Capítulo III

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—¡¿Qué hiciste qué, Tomlinson?!

—Shh, baja la voz.

Ambos miraron alrededor buscando señales de que los hubieran escuchado, pero todos parecían entretenidos en sus refrigerios o en pláticas igual de escandalosas como la que tenía Louis en ese momento con Zayn. El castaño lo reprendió con una ceja alzada y el moreno solo atinó a decir un "lo siento" moviendo sus labios.

Estaban en la cafetería, la cual estaba atiborrada por casi toda la escuela. La fila para ordenar el desayuno era inmensa, y las bandejas de plástico azul oscuro volaban por encima de sus cabezas transportando diversos menús. Ambos se encontraban sentados en una mesita aparte, que estaba hasta la esquina más alejada de todas las demás. Tenían el privilegio de escoger la mesa que quisieran ya que ambos llevaban sus desayunos, por lo cual no perdían tiempo esperando su turno en la barra. Ese día, especialmente, decidieron que esa mesa aislada era perfecta para la ocasión.

—Sí, tuve que hacerlo —Alcanzó la pajilla de su lechita de cartón y se la llevó a los labios—. El doctor me dijo que de preferencia llevara la muestra hoy para que me diera los resultados el viernes.

El pelinegro lo miraba boquiabierto, con una expresión que no lograba descifrar. Al final, hizo la típica cara que ya conocía.

—Oh no, no empieces Zayn... —Pidió el ojiazul, cubriéndose el rostro con ambas manos.

—¿Cómo estás seguro de que son para el laboratorio? —Preguntó minucioso, alzando ambas cejas—. ¿Cómo sabes que no se las llevó a su departamento para masturbarse imaginando como lograste llenar de lubricante ambos frascos? ¿Cómo sabes que no utilizara tu muestra para lubricarse la polla pensando en ti?

—Oh por Dios, Zayn —Exclamó horrorizado el castaño, alejando la bebida de sus labios—. Estoy desayunando, no tenías que salir con esas cosas —Arrugó el entrecejo mirándolo con gesto de desagrado.

—Oh por favor Louis, terminaste tu sándwich hace horas. Además, no hagas como que no te gusta la idea —Le dijo inclinándose hacia él, moviendo los hombros con sensualidad.

El gesto le arrancó una risita al ojiazul.

—No, no me gusta la idea —Afirmó, mirándole directo a los ojos mieles—. De solo imaginarlo me da cosa...

—Oh, pero te lo imaginas —Continuó el moreno, disfrutando de molestar a su amigo—. ¿Cómo te imaginas su polla, eh? ¿Grande, quizá? ¿Tal vez unos 20 centímetros?

Louis rodó los ojos.

—Sí, Zayn. La imagino enorme. —Le siguió el juego, tomando su leche de cartón nuevamente.

—Si es alto la debe de tener gigante, ¿es alto?

—¡Zayn es suficiente! —Profirió un gritito lo suficiente alto para ambos—. ¿Podemos dejar de hablar de esto? No quiero que la próxima vez que lo vea esté pensando en eso, será muy incómodo. —Admitió, con un sonrojo creciente en sus mejillas.

El pelinegro le sonrió enternecido.

—Sabes que es broma, melocotón. —Habló suave, mirándolo con dulzura—. Eres un nene apenas, tan inocente...

—Zayn, detente... —Pidió el omega con el rostro carmesí.

—¡Tan inocente para que ese doctor te la arrebate de una buena follada!

—¡Eres un idiota! —Rió el pequeño, carcajeándose con su amigo.

—Está bien, está bien. Fue suficiente. —Dijo el morocho, parando de reír—. Tanto hablar del tal Harry me ha dejado con una duda.

El urólogo || L.S. (Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora