deseo ayudar a Destiny o deseas ayudarte a ti mismo?

—Con que mí aura ¿eh? —musitó para si mismo, asintiendo lentamente —Y yo tengo una pregunta interesante para ti también —¿Que es lo que realmente te importa? ¿Destiny o mis intenciones? -dijo dibujando media sonrisa en su rostro —No hay respuesta... curioso —rió triunfante ante el silencio de Galen —Te voy a dar un buen consejo, solo para que veas que no soy un monstruo como tu crees...si yo estuviera en tu lugar me mantendría al margen de lo que no me importa, no sé...— dijo entonces relajando su postura, sin procurar ocultar una falsa amabilidad y modestia en cada una de sus palabras —No sé si lo sepas, pero hay un lugar mucho peor que El Velo o el Limbo, ten mucho cuidado, a veces los fantasmas se pierden allí, las formas en que llegan suelen ser demasiado misteriosas y lo que es peor, difícilmente salen de ahí —

—Tu no eres un fantasma ordinario — Galen se mostró preocupado por más que intento ocultarlo. La mirada de Nicolas decía muchas cosas. Era como contemplar en la realidad un cuadro que estaba justo delante de él y detrás de Nicolas, oscuro, roto, traicionado. Contempló el cuadro del ángel caído de Alexandre Cabanel, la mirada de aquel derrotado ser celestial estaba llena de odio, de coraje, de decepción y de un sufrimiento tan tormentoso del que quizás era menos consciente, sus ojos aparentemente cristalinos, comunicaban más cosas de las que pudieran contarse.