Capítulo XIII

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Louis continuó llegando cada día de esa semana al mismo lugar donde, eventualmente, siempre terminaba intercambiando miradas con el mismo sujeto alto, masculino y rizado, que agradecía sus orbes puestos en él con una sonrisa amable, y él le devolvía el gesto con un rubor rosáceo.

Desde aquel día que tuvo esa acalorada discusión con Zayn, no habían cruzado palabra. Ni en la escuela ni en el gimnasio.

Había aprendido a llegar a su salón de clases y escoger el pupitre más lejano a donde solía sentarse el moreno. En los recesos, ya ni siquiera salía a la cafetería. Se limitaba a quedarse en su asiento, desayunando al mismo tiempo que adelantaba alguna tarea para matar el tiempo. Después de clase, iba a su casa y hacía cualquier otro deber que tuviera, antes de irse al gimnasio a las 17:00 en un taxi.

Cuando llegaba, era común encontrarse con la camioneta de Liam, de donde iban bajando. Él se apresuraba a voltear la mirada y Zayn, siguiendo el semblante orgulloso e indiferente, ignoraba su presencia. Ambos caminaban con la cabeza en alto frente al otro, dejando claro el mensaje: el orgullo ondeaba brillante, y no daba tregua aún.

Zayn estaba bien con eso. Y Louis también.

Tal vez había sido un poco irrespetuoso y revelador lo que le dijo, pero no se comparaba con el hecho de que siempre el ojimiel quería manejar su vida como si fuera un títere. Él comprendía que fuera su mejor amigo y se preocupara por lo sucedido, pero no le daba el derecho a controlar su vida, sus acciones o de quien sentirse atraído.

Así que sí, ambos estaban en su pelea de amigos resentidos, y ninguno pensaba ceder pronto hacia el otro.

Y mucho menos Louis ahora que, inevitablemente, no podía dejar de mirar entre ratos al alfa que entrenaba concentrado y serio frente al espejo. Se perdía en sus movimientos y virilidad, en su entrecejo arrugado y su goteante sudor.

Harry era muy guapo.

Y tal vez Louis debería pensar antes de hacerle algún cumplido después de aquello, pero su omega lo manejaba muchísimo últimamente y lo doblegaba al punto de aceptar la realidad: realmente gustaba de él.

En esos días sin la influencia de Zayn rodeándolo como cizaña, había podido recostarse a pensar las cosas con calma y claridad. Divagó entre sus pensamientos y caviló lo suficiente para darse cuenta de lo que ya sabía: era un terco. Por más que volviera a los recuerdos negativos, una parte de él seguía pidiéndole acercarse al especialista en omegas.

De cierto modo, extrañaba el poder hablarlo. El poder llegar a su consultorio y verlo en esos pulcros trajes con su posición amable y alfa, llena de dominio y respeto. Extrañaba sus diálogos formales y la pasión con la que hablaba sobre su trabajo y lo hacía, al igual que sus gestos serios y sonrisas espontaneas.

Si tan solo todo hubiera ocurrido de otro modo...

Si tan solo no hubiera ido ese día, o si hubiera hallado sus píldoras de aroma, o si hubiera cargado extrañamente encima una píldora supresora para alfa; si alguien hubiera entrado, o si solo nunca hubiera recibido esa llamada que probablemente le había provocado el celo por el enojo acumulado.

Tal vez así, en ese momento, estuviera charlando con el rizado y no solo observando la masculinidad de sus movimientos y su semblante enfocado.

Tal vez así no se viera tan tonto por llegar al gimnasio únicamente a echarse en una máquina, porque ni siquiera hacía nada. Oh Dios, era tan obvio. El ojiverde tendría que ser un idiota para no darse cuenta que solo llegaba por él.

O tal vez no tan idiota porque, con Aris rodeándolo frecuentemente, su presencia en aquel lugar podía interpretarse de otro modo.

Louis se había librado de las órdenes del pelinegro, pero no del castaño de fuertes músculos que, desde aquel día en que se quitó la playera, no había parado de exhibirse en público a sus ojos, incomodándolo por lo embarazosa que era la situación con Harry ahí mirándolos de reojo.

El urólogo || L.S. (Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora