Capítulo V

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El castaño observaba ambos productos entre sí, debatiéndose mentalmente cuál sería el mejor tomando en cuenta que ambos tenían el mismo precio. Resopló dejando uno de los frascos de puré de tomate en el estante, seleccionando el otro en el carrito frente a él.

Se encontraba en el supermercado de su ciudad con Zayn, quien le ayudaba con la lista de las compras necesarias para su hogar. Su madre le había encargado hacer la despensa, ya que ella tendría que ir a suplir un turno de ese día. Aceptó, aunque a decir verdad no se sentía muy convencido.

Sin embargo, con el ojimiel a su lado, su ánimo iba aumentando poco a poco.

—¿Me habías dicho macarrones o tallarines? —Preguntó el moreno, mirando ambas bolsas de pasta en sus manos respectivamente.

—Te dije ravioles —Rió el omega, tomando una de las pastas—. Pero esto servirá, hace tiempo que no como tallarines con queso. —Metió el producto en el carrito, que se encontraba casi vacío. Extrajo de su pantalón la lista que le había hecho su madre, echándole un vistazo. Suspiró. Aún les faltaba bastantes víveres.

—Bueno —Leyó el pequeño papel—. Necesitamos leche.

El pelinegro se carcajeó. El ojiazul lo miró confundido.

—Tú necesitas leche —Exclamó, saliendo del pasillo contoneando sus caderas juguetonamente—. Liam ya me da suficiente, gracias.

El pequeño rodó los ojos, riéndose ante lo dicho por su amigo.

—No necesito leche, gracias. —Le contestó, arrastrando el carrito sin prisa.

—¿Ni tus lechitas de chocolate? —Preguntó el ojimiel alzando sus cejas rápidamente.

—Oh, esas siempre —Sonrió el castaño, llegando al área de lácteos—. Creo que llevaré un paquete de vainilla también, y uno de fresa ¡oh! Tal vez compre algunos caramelos...

—Uff, andas con mucho antojo de dulzor, melocotón —Se asombró el omega, colocando un paquete de lechitas de cada sabor en el carrito—. Según mi experiencia conociéndote, siempre que te sientes desanimado o decaído quieres consumir azúcar. —Louis se sonrojó, bajando la mirada—. No te juzgo, Lou. Sabes que jamás lo haría, pero, ¿acaso tu amigo Zayn no es suficiente para hacerte sentir feliz? —Le preguntó, haciendo un puchero.

—Oh no, tú me animas mucho Zayn —Lo abrazó con suavidad, recargando su rostro en su hombro—. Me alegra mucho que estés ayudándome con las compras, en serio. He estado algo desanimado últimamente, pero tú siempre encuentras la manera de hacerme sentir mejor.

—Oh, Louis —Lo abrazó más fuerte, cargándolo un poco—. Sabes que siempre estaré ahí para hacerte feliz.

—Lo sé, y yo para ti.

—Lo sé —Respondió, separándose poco a poco—. Ahora dime, ¿por qué estás desanimado? —Louis no respondió, solo comenzó a mirar hacia todas partes, tratando de ignorarlo—. Oh no, Tomlinson.

—¡Déjame Zayn! —Rió el pequeño, caminando lejos del ojimiel que lo miraba impresionado, con los ojos como platos.

—¡No puede ser que sigas así por eso! —Corrió tras él, trastabillando en el camino al mismo tiempo que reía—. Louis, ya pasó una semana ¡supéralo!

El mencionado solo sonreía divertido, continuando con su caminata para deshacerse del moreno y de sus burlas amistosas que seguramente le haría apenas lo tuviera enfrente. Se cubrió los oídos con sus palmas, carcajeándose al escuchar tenuemente a su amigo tras él.

En ese momento, se preguntó si había sido realmente una buena idea haberle contado lo sucedido con el doctor Styles. El lunes a la hora del refrigerio habían corrido a la mesa de la esquina de la cafetería, con un Louis ansioso por desahogarse y un Zayn dispuesto a escucharlo. Y a burlarlo, por supuesto.

El urólogo || L.S. (Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora