Capítulo XV

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El omega cerró la puerta de su habitación con suavidad. Se deslizó hasta el suelo con el labio atrapado entre los dientes, en una sonrisita alegre y sonrojada.

Se integró poniéndose de pie de un saltito y caminando hasta su cama, donde se echó boca abajo y siguió sonriendo bobamente ante los últimos sucesos. Abrazó una almohada con fuerza y dio vueltas entre el edredón; la felicidad haciéndose evidente en cada uno de sus movimientos.

Hace unos minutos Harry lo había dejado en su hogar.

Puesto que era conflictivo que el rizado lo dejara frente a su puerta, Louis le dijo que se detuviera dos casas antes de llegar a la suya. El ojiverde, no muy de acuerdo con el hecho de esconderse de su madre, asintió y se detuvo cuando el pequeño se lo indicó. Se despidieron con una ronda de besos y chasquidos de saliva, que dejaron al omega sonrojado y al alfa despeinado. Finalmente, el mayor esperó que ingresara a su hogar para regresar tranquilamente a su departamento.

Louis pensó que haberse quedado dos casas antes que la suya había sido una magnífica idea; principalmente porque su madre estaba en el sofá de la sala, esperándolo con el celular en mano y un tazón de palomitas mientras veía una película. Eran las 20:30, el tiempo se les había ido volando. Para su suerte, su madre no hizo ningún comentario más que si quién había ido a dejarlo. La última respuesta del castaño fue, obviamente, el alfa que le atendía por sus celos.

Se había despedido con un beso en la mejilla de su mamá y subió corriendo, no teniendo idea de cómo controlar el constante latido de su corazón y las ganas de gritar por lo emocionado y halagado que se sentía. Eran como fuegos artificiales chocando contra sus paredes estomacales, revolviéndole el cuerpo en fugaces espasmos sensibles.

Y ahí seguía en su cama, removiéndose entre las sábanas por la gran felicidad que lo invadía desde dentro.

No habían pasado ni treinta minutos y sentía que necesitaba verlo de nuevo. Que necesitaba sus besos, sus abrazos y las manos ajenas encajadas a su cintura. Su omega gemía complacido al recordar el trato afectuoso, expresándolo en sus feromonas espesas y dulces, con el toque a vainilla que prevalecía pigmentado siempre en su dermis. Tenía los vellos erizados y los pómulos carmesí, con una temperatura cálida albergando su pancita.

Escuchó su celular vibrar en su bolso, alcanzándolo con facilidad. Sonrió inmensamente al ver la notificación. Era un mensaje de Harry.

Doctor Styles: Buenas noches, omega.

Louis: Buenas noches, alfa

Doctor Styles: ¿Cómo has llegado? ¿Sucedió algún inconveniente con tu madre?

Louis: No, no ha sucedido nada

Doctor Styles: Me alegro mucho, pequeño. Sé que tal vez es muy pronto, pero me gustaría decirle personalmente que estoy pretendiéndote.

Louis: Lo sé, aunque quizá podríamos esperar un poco más

Doctor Styles: Tú mandas, omega.

Doctor Styles: Estoy muy feliz, en serio. No sé cómo terminar de agradecerte que hayas salido conmigo.

Louis: No se preocupe, yo estoy feliz de que me haya invitado.

Doctor Styles: Debo admitir que de cierto modo me gusta el lenguaje de cortesía con el que me hablas, pero, ¿no crees que ya es tiempo de hablarnos por "tú" en vez de "usted"?

Louis: Lo siento, es la costumbre. Es mi doctor, así que lo he hablado como tal. Además, mi madre siempre me ha dicho que debo guardar ese respeto.

El urólogo || L.S. (Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora