capítulo 18 *ventajas de estar casado*

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Una semana era todo lo que había pasado y Darío sentía que tenía que liberar esa tensión, tenía que descargar todo eso fuego que lo estaba consumiendo y lo necesitaba ya, y ya sabía con quién. La ventaja de estar casado, pensó para sí mismo. Cuando llego a su mansión subió derecho a la habitación principal donde sabía que encontraría a la persona que le serviría, quizá no del todo, pero si para algo... al menos por el momento. Cuando entro la vio y fue derecho hacia donde se encontraba aquella mujer. Ella estaba de espaldas a él pero lo podía ver perfectamente a través del enorme espejo de cuerpo completo.

No lo pensó para nada, solo se acercó a ella. La tomo por la espalda haciendo a un lado su cabello para dejar libre su cuello, repartió unos cuantos besos en el mientras que con su mano por delante acariciaba la parte interna de uno de sus muslos y con la otra bajaba la parte de arriba de su vertido dejando al descubierto aquellos pechos firmes y perfectos gracias a la silicona que tenían dentro, pellizcó sus pezones y su mano abajo hizo a un lado la tela de aquellas bragas para comenzar a brindarle placer de una manera exquisita. La mujer no podía más que disfrutar y dejarse llevar recargando su cabeza en el hombro de su "amado esposo". Sin duda alguna esa era una escena completamente excitante para Darío y en ese momento pensó que hubiera sido más que perfecta si aquella mujer fuera Vanessa. Con ese pensamiento y con un movimiento rápido la soltó y aventó a la cama a modo que quedara boca abajo, una vez en esa posición alzo el vestido hasta su cintura y bajo las bragas de su esposa, la acaricio y de manera inesperada azoto su mano en uno de sus glúteos provocando que saliera un gemido de sus labios. Bajo sus pantalones y la penetro sin previo aviso, ella gemía sin control, el placer que le proporcionaba su esposo siempre fue fantástico no había manera de describirlo. Darío entraba y salía sin control, cada vez con más fuerza, con más rapidez, sin más Tamar se dejó ir, sintiendo que podía tocar la gloria con sus manos, Darío sintió como las paredes vaginales de su esposa se hacían más estrechas y justo al momento de correrse lo dijo.

-oh si nena, así me gusta.-

Y se dejó caer sobre la espalda de su mujer. ella apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de que Darío se pusiera de pie y saliera de ella para dirigirse al baño para darse una ducha.

Para cuando salió del baño con una toalla a la cadera que dejaba ver el inicio de esa "V" majestuosa, su esposa ya lo esperaba sentada en la cama con las piernas cruzadas ya con el vestido arreglado y completamente recuperada, lista para atacar.


-Me estoy cansando, ¿sabes?-

- ¿Y ahora por qué?-

-De que me uses como tú descarga cada que una de tus zorras no está disponible.-

-¿De que estas hablando?- estaba empezando a fastidiarse, era increíble la rapidez con la que lograba alterar su carácter.

-Ni siquiera te has dado cuenta, me llamaste "nena". Tú jamás en la vida me llamaste así, nunca.- su voz estaba tomando demasiado volumen y Dario no iba a permitir que le gritara, eso no.

-Y por eso tanto drama?- para eso momento estaba que hervía del coraje, ¿Cómo fue posible que se le pasara por alto ese detalle?

-¡Si, por eso tanto drama!- y lo hizo, le gritó. Su voz fue tan fuerte que quizá pudo escucharse fuera de la habitación.

-¡No te quieras pasar de lista!, no vuelvas a levantarme la voz ¡te lo advierto!- para ese momento la tenía sujeta por la parte baja de su cara apretando sus mejillas y alzando su mentón a la vez.

-Pues si vas a hacer tus cosas, por lo menos ten cuidado de que yo no me entere, y mucho menos que la prensa se entere.- tomo su brazo y muñeca con ambas manos para tratar de soltarse del agarre de su marido.

"El papá de mi novio"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora