Ya No Me Ama

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[Narrado por: Aaron]

Hola, me llamo Aaron, y soy un dragón rojo con una historia de amor un tanto curiosa.

Mi pareja y yo no sabemos si separarnos o si continuar con nuestra relación; nos encontramos dentro de un pequeño dilema. Les voy a contar lo que sucedió.

Recuerdo que un ocho de agosto, a las 9:37pm, mi novio y yo fuimos al parque de diversiones. Fue mi idea llevarlo allí ya que quería reavivar la llama que, con el paso del tiempo, se estaba extinguiendo entre nosotros.
Mi preocupación surgió luego de que empezase a comportarse conmigo como si fuéramos desconocidos.

Total, en ese momento me encontraba cerca de la atracción más relevante del lugar... "La Colina del Diablo", una montaña rusa de treinta y cinco metros de altura, y una de las más veloces.
La contemplé durante todo un minuto, bajé la mirada para contar el dinero y fue en ese momento que decidí comprar dos entradas, una para mi novio y otra para mí.

Al sobrarme un dólar me compré un helado de esos que venden en recipientes chiquitos, y justo en ese momento llegó él... Isaac, mi novio, un hermoso lobo siberiano de ojos rojos, de la misma estatura que yo y mayor por tres meses.

-Aaron: Hola mi amor, mira lo que compré.
*le enseña las entradas*

-Isaac: Y... Estas cosas, ¿Qué son?
*toma las entradas y las analiza detenidamente*

-Aaron: Son entradas, para subir allí.
*decía mientras señala la montaña rusa con su dedo índice de la mano derecha*

-Isaac: ¿"La Colina Del Diablo"? No lo sé, se ve muy peligroso...
*baja sus orejas observando aterrado la montaña rusa*

-Aaron: Ay, vamos... No seas aguafiestas. Subamos, será divertido.

Solo digamos que me encontraba muy felíz aquella noche.
Está demostrado científicamente que las situaciones de riesgo son capaces de unir más a las personas que cualquier otra situación cotidiana. Sabía que si subíamos a aquel juego, él volvería a sentir todo lo que alguna vez dijo sentir por mí; después de todo, Isaac y yo nos conocimos cerca de una montaña rusa.

-Isaac: Uhmmm... Está bien, pero primero déjame ir por unas cosas. Ya regreso.
*decía mientras le devuelve las entradas a Aaron, colocándose un abrigo y marchándose de allí segundos después*

-Aaron: De acuerdo, amor mío. Te espero.
*diría esto mientras se sienta a esperar a Isaac, enterrando varias veces la cuchara en su helado para comerlo*

Isaac desapareció de mi vista como por cinco minutos. El helado se me estaba terminando, y comencé a perder la paciencia.

-Aaron: *suspira levantándose desesperado del asiento, frunciendo el ceño*
Bufff... Ya no soporto estar aquí.

Tuve que preguntarle a completos desconocidos si habían visto a un lobo siberiano de ojos rojos pasar por allí... Pero nadie supo darme respuesta.

Pasaron otros dos minutos en lo que buscaba a Isaac, hasta finalmente encontrarme con una sorpresa desagradable.

-Aaron: *gruñe furioso mientras sigue buscando a Isaac*
¿Dónde estará ese desgraciado? Estoy intentando hacer algo por los dos y lo único que él hace es-... ¡¿QUÉ?!

A pocos metros del lugar donde me encontraba, se podía observar a Isaac junto a un oso grizzly un poco más alto que él, corpulento.
Al parecer se estaban besando.

-Isaac: ¿Nos vamos?

-Harry: Ehmm sí... Pero, ¿No te olvidas de alguien?

-Isaac: ¿De quién?

-Harry: Ah... De nadie, jaja.
*toma a Isaac de una pata y caminan juntos hacia la salida del parque*

El corazón se me partió en mil pedazos; estaba muy triste y confundido.

Un fuerte sentimiento de ira se estaba apoderando de mí; tuve que tirar a la basura ese par de entradas que compré.
Sentía tanta rabia, tanta impotencia... Que me fue imposible no romper en llanto.

-Aaron: ¿Por qué? No lo entiendo...
*aspira sus mocos*
¿Acaso ya no me ama?... Eso explica mucho...

Me fui a casa en mi auto. Al llegar, me recosté sobre mi sofá, agarré uno de mis cojines y lloré mientras hilaba cabos en mi cabeza hasta quedarme dormido, preguntándome constantemente cómo, la persona que tanto amé yo, fue capaz de hacerme esto.

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