Parte sin título 16

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Kagome seguía estremeciéndose bajo el cuerpo del moreno, sintió de nueva cuenta su mano viajar bajo su vestido, pero esta vez tocaba su trasero, apretándolo, haciendo cada vez más intensa la presión entre sus caderas... siguió con su recorrido, llegó al muslo de la azabache y despacio llevó su mano en la entrepierna de Kagome, frotándola ligeramente sobre sus pequeñas y blancas bragas, lo que definitivamente la asustó... «esto no está... bien»...pensaba, pero también era malditamente satisfactorio, se debatía internamente entre detenerse o continuar. Sus pezones estaban duros y quería culpar al alcohol de potenciar las sensaciones que él le hacía sentir.

En cambio, Bankotsu no dudaba, volvía a besar sus labios de manera calmada, tranquila, se podría decir que estaba siendo delicado con ella, sus caricias, aunque atrevidas, no la lastimaban.

Kagome no pudo evitar el corresponder ese beso, en verdad lo sintió, nunca esperó que Bankotsu la besara de esa forma, él siempre tan rudo, frío y arrogante; ahora ahí estaba, haciéndola sentir maravillas y tratándola con extremo cuidado. Él continuó subiendo su mano, despacio... sintiendo su cuerpo, evadiendo parcialmente el antebrazo que Kagome mantenía en su espalda, tocó su pecho, deteniéndose un momento para apretarlo sutilmente, avanzó... quería sentirla piel a piel. Nuevamente en su recorrido hacia arriba, su mano llegó a los delgados hombros de Kagome, acarició el izquierdo, logrando en el acto bajar el delgado tirante del vestido y junto a éste, el de su sostén; dejaba sus labios para besar su cuello, ahora también se permitía besar su desnudo hombro... Kagome cerraba los ojos, sutiles gemidos escapaban de sus labios, definitivamente era más el placer.

Bankotsu bajó aún más el vestido, dejando el pecho de la colegiala casi expuesto ante él, lo sintió en su barbilla mientras bajaba de su hombro, directo hacía el... su mano había bajado a su cintura, de ahí a su pierna, jalándola suavemente, pero logrando su objetivo: separarlas y colocarse entre ellas. Su boca comenzaba a apoderarse de su pecho, ya su miembro exigía por Kagome, la erección dentro de su bermuda era sumamente firme y ya dolorosa... Kagome pudo sentirla contra ella. Se podría decir que todo iba bien, muy a su pesar se descubrió deseando lo mismo que el moreno, mismo que empezaba a dar ligeras embestidas contra ella, pero...

Justo en ese instante vinieron a la mente de la colegiala las palabras venenosas de Sara ... «¿De verdad crees que Bankotsu te pueda tomar en serio, después de lo que todos sabemos?... Obvio linda, si él se acerca a ti, ahora o más adelante solo será porque quiere lo mismo que Inuyasha... alguien fácil con quien acostarse» esas palabras bastaron.

— No...— dijo soltándolo, ya que ella se aferraba a su espalda, —¡Suéltame!— habló firme, se podría decir que molesta, aventándolo y logrando salir de esa posición en la que la tenía.

— ¿Qué diablos te pasa, Kagome?— preguntaba el ojiazul con voz baja pero firme, viéndola desconcertado, con el ceño fruncido... de verdad eso no tenía sentido, ella le estaba correspondiendo.

— ¿Que qué me pasa? ¿Te atreves a preguntar?— decía poniéndose de pie, acomodándose el vestido y viéndolo con coraje, él se encontraba sentado en la arena, apoyando una mano en la misma para ponerse en pie.

Bankotsu comenzaba a molestarse, no la entendía, la sintió corresponderle, incluso sabía que lo estaba disfrutando y ahora de la nada, se levantaba y le gritaba por algo que todavía no entendía.

—Tú no vas jugar también conmigo... no soy otra chica fácil con la cuál te vas a acostar a la primera oportunidad— dijo sin ocultar que era lo que la hizo retractarse de lo que estaban ocurriendo.

— ¿Jugar... también? ¿Quién crees que soy... Inuyasha? — preguntó cínicamente y viéndola a los ojos, con su sonrisa de medio lado. Ahora se sentía comparado con aquél imbécil, cosa que lo molestó.

Mi razón para sobrevivirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora