2.

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Nos hemos pasado la semana arreglando los detalles que no acabaron de convencer a Albert y contando las horas para el meeting en las que hemos sido convocadas las dos empresas aspirantes a obtener el guion. Suponemos que allí echarán un último vistazo a los proyectos presentados y elegirán uno de ellos.

La noche antes del día del juicio final, Àlex y yo hemos decidido irnos de copas y quitarnos el estrés de este último mes y medio. El problema está en que, como nos pasa siempre, hemos perdido la cuenta de todo lo que nos hemos bebido y ahora estamos bastante borrachos.

- ¿Qué crees que pasará mañana? - pregunta al salir del último local.
- Ni idea, yo sólo sé que quiero ver a Timothée Chalamet una vez más.

Por alguna razón Àlex suelta una carcajada.

- A ver, di su nombre otra vez - me anima.

Me aclaro la voz.

- Timothée Chalamet - pronuncio con mi mejor acento francés.

Àlex empieza a reírse como un loco en medio de la calle.

- ¿¡De qué te ríes!? A ver listo, dilo tú - le incito con un empujón.
- ¿¡Yo!? Ni de coña, es imposible.

Se ha hecho tan tarde que Àlex se ha quedado sin transporte público y se ha gastado el presupuesto del taxi en alcohol, así que ha pasado la noche en el sofá cama de mi habitación.

- Pones tu el despertador - pregunta.
- Si, tranquilo - murmuro antes de meterme en la cama - yo me ocupo.

Pero no, en cuanto puse un pie en la cama me quedé dormida. Menos mal que tengo los típicos vecinos que odias todas las mañanas por el ruido que hacen, que no han roto con su rutina matutina y por primera vez agradezco que me despierten con el tiempo justo para llegar a la reunión.

- Àlex, despierta, ¡ya! - grito - vamos a llegar tarde.
- ¿Y el despertador?
- Déjate de tonterías, date prisa o no llegamos.
- Se te olvidó, ¿verdad?
- No, que va...

Nos vestimos rápidamente y salimos a la calle en busca de una cafetería.

- Lo que daría por tener mis gafas de sol - se queja.
- No tenemos tiempo para lamentaciones - protesto dándole el café. - Vamos tarde.

Cuando llegamos a la dirección indicada, el recibidor está vacío.

- Qué vergüenza Àlex, seguro que han empezado sin nosotros. Somos lo peor.
- A ver, déjame preguntar - dice acercándose a una mujer que hay detrás de una mesa.

Yo estoy tan nerviosa que no puedo dejar de estudiar los rincones del edificio.

- Vamos - me llama desde recepción - Mi amiga Teresa dice que están en la Sala Cuatro.

La sala, que no es muy grande, está dividida por estrecho pasillo. Al lado izquierdo está nuestro equipo de trabajo y al derecho la competencia. Enfrente de las filas de sillones hay una mesa presidida por Albert, que por lo menos lleva hablando unos diez minutos.
Sin hacer ruido y con toda la discreción del mundo, nos unimos al meeting sentándonos en las últimas sillas que hay a nuestra izquierda.

- Te está mirando.
- ¿Qué?
- El pequeño Timmy - dice haciendo un gesto con la cabeza.

Estaba tan avergonzada por haber llegado tarde que no me he dado cuenta de que Timothée está sentado en la esquina de la mesa.

- Qué bochorno, Àlex - digo escondiendo mi cara detrás de su hombro, provocando que se ría de mí. - No te rías.
- Parece que a él también le divierte.

Decisive project.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora