Eran las tantas de la madrugada
Cuando di por mí ansiando escuchar tu voz
Mi espalda cargaba un matojo de nervios
Que me impedía de todo, salvo el posesivo deseo de sucumbir en la entrañable voz
Producto de tus cuerdas vocales
Deparaba frente a mí
La pesada misión de estudiar
Y lo único que mi mente no objetaba
Era la ilustre imagen de tu perfecta sonrisa
Estaba loco;
¡Estaba desenfrenado!
Había sido atingidoPor la dichosa flecha cupido
Que el enano ese, se había encargado de disparar
"Como siempre", indiferente a los resultados;
Ventajas y desventajas que opacarían mi vida.