Parte sin título 21

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Inuyasha la vio partir... eso no le podía estar pasando... ella no podía estar reaccionando de esa manera, no era la Kagome que conoció, ¿él tuvo la culpa de su cambio? Se negaba a creerlo, tal vez era la "mala influencia" que Bankotsu representaba... se dejó caer pesadamente al suelo, se recargó en la pared, pensaba en todo esto y qué hacer mañana para tratar de arreglar las cosas, no podían seguir molestos. Permaneció unos minutos en el mismo sitio y posición, sintiendo la poca lluvia que se dejaba caer en esos momentos, se levantó sin mucho ánimo, recordando que tendrían que estar juntos al menos por tres semanas, en las cuales deberían terminar el proyecto que se les había asignado. Eso le acercaría a Kagome, lo quisiera ella o no.

...

Bankotsu después de dejar a Kagome en su casa, se puso en marcha a la propia, pero una cuadra adelante, pudo notar un coche que se le hizo sumamente conocido, por lo que estacionándose delante de él, salió a esperar al dueño... seguro de quién era y qué era lo que estaba haciendo.

...

Inuyasha comenzó a caminar, iba sumamente molesto con Kagome, con el imbécil de Bankotsu, incluso con él mismo, si no hubiese sido tan necio, tan estúpido en el afán de acostarse con Kagome y demostrarlo... sus malditos impulsos siempre le habían traído problemas, pero esto de verdad le estaba pesando. Y para colmo Bankotsu, ahora era él quien tenía a Kagome, y ella dijo estar feliz con él. No sabía cómo, pero presentía que por su culpa ellos dos terminaron juntos, pues antes apenas y cruzaban palabra, había notado las miradas que la azabache le brindaba, sabía que algo sentía, ambos; pero no se imaginó siquiera que de un día para otro se hicieran novios. Rabiaba de solo saber que tal vez, después, Bankotsu fuera quien disfrutara de Kagome, como él lo había hecho.

—Te estaba esperando, Taisho— habló el moreno, que se encontraba sentado en el cofre del auto del mencionado, con los brazos cruzados, volteando parcialmente a verlo.

Inuyasha salió abruptamente de sus pensamientos al escucharlo, observó con molestia al ojiazul.

—¿Qué diablos quieres? — la molestia en su voz era notoria.

Bankotsu sonrió de medio lado y se reincorporó firmemente, al tiempo que metía ambas manos a su pantalón y miraba complacido al peliplata.

—Mph... a juzgar por tu humor, ya debes de saberlo— dedujo, y cambio su mirada a una retadora —. No te vuelvas a acerar a Kagome, ella está conmigo, ¿te quedó claro? — habló con voz firme.

Inuyasha apretó los puños y tensó su mandíbula, se le acercó al punto de verse frente a frente, los dos jóvenes eran sumamente orgullosos, ambos estaban molestos y cada uno sentía que estaba defendiendo lo suyo; aunque uno estuviese de más.

—Eso no será por mucho tiempo, Kagome se merece algo mejor que tú— dijo despectivamente sin retirarle la mirada.

Bankotsu sonrió de medio lado ante su comentario —¿alguien como tú? — preguntó irónicamente.

—Ella volverá conmigo, te lo aseguro— decía el ojidorado con un tono amargo.

—Mph, lo dudo mucho — mencionó muy confiado de sí mismo.

—Ella fue mía ¿recuerdas? — ahora era Inuyasha el que sonreía, viendo cambiar el semblante confiado de Bankotsu, por uno molesto — Yo fui quien la hizo mujer, fui el primero en Kagome y eso no podrás cambiarlo.

Bankotsu apretó los puños con coraje y tensó la mandíbula al escucharlo. Lo sujetó firmemente de la camisa y con fuerza lo estrelló contra la pared —Escúchame bien, imbécil, es la última vez que lo dices— decía viéndolo a los ojos, ahora su antebrazo apretaba el cuello del ojidorado —. De lo contrario, te arrepentirás— definitivamente la fuerza del moreno era mayor, pero lo que en esos momentos la acrecentaba, era la rabia que le provocó lo escuchado. Bankotsu sonreía complacido de ver que Inuyasha no lograba soltarse, se notaba que le faltaba oxígeno.

Mi razón para sobrevivirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora