Parte sin título 8

622 83 17
                                    

-8-

Bankotsu no pudo hacer otra cosa que voltear su rostro y bajar la mirada completamente al suelo, le dolió más de lo que esperaba.

— Supongo que no— le contesto cabizbajo. «¿por qué demonios tengo que sentir algo por ella?, esas cosas no deberían importarme, con Sara tuve suficiente de chicas así» pensaba el joven, refiriéndose a "las chicas populares y complicadas".

De pronto Kagome se levantó, sorprendiendo así al chico...

— ¿A dónde vas?— le preguntó ya que comenzaba a caminar hacia las escaleras.

— Quiero irme de aquí... las clases ya comenzaron, será mejor salir ahora, no quiero toparme con nadie.— dijo triste, no era una cobarde, pero todas las cosas se le juntaron.

— Mph, ¿entonces piensas huir?... no creí que fueras de ese tipo de personas...— intentó animarla muy a su estilo.

— ¡¿Y qué demonios quieres que haga?!— preguntó en un grito de dolor y frustración, con el ceño fruncido.

Bankotsu ya se encontraba de pie, viéndola fijamente, esta chica tenía un carácter muy cambiante, primero triste, luego furiosa, después melancólica, y ahora otra vez furiosa. Se rascó la cabeza intentando comprenderla y decirle algo que la animara.

— Pues hacerle frente a las cosas... ¿qué más?— dijo sonando despreocupado y encogiéndose de hombros. Logrando molestar a Kagome.

— No todo es así de sencillo Bankotsu...— dijo con la voz quebrada nuevamente por el llanto, un nudo se formó en su garganta, logrando lastimarla cada vez que hablaba, —...no entiendes... todo lo que yo era... ¡YA NO EXISTE, MALDITA SEA!— le gritó, y recargó su espalda en la pared, ocultando con sus manos completamente su rostro. Lloraba amargamente.

Él por su parte, ya no sabía que más hacer, apretó el puente de su nariz con dos de sus dedos «¿quién entiende a las mujeres?» pensó y suspiró.

E hizo lo único que sintió y se le ocurrió. Se acercó lentamente, con sus manos sujetó las de ella y la jaló hacia su cuerpo... volvió a abrazarla. Kagome se sentía tan vacía, tan desesperada, tan sola... que agradeció internamente el hecho de que él estuviese con ella, por segunda vez, cuando más necesitaba de alguien, ahí estaba, y ni siquiera eran amigos. Ella se aferró a él tanto como pudo, rodeo con sus brazos su fuerte espalda, lloraba en su pecho, ahora ni el calor, ni la sensación de sentirse protegida por él la calmaban, al contrario... creía llorar más amargamente, porque estaba tan sola, no contaba con nadie, que Bankotsu... siendo una persona ajena a ella, tenía que estar a su lado.

— Debes calmarte Kagome...— le decía apoyando su barbilla en su cabeza—... no creo que sea bueno que te vean así— dijo ahora con un brazo rodeándole la pequeña cintura y con el otro acariciando su cabello.

—¿P-por qué... por qué todo me tiene que pasar a mí?— le preguntó hipeando por el llanto, mientras se aferraba más al cuerpo del joven de larga trenza.

Él no supo que responderle, solo siguió abrazándola, con su cabeza apoyada en la de ella.

...

Mientras tanto... en las oficinas del plantel, se encontraban esperando a ser atendidos por el director, dos jóvenes, ambos con evidentes signos de la pelea, por la cual estaban ahí.

— Eres un imbécil, ni creas que esto se ha quedado aquí— sentenció Koga.

— Deja de fastidiar sarnoso, por tu estúpida culpa, ahora no tengo idea dónde se encuentra Kagome...— respondió fastidiado Inuyasha.

Mi razón para sobrevivirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora