Parte sin título 5

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-5-

Inuyasha correspondió al beso de Kagome, lo había decidido, si se quedaría con ella, después de haberle hecho el amor, quería volver a hacérselo las veces que fueran necesarias, esta mujer, simplemente lo enloquecía.

— Te amo Inuyasha...— le dijo Kagome tiernamente al separarse solo un poco de sus labios.

Él no contestó, solo se limitó a abrazarla fuertemente contra él, también la quería, pero aún no era tiempo de decirlo.

Ella por su parte se sintió usada, pues le dijo que lo amaba, sí, quizás fue pronto, pero ella lo sintió y él solo se quedó callado... ella dejó escapar un pequeño suspiro. Ahora se sentía mal.

— Bien, creo que es hora de irnos— le dijo Kagome, no quería verse como la tonta que era, al pretender una tierna sesión de besos y abrazos después de hacer el amor, como ella quería.

— De acuerdo— tomó sus cosas y comenzó a vestirse.

«Aunque, no sería mala idea» sacó su celular e hizo lo que Ayame, le tomó una fotografía desnuda a Kagome, «Puedo tener todo... a Kagome y además ser libre de tediosas tareas» hecha esa gran tontería, terminó de vestirse y la esperó afuera.

Kagome salió completamente apenada, sintiéndose tonta, usada, lo peor de todo es que no sabía lo que se le venía encima.

— Vámonos Kagome...— le dijo Inuyasha tomándola por la espalda y guiándola a la salida.

— Vamos...— contestó cabizbaja y lo se fueron en silencio, cada uno con sus pensamientos.

Mientras en Kagome un mar de emociones trataban de tomar posesión de ella, pues acababa de perder su virginidad, no fue lo que ella o toda chica sueña, ella esperaba una linda cama, velas, quizás, un pequeño tiempo previo de besos y tiernas caricias, cosas por el estilo, no lo obtuvo; pero tampoco se quejaba, pues creía amarlo... esa tonta sensación en su pecho, cada vez que él la veía, se lo hacía pensar... por otro lado, esa angustia de verse separada de su madre, como su tía pretendía, no la dejaba. Cada vez que lo recordaba sentía que nada de lo que hizo por mantener a su familia junta valió la pena, pues ella bien pudo pedirle ayuda desde antes, pero no lo hizo, pensando justamente en eso.

«¿Qué pensaría mamá si supiera lo que acabo de hacer?, ¿significaría lo mismo para Inuyasha que para mí lo que hicimos? ¿Por qué no dice nada? ¿Se habrá arrepentido? ¿Pensará que soy una chica fácil?» Pensamientos que rondaban su cabeza, sí, era mucha la presión.

Por otro lado Inuyasha: «¿Qué haré?, bueno después de todo no es tan grave, solo le mostraré a Miroku la foto, sin mostrar demasiado claro, nadie más que yo puede ver de esa manera a Kagome» volteaba a verla de reojo de vez en cuando, se preguntaba por qué no le dice nada. Él justo iba a decirle que la llevaría hasta su casa, cuando:

— Inuyasha, aquí nos separamos, tengo cierta prisa...— falso, solo no soportaba el incómodo silencio que se apoderó de ese momento.

— No Kagome, yo te llevo— le dijo viéndola fijamente, deteniéndola de los hombros, pues ella se disponía a darle un beso en la mejilla a modo de despedida.

— No, eso no es necesario... la verdad prefiero ir sola, tengo ciertas situaciones que quiero arreglar antes de llevarte a casa— agachó la mirada mientras decía eso.

— Nada puede ser tan malo...— le dijo con un tono medio arrogante. Él definitivamente no sabía lo que a Kagome le ocurría. De ser así probablemente no le ocasionaría más problemas, como pensaba hacerlo.

Mi razón para sobrevivirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora