15.

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En un par de semanas daremos por acabado el rodaje. Hace un par de días empezamos la última fase del plan de producción, los exteriores. Lo que significa que nos hemos hecho con el control de un par de calles de la ciudad de Barcelona, algo que ha despertado la curiosidad a más de uno, entre ellos la prensa.

- ¿Puede alguien a avisar a Timothée y Alba? - pide Albert.
- Voy yo - me ofrezco.

Intenté evitar por todos los medios posibles que Tim y la arpía estuviesen en el mismo trailer, pero la falta de presupuesto no daba para más, así que van a convivir durante las últimas semanas de rodaje en apenas doce metros cuadrados.

Justo cuando voy a llamar a la puerta, escucho murmullos en su interior. No debería cotillear, pero siento la curiosidad de saber de lo que están hablando.

- Estás muy guapo con ese peinado - murmura Alba.
- Gracias.
- ¿Gracias?¿Eso es todo? - reniega - Después de todo este tiempo, ¿no vas a decir nada más?
- ¿Qué quieres que diga?
- No, nada.

Silencio.

- He estado pensando, ¿sabes? - empieza ella de nuevo - Quizás podríamos salir un dia de estos como hacíamos antes...
- ¿Podrías no acercarte tanto, por favor...?
- Oh, Timmy...

Ya he escuchado suficiente. Entro en el tráiler sin ni siquiera avisar y me encuentro a Timothée sentado en uno de los sillones y Alba enfrente de él, apoyada en los reposabrazos. Al verme entrar Timothée da un salto de la silla, en cambio, Alba apenas se inmuta.

- ¿Estáis listos? - pregunto.

Sin prisa alguna Alba se incorpora y a medida que se acerca a la puerta me dirige una de sus intimidantes miradas.

- Tan oportuna como siempre - comenta al salir.
- Está como una cabra - empieza Timothée.
- ¿Ahora te das cuenta?
- Te prometo que no ha pasado nada.

Es evidente que está nervioso. Tiene la mirada perdida y no ha dejado de colocarse bien el pelo desde que he asaltado el cubículo. No puedo dejar que salga así a grabar, sería demasiado cruel.

- Lo sé - susurro acercándome a él hasta llegar a rozar mi nariz con la suya.

Entonces, decido darle un beso. Aunque al principio se sorprende, me acaba devolviendo el gesto. A parte de Amaia nadie sabe lo que hay entre nosotros, con lo que somos bastante discretos con las muestras de afecto en el trabajo.

- Bien - dice más tranquilo.
- ¿Nos vamos luego? - pregunto antes de que salga del camerino.
- Sabes que sí.
- ¿En el lugar de siempre?
- ¿Dónde sino? - bromea al salir.

Desde ese día en la azotea, Timothée y yo nos hemos estado viendo prácticamente todas las noches. Quedamos en la recepción del hotel y luego hacemos turismo nocturno por la ciudad, y es que nos hemos propuesto disfrutar cada minuto que nos el uno con el otro, y es que en quince días se vuelve a Nueva York.

Ayer por la noche, hicimos una excepción y cenamos con Amaia y Àlex. Lo pasamos realmente bien hasta salió el tema del que nos propusimos no hablar. El futuro. Se me encoge el estómago cada vez que pienso en ello.

- ¿Y si hablamos de otra cosa? - sugerí antes de que empezaran a hacer más preguntas al respeto.

Pero parece ser que a Amaia sí le preocupa el futuro y necesita respuestas. Por eso a la hora de comer me ha acorralado y me ha atosigado, de nuevo, a preguntas.

- Deberíais aclarar las cosas antes de que sea demasiado tarde - aconseja.
- Ya lo hicimos...
- ¿Ah, sí? - dice sorprendida - ¿En qué quedastéis?
- Básicamente en aprovechar cada día sin pensar en el mañana.
- ¿Él está de acuerdo?
- ¿Por qué no iba a estarlo? Lo planteamos los dos.
- Deja que lo dude...
- ¿Qué quieres decir con eso?
- Dios bendito, Gigi. ¿Es que no te has dado cuenta? Ese chico te idolatra, está totalmente enamorado de tí. Sólo hay que fijarse en cómo te mira... ¡Hasta Àlex se ha dado cuenta!
- Tienes que estar de broma - vacilo.

Llevamos con esto apenas una semana, es prácticamente imposible que lo que está diciendo sea cierto.

- ¿Y qué hay de tí? - empieza mi amiga de nuevo pero con un tono más serio - ¿Es eso lo que realmente quieres? ¿Vivir el presente sin que importe el futuro?

Me he pasado la tarde dándole vueltas a todo lo que ha dicho Amaia. Sé que en unos meses volveremos a vernos pero ¿vamos a echarlo todo a perder por no haber hablado cuando aún estamos a tiempo? Por mucho que lo intente no dejo de pensar en ello, y a decir verdad Timothée también está raro desde que he ido a buscarle al hotel. A pesar de tenerlo justo en frente de mí, sé que tiene la mente en otro lado.

En resumen, no es precisamente nuestro mejor día y el tiempo tampoco es que ayude demasiado. El cielo ha sido invadido por unos horribles nubarrones. Aún así, hemos decidido dar una vuelta por el "Parc de la Ciutadella" hasta el puerto y cenar en alguno de sus restaurantes.

- ¿Estás bien? - decido preguntar al final.
- Claro.
- No. Estás alterado. Si sigues así vas a desmontar la silla - bromeo. - ¿Ha pasado algo con Albert?
- No, no es Albert - contesta poniendo los ojos en blanco y negando ligeramente con la cabeza.
- ¿Entonces?

Tiene la mirada totalmente perdida. Es incapaz de responderme esa pregunta mirándome a los ojos. De repente creo que lo entiendo todo. A él también le inquieta no saber qué pasará en tres semanas. Instintivamente alargo mi mano en busca de la suya. Al hacerlo, aferra firmemente sus dedos con míos. Creo que Amaia tenía razón. Deberíamos hablar, pero no aquí.

- ¿Nos vamos?
- Por favor.

Nos dirigimos directamente hacia el metro al salir del restaurante. Aunque apenas ha formulado una palabra, no me ha soltado la mano en ningún momento.

- Creo que tenemos que hablar, Timothée - admito.
- Estoy bien, de verdad.
- No, no lo estás. Y yo tampoco - reconozco. - Sé que acordamos no hablar de ello pero tenemos. Nos lo debemos.

Pasan unos segundos hasta que decide hablar.

- Tan solo nos quedan quince días, Gigi...
- ¿Y porque tiene que acabar el quince dias? ¿¡Es que vas a olvidarte de mí en cuanto subas a ese avión!?
- No podría aunque quisiese.
- Entonces, ¿cuál es el problema? Vivimos rodeados de tecnología, podemos vernos cada día si queremos.
- El problema está en no poder besarte, abrazarte o simplemente, tocarte cada vez que me apetezca.
- Sólo van a ser seis meses, Timothée. ¿Qué es lo peor que podría pasar?
- Que conocieses a alguien mejor que yo, por ejemplo...
- Eso sería una milagro - confieso. - No he estado en ninguna relación desde hace prácticamente dos años. Además, ¿de verdad crees que existe alguien mejor que tu? Debería ser yo la que está preocupada por esa clase de cosas.

Siento como la inquietud que uno y otro llevamos acarreando desde ayer por la noche va disminuyendo poco a poco hasta llegar a desaparecer.

- ¿Significa eso que vas a contestar mis llamadas?
- Aunque sean las tres de la mañana.

Cuando estamos a escasos metros de casa, empieza a llover a cántaros. Si no nos damos prisa vamos a quedarnos empapados. Así que agarro a Timothée por el antebrazo y nos ponemos a correr hasta ponernos a resguardo delante del portal. Rebuscar en mi bolso pero no encuentro las llaves por ninguna parte, y en casa no hay nadie.

- Siempre he pensado que la lluvia es muy romántica - comenta Timothée metiéndose de nuevo bajo el agua.
- ¿Puedes dejar de hacer el idiota y ayudarme a buscar las llaves?

Pero no, la idea que tiene Timothée es muy diferente a la de buscar unas llaves y ponerse a cubierto. Siento como me sujeta firmemente de la cintura, provocando que mi bolso caiga al suelo, y me aferra a él. Tiene el pelo totalmente empapado.

- Estás loco - murmuro retirando las gotas de lluvia que resbalan por sus mejillas.

Timothée lleva su mano hasta mi rostro. Aparta delicadamente un mechón de pelo y entonces, empieza a besarme lenta y apasionadamente, totalmente ajeno al mundo que nos rodea. Tan sólo importan el aquí y el ahora.

- Podríamos seguir dentro si me ayudas a buscar las llaves, ¿sabes? - vacilo.
- ¿De verdad no sabes donde están? - pregunta acercándose de nuevo al portal.
- Tienen que estar en mi bolso - aseguro mirando de nuevo dentro de él.
- Pues no - se ríe Timothée sacándose las llaves del bolsillo y abriendo la puerta. - Me has pedido que te las sujetara cuando estábamos en el metro, ¿te acuerdas?
- Te voy a matar - admito arrebatándole las llaves de la mano y poniéndome bajo techo.

Decisive project.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora