Capítulo XIX

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El omega se acomodó el flequillo por enésima vez, comprobando frente al espejo lo adecuado de sus prendas para la ocasión y perfumándose en una suave pero exquisita dulce fragancia a pétalos de rosa.

Tomó el lápiz labial y lo palpó varias veces sobre sus labios, cuidando que la tonalidad rosa se viera natural y resaltara el sonrojo de sus mejillas. Se alisó la camisa libre de arrugas y se colocó el collar, procurando que el dije quedara en el lugar indicado. Se vio por última vez en el espejo de cuerpo completo y salió de su habitación, tomando su bolso de mano en el camino.

Al bajar las escaleras, ahogó un grito al ver a su madre viendo un programa de televisión.

—¡Mamá! —La mencionada ni se inmutó—. Mamá, ¡en cinco minutos Harry pasará por nosotros y no te has cambiado!

Johannah, quien reía entretenidamente con el programa, volteó a ver a su único hijo con una sonrisa.

—Oh cariño, olvidé decirte —Continuó con los ojos en la televisión mientras le explicaba vagamente—: Saldré a tomar algo con unas amigas dentro de dos horas. Dile a Harry que lo siento mucho.

—¡Pero mamá! —El menor se exaltó—. Harry ya hizo reservaciones...

—¿Y qué? Aun quedaran dos para ustedes.

—P-pero él quería que estuviéramos los tres y...

—Cariño —Le bajó el volumen al programa, girándose en el sofá para verlo—. Si te soy sincera, no me gustaría ir a una cita donde esté la madre de mi pareja observando y escuchando todo. Seguramente Harry lo hizo para parecer atento y se lo agradezco, pero, ¿no debería alegrarte que no iré con ustedes?

—No lo sé, es decir, se supone que éramos los tres. —Le dijo con la mirada gacha, tallando la punta de su zapato en el suelo distraídamente.

En menos de lo esperado, el ya conocido sonido del claxon del auto del rizado se hizo escuchar fuera de la casa, ocasionando un pequeño espasmo en el ojiazul quien no esperaba que su acompañante llegara tan pronto. Se dirigió hacia Jay quien ya lo miraba con atención.

—Bueno, ahora son ustedes dos —Le sonrió suave para después entrecerrar sus ojos—. Que no vaya a ir no significa que Harry se quiera pasar de listo, ¿eh? Te quiero aquí antes de las 23:00.

El menor le devolvió la sonrisa.

—Sí, estaré aquí antes —Se encaminó hacia ella, dándole un abrazo veloz y un beso en la mejilla—. Nos vemos en un rato.

—Nos vemos mi niño, pásenla bien.

—Gracias, mamá. —Le tiró un beso desde la puerta, donde su mano ya giraba la perilla—. Tú también pásala bien con tus amigas.

—Te avisaré cualquier cosa, ¿okey? —Le informó, mirándolo desde el sofá.

—Sí, está bien.

La despidió una última vez antes de salir de su hogar. 

-

El mayor conducía con tranquilidad por las calles Londinenses. Mantenía su ceño levemente fruncido entre el manto oscuro del cielo y las farolas luminosas en amarillos y blancos incandescentes. Su mano izquierda descansaba en el volante y la otra era atendida por su amoroso acompañante, quien sobaba con su pulgar el dorso de su mano.

A su lado, aquel omega precioso endulzaba el ambiente con sus feromonas almibaradas y sutiles, consintiendo su sentido del olfato con tan agradable aroma natural. Inspiró hondo, sintiendo casi el sabor de su esencia en la lengua. Se sintió tan afortunado de tenerlo ahí a su lado, viéndose bellísimo a través de la luz de la luna que bailaba en su lado bueno.

El urólogo || L.S. (Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora