— ¡OCCIDENTE! —Gritó Luna.
Alexandro volteó a ver el occidente y no hizo falta que dijera nada más.
El brillo del fuego azul, como la llamarada de un dragón, era la señal.
Sobrevolaron sobre la destrucción que habían desatado. Un tropel de barcos reducidos a escombros, llenos de los cadáveres de sus enemigos, inundaban el océano de los trece cielos. Las bestias marinas estaban preocupadas luchando entre ellas para ver quien se quedaba con la carroña.
Luna notó un ardor en la pierna izquierda, había sufrida un corte profundo de obsidiana dentada, no se dio en ningún momento la oportunidad de curarse y vendarse. Tenía cosas más importantes por las que preocuparse en esos momentos. Al llegar al techo del colmillo, encontraron a Xóchitl y Daniel sentados en el piso, frente a la fogata que producía las enormes llamaradas azules.
— ¡LO CONSEGUIMOS! —Gritaron los dos al unísono.
Daniel lo sacó de su mochila. Un libro en cubierta de piel rojo y verde.
El chico lo guardó de nuevo en mochila infinita y cerró los ojos complacido.
Alexandro desmontó su dragón y corrió directo a abrazar a Xóchitl, que lo tomó entre sus brazos llorando. Luna corrió a ellos y se detuvo incómoda, sabiendo que ella no pertenecía a ese tipo de cosas.
Alexandro abrió un brazo y le pidió sin verla que se uniera.
Luna arrastró consigo a Daniel y lo obligó a unirse al abrazo.
—Bien, bien—dijo Daniel—. ¿Ahora qué hacemos?
Xóchitl vio un mapa y señaló un punto pequeño en una telaraña de trazos. —La última caverna. Se encuentra al fondo del océano.
Todos se quedaron callados al escuchar eso.
Apenas habían sobrevivido a la cantidad imposible de bestias volando.
Jamás podrían llegar al fondo del océano.
Luna se tocó el rostro desesperada.
—Luna—era Alexandro—. Saldremos de esto juntos.
Xóchitl y Daniel también le tomaron el hombro y asintieron.
— ¿Cómo?
Alexandro agachó la mirada y sonrió triste.
Antes de que pudieran detenerlo de nuevo, Ale se lazó de lleno al océano, lleno de los trece cielos y bestias marinas. Desfundó su Miqtecitlalli, iracundo, desesperado, angustiado, fastidiado, ansioso y aterrado.
Dio un corte al aire lleno de horror.
El corte fue tan desgarrador y poderoso que el océano y sus cielos se abrieron en un corte irregular y violento. Todo el aire que alcanzó el corte de macuahuitl maldito se convirtió en lava.Y en la abertura en el mar la lava se volvió una muralla de obsidiana.
Sintió como su alma se desgarraba con el corte tan abrumador que había dado.
Pero aún no había acabado.
Dio un segundo, un tercer y un cuarto corte.
Alexandro había formado un cuadrado irregular, cuatro murallas de obsidiana consiguientes. Sintió como su alma ardía de dolor al estarse desgarrando tan agresivamente. El guerrero cayó contra una saliente de la muralla de obsidiana, acabó rodando contra la superficie hasta acabar en la superficie humeante del fondo del océano.
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Los Guerreros del Quinto Sol I: La Máscara de Quetzalcóatl
Teen Fiction¡El Sol está a punto de morir! El guerrero Azteca más antiguo y poderoso de todos tiene un ejército imparable de muertos vivientes para lograr asesinarlo. Los únicos que pueden salvar al Sol, un grupo de chicos marginados La única esperanza, la Másc...