11.

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De verdad que estoy intentando con todas mis fuerzas no pensar en Timothée durante la comida, pero es imposible. Mi amiga solo hace que hablar y preguntar, pero no atiendo.

- Basta, cuéntame ya lo que te pasa o me largo - exige Amaia harta de repetirme las cosas cada cinco segundos.
- Está bien - cedo - Es Timmy.
- Ya, dime algo que no sepa...
- Digamos que pasó algo entre nosotros cuando trabajaba en la otra productora.
- ¿Es enserio? - dice boquiabierta.

Yo asiento un par de veces antes de contarle lo que pasó. Empiezo por el comentario que hizo el dia de la reunión, sigo por la noche de cervezas en el plató y claramente, acabo con la conversación de la última noche dentro de ese viejo taxi. Como es de esperar, he evitado contar la previa discusión que tuve con Àlex.

- ¿Sabes cuando tienes un momento especial con alguien? - le pregunto - Ese fue mi momento especial con él. En el taxi de camino a casa.
- ¿Y entonces qué pasó?
- Nada, le besé y me fuí a casa.
- ¿Y él?
- Él se quedó allí de pie, apoyado en la puerta, sin decir nada.
- Pues vaya... ¿Después de todo lo que dijiste no fue capaz de decir nada? Menudo idiota...
- No seas así. El pobre es muy vergonzoso, y lo pasa mal en esa clase de situaciones...
- Pero no le defiendas - se queja riéndose.
- Lo siento, soy así, ya lo sabes...

En menos de veinte minutos debemos estar de vuelta en el plató. Así que rápidamente, acabamos de comer y nos vamos de nuevo al set.

- ¿No crees que deberíamos hacerle algo a modo de castigo? - comenta Amaia volviendo al tema de Timothée - ¿No te apetece?
- No crees que estar con Alba es suficiente castigo...
- Tienes razón - suelta una carcajada - Pobre chico...

Ambas entramos en el edificio riéndonos a más no poder.

- ¿Todo bien, chicas? - pregunta Jorge.
- Todo genial - responde Amaia.
- Oye, Gigi. ¿Has pensado ya qué harás por tu cumpleaños? - pregunta mi compañero.

Mierda, es en un par de semanas y aún no he organizado nada. Como se nota lo poco que me gusta celebrar que me hago vieja.

- Lo más probable es que haga una fiesta en casa, pero tengo que hablar con mis compañeras de piso aún - admito.
- Genial.

Esa misma noche, al llegar a casa, hablo con Júlia y Lana para saber si les importa que organice una fiesta en casa. Ambas acceden siempre y cuando estén invitadas.
Tan pronto me dan permiso, y antes de que cambien de opinión, cojo mi teléfono y creo un grupo para informar a todos los invitados que en dos semanas voy a celebrar una fiesta en casa.


Las dos semanas previas a mi cumpleaños, transcurren con bastante normalidad. En el trabajo, si no fuese por el malentendido que tuvo lugar hacer un par de días, iríamos clavados con el plan de rodaje. Con Timothée las cosas, simplemente, no van. Siempre que lo veo está con Alba, llegan juntos y se van juntos. No sé por qué se empeñan a esconder lo que hay entre ellos. Ya nos hemos dado cuenta todos.

Tan solo faltan un par de días para la fiesta, y aun no he comprado nada. Por suerte, Amaia me ha ofrecido su ayuda, así que hemos decidido que el viernes al salir de trabajar iríamos a por cuatro cosas para decorar la casa.

- ¿Ya sabes lo que quieres? - pregunta de camino al chino.
- No tengo ni idea, ya lo veré cuando llegué a la tienda.
- He pensado que podríamos comprar un par de globos, no todos los días se cumplen veinticinco.
- No me lo recuerdes...

Estoy tan apática que no encuentro nada que me guste para decorar el piso. No es que no me apetezca celebrar mi cumpleaños pero si fuese por mí, sólo compraría alcohol, vasos y hielo.

- No te preocupes, seguro que mañana encontramos algo - asegura mi amiga para tranquilizarme.
- Pero es que es mañana por la noche y no tengo nada más que un par de globos - me quejo.
- ¿Quieres que nos veamos por la mañana?
- ¿Harías eso por mí?

De golpe suena un móvil. Es el de Amaia.

- Sabes que sí - dice antes de responder.

Me pide disculpas y sale de la tienda. Yo aprovecho y doy una última vuelta por el pasillo de los globos, a ver si me animo.

- ¡Gigi! - chilla mi amiga preocupada.
- ¿Qué pasa?
- Tengo que irme, pero no encuentro las llaves. Creo que me las he dejado en el plató.
- Te acompaño.
- ¿De verdad? Gracias - respira aliviada.

Parecemos sacadas de una película. Amaia se altera cada vez que piensa en que si no encuentra las llaves tendrá que pagar a un cerrajero para poder abrir la puerta de su casa, y yo voy corriendo detrás de ella con dos enormes globos plateados.

Cuando por fin llegamos al plató, mi amiga me pide el juego de llaves y entra corriendo desesperadamente.

- ¡Ayúdame a buscarlas! - protesta desde el interior de plató.
- ¡Ya voy! - grito dejando caer mis cosas en el suelo y entrando en el edificio.

La muy cabezota ha entrado sin ni siquier abrir las luces, no sé cómo no se ha abierto la cabeza con la de cables que hay por aquí.
En cuanto enciendo los interruptores, se crea un gran estruendo detrás de mí.

- ¡Felicidades, Gigi! - gritan todos mis compañeros de trabajo.

Soy incapaz de mover un músculo. Tiene que venir Amaia a por mí. Jamás me habían dado una fiesta sorpresa.

- ¡Gracias chicos!- consigo decir finalmente.
- Feliz cumpleaños - escuchó detrás de mí.
- ¡Àlex! - grito saltando a sus brazos - ¿Qué haces aquí?
- Y no vengo solo... - detrás de él están Elena y Marta, mis antiguas compañeras de trabajo.
- ¡Chicas! - siento como se me invaden los ojos de felicidad - Me alegro tanto de veros... - las tres nos fundimos en un abrazo.
- ¡Y nosotras a tí! - afirman - ¡Mírate, estás guapísima!
- ¡Sóis los mejores! Muchísimas gracias por organizar todo esto.

Echo un vistazo a mi alrededor. Ha venido todo el mundo, o eso pensaba. No veo a Timothée por ninguna parte, pero no voy a permitir que su ausencia estropee la noche.

Poco a poco voy saludando a cada uno de los invitados. Probablemente lo que más me sorprende es ver que Albert y su equipo también hayan venido.

- No podíamos perdernos tu cumpleaños.
- Sin tí estaríamos prácticamente perdidos - admiten.
- Me hace mucha ilusión teneros aquí - les agradezco.
- ¿Os la puedo robar un segundo? - interrumpe Amaia.
- Toda tuya - contesta Albert.
- Nos vemos luego.

- Sé que te has dado cuenta de que no está aquí, pero te prometo que estaba invitado - murmura mi amiga.
- Amaia, tranquila. Están todos los que importan.
- Es que no lo entiendo. Cuando le dije que habíamos organizado una fiesta para tí estaba entusiasmado.
- De verdad, no le des más vueltas.
- Te juro que si es por culpa de ella, me la cargo.

La fiesta está siendo un éxito. Jorge y David se hicieron responsables de comprar las cerveza y el alcohol, así que dudo que nos acabemos todas estas botellas. Además, Olivia acaba de encargar pizzas para todos. ¿Se puede pedir más? Sí, sí se puede. Me gustaría que él también estuviese aquí, conmigo y con mis amigos, celebrando mi cumpleaños. Pero no lo está.

- Gigi, ven a soplar las velas - grita David.

Al llegar a la mesa veo que han puesto un par de velas encima de una de las pizzas. Entonces, empieza ese momento incómodo donde todo el mundo empieza a cantar. En cuanto terminan, cierro los ojos, pido un deseo y soplo las velas.

Y de repente, cuando alzo de nuevo la cabeza, le veo cruzar la puerta. Su mirada busca algo desesperadamente. Cuando por fin lo encuentra, se abre paso entre los invitados, pero Albert lo intercepta. No parece estar muy contento. Detrás de él llega Alba, que tampoco se salva de la charla con el jefe. No le pierdo de vista ni un segundo. Cuando por fin consigue escabullirse, viene directo hacia mí.

- Feliz cumpleaños, Gigi.

Decisive project.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora