—No puedo creerlo —Exclamó el moreno, con la voz cargada de sorpresa.
—¿Qué sucede? —Le preguntó curioso, no entendiendo a qué se refería su repentino asombro.
Ambos, en su mesa acostumbrada de la cafetería, tomaban su tiempo de descanso para ingerir sus alimentos al mismo tiempo que conversaban sobre lo que diera el tema. Zayn disfrutaba de un tazón de coctel de fruta casero y Louis un acostumbrado sándwich junto con su lechita de sabor chocolate. Entre el barullo de la cafetería, las risas lejanas y los rumores de conversaciones ajenas, ambos yacían tranquilos en un aura amistosa que habían extrañado recuperar.
El morocho se inclinó en la mesa hacia su cuello, posando sus ojos mieles forrados en espesas pestañas oscuras en sus clavículas. El pequeño se alarmó.
—¿Q-qué?
—Es precioso —Exclamó asombrado, mirándolo con los ojos bien abiertos—. Diablos, en serio que es hermosísimo. ¿Te lo dio Harry?
Louis suspiró. Creyó que se refería a otra cosa, pero solo se trataba del collar. Lo sostuvo entre sus dedos, acariciando con sus yemas el pequeño y delicado dije.
—Oh, sí —Asintió lentamente, dejando el pequeño pendiente al centro de sus clavículas—. Fue un obsequio por nuestros tres meses de cortejo.
—Vaya, Styles sí que da buenos obsequios —Se acercó nuevamente, palpando delicadamente con sus dígitos el dije—. Es exquisito.
Y vaya que lo era.
Era un collar delgado, discreto, delicado; digno de ser posesión de un omega tan exquisito y precioso como el mismo ejemplar. Constaba de una cadenita delgada en color plata tenuemente brillante, con un dije hecho a partir de un corazón en plata esterlina y oro amarillo de 14 quilates, ambos entrelazados por un lado curvo. Estas sencillas pero atrayentes formas pendían de la cadena alrededor de la nuca del ojiazul, quedando exquisitamente al centro de sus clavículas.
Louis, junto con su aura suave e inocente, hacía relucir ese pequeño y poco escandaloso collar como la cosa más maravillosa puesta en tierra.
Y era porque quien lo poseía le daba ese valor.
—Es bastante lindo —Afirmó, mordiéndose el labio inferior buscando borrar la sonrisa que se estaba abriendo paso en su bonito rostro. De solo recordar que Harry se lo había obsequiado, le suscitaba sentimientos amorosos y cálidos en su pancita.
—Y es de Pandora —Agregó, mirándolo más de cerca—. Sí, definitivamente. Lo he visto en la página en su nueva colección.
—No lo sé Zaynie —Se encogió de hombros, acariciando nuevamente la cadena. Sonrió—. Sea de donde sea fue un gesto muy lindo de su parte. Me lo dio en una cajita pequeña y aterciopelada en color palo de rosa, fue tan lindo... —Hablaba ilusionadamente, recordando la escena con precisión.
El fin de semana pasado habían cumplido tres meses desde su cortejo, y el ojiverde no quería pasar desapercibido el pequeño —pero valioso— lapso de tiempo que llevaba acercándose amorosamente al omega de hebras castañas.
El alfa se presentó en uno de sus recurrentes trajes, oliendo a un perfume que no conocía pero que simplemente le debilitaba las piernas. Cuando le abrió la puerta de su hogar, le extendió una docena de rosas rojas envueltas en una tela en color crema. Se recibieron con un beso veloz en los labios bajo la supervisión de Johannah, que los veía detrás de un libro de recetas de cocina.
Esa noche de sábado Harry cenó ahí por cuarta vez.
Louis preparó un filete de res jugoso y un puré de patatas junto a unos espárragos salteados en aceite de oliva. Harry lo halagó por la comida, a como siempre lo hacía.
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El urólogo || L.S. (Omegaverse)
FanfictionLouis es un pequeño omega que ha estado teniendo complicaciones con sus últimos celos: fiebre excesiva, ganas de vomitar, cólicos inmensos y demás síntomas. Su madre, Jay, preocupada por su hijo, le aparta una cita en el urólogo con el doctor Harry...