capítulo 11 *¿Sex shop? ¿Qué es eso?

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Un ruido sordo se filtraba por la puerta del cuarto y mientras Vanessa hacia lo posible por ignorarlo parecía ser que el ruido iba en aumento, poco a poco Vanessa se desesperezó y se dio cuenta que aquel ruido molesto provenía del insistente toque de la puerta, todo apuntaba a que alguien estaba airado y habia elegido a su puerta para desquitarse, así que tomó fuerzas, se levantó de su cama y bajó para así callar aquellos ruidos molestos, cuando llegó a la puerta se dio cuenta que los fuertes toques eran simples y normales, el problema era el ruido de su mente por tantas cosas que tenía almacenadas dentro de sí misma, abrió con cuidado y en seguida reconoció el peculiar uniforme de cartero, sonrió a medias y con voz suave se dirigió al autor de sus tan descontento despertar.

-Buen día, ¿qué desea?

-Buen día señorita ¿Vanessa?- preguntó el hombre con duda al pronunciar el nombre.

-Si,  así, es. ¿Qué sucede?- afirmó Vanessa con pena

-Tengo un paquete para usted, solo necesito que firme de recibido.

En seguida aquel hombre le entregó un pisapapeles y un lapicero, Vanessa firmó y lo que parecía ser una caja de cartón de mediano tamaño le fue entregado. La curiosidad se filtró en Vanessa y en seguida cerro la puerta de la casa y subió de forma apresurada por un cutter, bajó nuevamente y abrió cuidadosamente el paquete, conforme quitaba la cinta y el papel que cubrían el interior del paquete fue observando mejor y se dio cuenta de que aquello era un libro.

-¡Oh por Dios!-exclamó Vanessa en un susurro al darse cuenta de lo que tenía en su mano.
Una copia original de su libro de cocina favorito.

Los postres y la comida italiana eran unos de sus mayores amores y en sus manos tenía una copia original de Ernesto Bicci, una de sus mayores inspiraciones.

En seguida abrió la portada y acarició suavemente el papel color marfil de las hojas, el olor único de aquel libro inundó sus fosas nasales y mientras pasaba las páginas delicadamente un separador llegó a sus manos.

Con letra cursiva pulcra y cuidadosamente plasmada se encontraba las disculpas más grandes que en algún punto pudo recibir:

Nena:
Lamento no haberme quedado ayer, no sabes la falta que me haces.
Espero que esto y lo que tengo para esta noche puedan compensarlo.

Atentamente.
Darío Lombardi.


Vanessa no supo como reaccionar, su mente trabajaba rápidamente intentando recordar a que se debían aquellas disculpas, hasta que al fin algo hizo "clic" y entendió que se trataba de no haberla esperado a la hora de la salida.

Rápidamente subió a su cuarto y tomó su celular y escribió un mensaje para Darío.

Gracias, pero es demasiado, no puedo aceptarlo, espero lo entiendas. Acepto tu invitación de esta noche.

Vanessa no sabia muy bien de donde había salido todo el coraje para escribir un mensaje así, de hecho por más simple que pareciera, aquel texto era un paso de aventurera que nunca había podido dar.

Cuando se percató de la hora, se arregló y colocó su perfume de frambuesas y salió disparada a la escuela, de camino al campus texteó un poco con su madre, quien le deseo un lindo día y le aviso que aquellas simples horas extras se habían convertido en un viaje de emergencia.

Al llegar a su escuela se encontró con su mejor amigo, con el que convivió hasta cierto punto de forma reservada, como ella era, sin adentrarse más allá por miedo, recibió todas sus clases y por primera vez en mucho tiempo no recibió ningún mensaje de Xavier. Lo que la hizo sentir culpable pero liberada, una mezcla extraña de sensaciones.

"El papá de mi novio"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora